Al día siguiente seguimos recorriendo la zona en modo norte sur, más recostados al oeste, sobre la parte mas alta del cordón serrano. Más o menos seguimos el curso de un arroyo con algo de agua y bastante arbolado, donde encontramos una sucesión continua de pobladores aislados.
Se fueron sucediendo paisajes muy bonitos, con mucha vegetación hasta desembocar en Villa Casana, un prolijo poblado bastante cerca de Tuani, pero al que accedimos después de un gigantesco rodeo.
Recorrido hasta ChepesPlaza Virgen del Carmen en Villa CasanaDos futuros jubilados en el banco de la plazaPalmeras en la plaza de Villa CasanaEscuela de Villa CasanaLos maestros y los chicos nos recibieron muy amablemente
Allí nos mencionaron la existencia de una cascada más al sur, que nos causó extrañeza por la escasez de agua en la zona de la cual tomamos nota y fuimos a ver. Como era de esperar era un modesto saltito de menos de un metro de altura, pero bueno, hay que ponerse en la perspectiva de la gente de la zona, que no tiene la suerte de conocer otras cosas.
Arrimamos con las chatas a la cascadaTuvimos que caminar un poco para hallar la cascadaEsto era la cascada….
Ahora dejamos la zona serrana para volver a la sal, a Pampa de las Salinas, donde teníamos previsto acampar. Pasamos por Chepes a repostar combustible y después a la pasada visitamos una de las estaciones ferroviarias adyacentes a ala RP143, REAL DEL CADILLO, la cual está ocupada pero nos mostró una interesante construcción de piedra.
Hermosos edificios de piedraLástima tanto descuidoMuchos detalles de construcción increíbleLo que queda…Vías que ya no van a parte algunaRecorrido que hicimos
Poco más adelante nos adentramos en el monte con el objeto de atravesar los Médanos Negros para llegar al salar de Mascasín y de allí ingresar por el norte a Pampa de las Salinas. Sorteando tranqueras y unos alambrados caídos pudimos avanzar bastante hacia el oeste pero un tenso y nuevo alambrado nos cerró el paso cuando todavía faltaba un buen trecho, así que abandonamos el intento después de mucho renegar con la vegetación y los arenales.
Volvimos al camino vecinal que hilvanando puestos nos llevó al poblado de Las Toscas y desde allí nos asomamos a la Pampa de las Salinas.
Camino a Médanos NegrosArenales infernales y mucho calorLa huella cada vez mas desdibujada y comida por la vegetaciónLas Toscas, casi nada…
Como ya estábamos próximos al atardecer, buscamos un sitio adecuado sobre el borde mismo de las salinas sobre límite entre La Rioja y San Juan y armamos un maravilloso campamento mientras se preparaba una opípara cena enmarcada un en espectacular atardecer.
Buscando donde armar campamentoDos capos supervisando al grupoEncontramos un lindo rinconcitoCocineros en acciónPampa de las SalinasEl predio del campamentoLa carpita en el salarMi ventana al salarEspectacular atardecer
Al día siguiente, después de levantar el campamento, cruzamos la salina por su punta norte por una huella bien marcada que nos proporcionaba bastante seguridad, con destino a la «abertura» entre los médanos que limitan la salina por el oeste, la cual no es más que un río seco que las atraviesa en épocas de lluvias como afluente occidental de la salina.
Cruzando la Pampa de las SalinasCruzando el «abra» entre los médanosYa en desierto puntano, rumbo a Balde de LeyesCaminos polvorientos
Ya fuera de la salina, teníamos un objetivo difícil en las cercanías de Balde de Leyes, una curiosa formación vertical, que los motoqueros de Nestor Queralt bautizaron como «Pinga Parada» que hasta ahora sólo habíamos podido ver desde lejos.
Esta vez no fue muy diferente: si bien avanzamos bastante por ríos secos cada vez más estrechos, problemas en una de las chatas nos hicieron desistir dado lo tortuoso y lento de la aproximación.
Cartel vial que anuncia Balde de LeyesEn cualquier lugar remoto, siempre habrá un R-12Humildes viviendas en Balde de LeyesRumbo a la Ponga ParadaAsoma a lo lejos la sierra de las GuayaguasTortuosos arenalesCada vez más complicados
Dejamos la zona ya que el tiempo para este viaje se comenzaba a acabar y al día siguiente teníamos que volver a casa.
Nos alcanzó el día para visitar la estación MASCASÍN y casi con la oscuridad sobre nosotros pudimos conocer EL CADILLO, un interesante trifinio en cuyo alrededor hay un pequeño pueblo con pobladores en tres provincias diferentes: Córdoba, La Rioja y San Luis. En las fotos siguientes podrán ver materializado el trifinio sobre el cruce de las dos calles centrales del pueblo.
Estación MascasínEstación MascasínLo que queda del nomenclador donde se puede adivinar el nombreOtra de la estación MascasínOtra másVías que no van a ningún ladoVías que no van a ningún ladoMonolito lado San LuisMonolito lado San LuisMonolito lado CórdobaMonolito lado CórdobaMonolito lado La RiojaMonolito lado La Rioja
Terminamos durmiendo en San Luis, en un lindo hotel sobre el dique La Huertita,
El regreso al Gran Buenos Aires lo hicimos por la AU55 de San Luis hasta Nueva Galia y luego por la RN 188, donde nos sorprendieron algunos importantes desvíos por las inundaciones a la altura de Rancul.
Así terminó este interesante viaje entre la sal y las sierras, allá por 2017, con lugares para volver en alguna otra oportunidad.
Primera actividad de la mañana fue ir a visitar la casa del Chacho Peñaloza, donde fue asesinado brutalmente, después de rendirse frente al enemigo.
Fue el 12 de noviembre del año 1863 durante la presidencia de Bartolomé Mitre y luego de matarlo, exhibieron su cabeza en una pica en la plaza de Olta.
La muerte del Chacho inundó de tristeza a La Rioja, debido a que el caudillo era una figura muy popular. Cosas oscuras de la historia, que según quien la cuenta y en que contexto se la encaja, se pasa de héroe a villano y viceversa.
Homenaje al Chacho Peñaloza
La Discovery se venía quejando al pasar los cambios y finalmente se plantó. Y no hubo más caso. Mientras el resto del grupo se fue a pasear por los alrededores, de Olta, con Claudio nos abocamos a tratar de analizar el problema en la YPF de la RP76, el cual se reveló como una rotura de una selectora de plástico en la base la palanca de cambios.
La piecita de la caja que nos hizo transpirar
Una ingeniosa reparación con «Perbond» y unos rezos esotéricos a San Land Rover nos pusieron en camino nuevamente y nos encontramos con el grupo en el dique de Anzulón para iniciar la recorrida de las sierras del sur de La Rioja.
Dique de Anzulón
Primero nos dirigimos a Desiderio Tello, donde pasamos a visitar la estación ferroviaria en desuso y abandonada a su suerte, como verán en el carrusel siguiente:
Luego ya nos adentramos por las huellas y caminos de tierra por el corazón del sur de las sierras riojanas.
Era un enigma lo que había allí adentro y la intención era conocerlas en profundidad por lo que le dedicaríamos un par días para meternos en todas las sendas que aparecieran.
Subimos hacia el norte pasando por ignotos caseríos como Chelcos, Árbol Barrido, El Cerco, El Quemado, Mollaco y Nacate, disfrutando de solitarios y novedosos paisajes y angostas huellas enroscadas, sin mucha dificultad.
Huella que se interna en las sierrasTrepadas interesantes hacia El Quemado
Más fotos de este tramo en el visor:
Plaza de Chelcos
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Después de mucho deambular llegamos a la ruta que une Olta con Malanzán a la altura de Solca, habiendo completado el primer cruce sur-norte del viaje por esta zona desconocida de La Rioja.
Sobre esta ruta provincial hay formaciones rocosas muy curiosas, una suerte de Talampaya en miniatura, donde también se pueden encontrar petroglifos al costado mismo de la ruta. A la zona se la denomina Reserva Provincial Guasamayo y realmente es muy poco conocida pese a que es de muy fácil acceso.
Rio GuasamayoParada a fotearGeoformasMas geoformasParedones Geoformas perdidasLa cabeza de un puma?Otra geoformaUn marciano?Mas formaciones talampayescasNo se puede creer la falta de respeto de mucha gentePetroglifos originalesPetroglifos originales, un sol?Muchos petroglifosOtro solPetroglifos modernos…Los idiotas de siempre…
Se destaca una formación icónica, una geoforma llamada El Loro, cuyo nombre al tallado ejecutado por erosión fue muy bien elegido.
El LoroEl LoroAcá está posado el Loro
A la tardecita llegamos a Malanzan, donde nos acomodamos como pudimos y disfrutamos de una cena grupal en el único boliche tipo pizzería donde cabíamos todos.
A la mañana siguiente seguimos hasta El Portezuelo , para visitar el dique homónimo, con bajo nivel de agua.
Dique El Portezuelo
Desde allí volvimos a internarnos en el corazón de la sierra con el objetivo de llegar hasta Tuani, un caserío perdido en su interior, que era el ícono desconocido de esta parte del viaje. Pocos kilómetros después de dejar El Portezuelo atravesamos el pequeño poblado de Puluchan.
PuluchanDowntown PuluchanCapilla PuluchanFormidable casa de piedraEscuela 274 – Marcos Sastre
Seguimos recorriendo algunas huellas y cauces secos de ríos, con paisajes cada vez más agrestes e interesantes. Igualmente hay mucha población dispersa en estas sierras, corroborado por el populoso y respetable cementerio que encontramos en los alrededores de Puesto Salana, en el cual observamos muchos detalles llamativos, como por ejemplo una placa que recordaba, además de lo habitual, la hora del fallecimiento.
Huellitas perdidas entre los cerrosLa senda serpentea entre los pocos pobladoresTaperasTaperasTaperasCuriosa placa con fecha y HORA del fallecimiento
La huella a Tuani se desdibujaba y cuando conseguimos preguntarle a alguien, nos dijo que desde allí en adelante estaba abandonada porque había ocurrido un derrumbe y no se podía pasar. Nada mejor para intentar ir.
Efectivamente la huella no estaba pisada y después de unos kilómetros encontramos los restos del derrumbe. No era muy grave, corriendo una cuantas piedras con los malacates seguramente podríamos pasar. Y lo hicimos: el camino a Tuani estaba expedito, aunque aclaramos que desde el norte hay otra opción transitable.
Por un pequeño cauceSeguimos por el cauceFaldeando un cerritoPiedras pasablesHermosa huellaHermosa huellaEl derrumbePiedritas en el caminoCuadrilla de remociónCamino expeditoPasando el primeroSeguimos camino
Tuani es un caserío embutido en un angosto y bonito valle de un río seco muy pedregoso. El atractivo era investigar por qué habiendo poblaciones muy cercanas al sur, como Villa Casana, no había camino que las vinculara. Tal vez podríamos intentar algo.
Los pobladores nos explicaron que es una vieja aspiración porque los acercaría rápidamente a Chepes pero que solamente había una senda para caballos y caminantes por un vallecito paralelo al río.
TuaniTuaniTuaniPobladores de TuaniTuani
Primero lo intentamos por el río pero era muy angosto y plagado de grandes piedras, imposible para chatas. La huella peatonal, si bien al principio era accesible para vehículos, al poco de andar también se hacía imposible. Abortamos, aunque creemos que debería ser la traza a abrir en el futuro. Posiblemente motos puedan pasar.
Nos volvimos por la misma huella que habíamos recuperado del derrumbe y nos encontramos con una tumba aislada construida de material casi sobre la huella que prácticamente había que esquivar y que no habíamos visto a la ida, algo muy extraño lo pienses como lo pienses: ¿La huella estaba antes o después de la tumba? ¿ Por qué la senda le pasó tan cerca o por qué la erigieron sobre el camino? Nada pudimos averiguar, la tumba no tenía identificación alguna.
Tumba por el caminoTumba por el caminoOtra tumba por el camino
Se nos hizo de noche cerca del cementerio de Puesto Salana, donde había un excelente lugar para acampar en el cauce de un rio seco cercano.
Medio lúgubre, pero nos alejamos lo suficiente para respetar la paz de los difuntos. Armamos un flor de campamento de varias carpas y compartimos en el medio de la nada, una cena y un fogón increíble con amigos.
También compartimos una pila de botellas…
Populoso campamentoMás del campamentoDisco a fullAlgo nos tomamos…Postre de ananá al discoHacía bastante frio (Pablo no cuenta)Amigos al calor del fogón
Desandamos la RP38 hacia el sur hasta Tuclame, desde donde nos internaríamos hacia las sierras de Serrezuela y Guasapampa, las que recostadas sobre el noroeste cordobés, marcan claramente un límite físico con los llanos riojanos.
Es una zona poco conocida que siempre nos llamaba la atención por su relieve montañoso toda vez que pasábamos raudos hacia el norte por la RP38.
Revisando los viejos mapas del IGM, las curvas de nivel nos resultaron llamativas por el paralelismo de las dos sierras y por el valle intermedio por donde desciende el río Guasapampa hacia el norte. No sabíamos que podíamos encontrar pero lo íbamos a averiguar.
El camino ripiado sale de Tuclame y se arrima a la sierra de Serrezuela y la bordea por el este pasando por Puesto Las Chacras y la cruza por un abra en Aguas de Ramón: la sierra de Serrezuela parece continuar hacia el sur hasta perderse a unas decenas de kilómetros.
La ruta violeta de la izquierda es la que seguimosHacia las sierras de Serrezuela por Tuclame
Aguas de Ramon es un pequeño caserío a 400 msnm donde se destaca una humilde iglesia de la Virgen del Valle.
Es un viejo asentamiento que data de principios de siglo XX y cuya suerte estuvo ligada a los conflictos bélicos mundiales, debido a que en la zona existieron minas donde se extraía wolframio, material indispensable para la fabricación de armamento. Tuvo su inicio con la Primera Guerra Mundial y la extracción de mineral se extendió con marcadas irregularidades, hasta mediados del siglo XX con el final de la guerra de Corea. Algo parecido al famoso proyecto de Pueblo Escondido, en el Cerro Áspero, cerca de Merlo, aunque con menos desarrollo fabril.
Para quien le interese la minería del lugar, un antiguo informe geológico del año 1959 detalla lo que acabo de describir con mucho más detalle:
Ahora el camino, no muy transitado por cierto, continua hacia el sur por un valle que discurre entre las sierras de Guasapampa y Serrezuela por donde desciende el intermitente río Guasapampa.
La zona tiene abundante vegetación y es muy pintoresca, atravesando diversos parajes y caseríos como Guasapampa y Totora Huasi. No es tan verde por la época del año, pero debe serlo en primavera y verano.
El camino comienza a ascender lentamente hacia el surTotora HusaiA medida que subimos aparecen las primeras palmeras Caranday
El primer poblado de cierta relevancia que asoma más al sur es LA PLAYA, una pequeña localidad de unos 200 habitantes. Desde allí habíamos detectado que se descolgaban unas huellas hacia el oeste que tal vez nos permitirían una vista aérea de los llanos riojanos o hasta bajar tal vez…
Cuando paramos a preguntar por la factibilidad de esas huellas, también nos enteramos que estábamos en tierras de canteras de granito y pinturas rupestres, una gratísima sorpresa que no esperábamos recibir.
Aprovechamos que era cerca de mediodía para hacer una picada en una especie de modesta plaza en el pueblo. Justo enfrente había una semiderruida construcción fabril que parecía ser un horno construido con bloques de granito y que por supuesto fuimos a curiosear.
Un horno construido con bloques de granito?
Las huellas por las que consultamos existían pero posiblemente tendrían candados ya que se internaban en propiedades privadas; nos dirigimos a comprobarlo observando que el recorrido estaba plagado de bloques y piezas de granito por doquier; hasta los esquineros de los alambrados, las barandas de los puentes y los puntales de las tranqueras eran de piedra.
Pilares de granitoPuntal de granitoPaisajes de La Playa
Cuando estábamos cerca del «balcón» a los llanos riojanos, una tranquera con candado nos cerró el paso y no había nadie para interceder. Restaba ver si podíamos acceder a las canteras y al arte rupestre, para lo cual al regreso comenzamos a preguntar a cada alma que encontramos.
Y en uno de los intentos, un gentil poblador, del cual lamentablemente no recuerdo su nombre, nos ofreció mostrarnos su cantera de granito y unas pinturas rupestres que se encontraban en su propiedad. Bingo!
No sólo nos permitió el acceso sino que nos explicó la metodología de extracción del granito, un trabajo muy duro, peligroso y artesanal, donde cualquier error te cuesta un accidente. Taladros, explosivos, maniobras con grandes bloques, todas acciones riesgosas.
El escondite de las pinturasBloques gigantes de granitoBuscando las pinturas rupestres
Pinturas Rupestres en los bloques de granito
Lástima que siempre hay algún idiotaRecorriendo la canteraRecorriendo la canteraBloques gigantes por todos ladosBloques «rebanados»Bloques de donde se cortan las placas de granitoLas marcas de los barrenos y explosivosMarcas para su corte con cuñas y martillos
La trama que subyace a la explotación minera del granito en la pequeña localidad de La Playa parece ser compleja, de acuerdo a las fuentes que consulté.
Hace más de ocho décadas, en la sierra de Guasapampa y en la zona denominada La Charquina (justo en la tranquera que encontramos cerrada), se produjeron hallazgos arqueológicos que datan de miles de años, representados en pictografías, morteros y elementos que la transformaron en un tesoro histórico, cultural y antropológico.
Pero la actividad minera encontró otra riqueza: el granito. Y desde hace más de 20 años, la extracción de este material valioso que se comercializa a gran escala desde la región hacia todo el país es la principal actividad económica de La Playa y de la zona. El problema es que la explotación minera no cuenta con ningún tipo de autorización de la Dirección de Minería de la Provincia ni con un estudio de impacto ambiental que la avale. Ni hablar del proceso de degradación que sufrió en todos estos años el verdadero tesoro arqueológico de la región.
A su vez, la propiedad de las tierras donde se emplaza el pueblo, las minas y los campos cercanos están en un proceso judicial lento y arduo. Los descendientes de Domingo Díaz, quien aparece como propietario de estas tierras desde 1916, reclaman desde hace más de una década la propiedad de más de 10 mil hectáreas, en las que se ubican el pueblo y las canteras. Un verdadero intríngulis que no tengo idea que rumbo ha seguido en estos años.
Seguimos hacia el sur ya medio apurados para llegar a algún sitio donde alojarnos al atardecer que sea cercano a las sierras del sur riojano. Seguimos hacia el sur por el mismo camino, cada vez más poblado de palmeras Caranday hasta encontrarnos en Las Palmas, una localidad sobre el conocido Camino de los Túneles, que por supuesto toma su nombre de las numerosas palmeras de la zona.
Palmeras CarandayPalmeras CarandayUno de los túneles del Camino de los Túneles
Desde allí descendimos por los túneles (en esos años todavía el camino era de ripio) hacia los llanos riojanos, donde tomamos la ruta 20 hacia Chepes hasta cruzarnos con la traza abandonada del ferrocarril Belgrano entre Milagro y Quines, donde el camino que la costea podría permitirnos conocer alguna estación si la luz diurna lo permitía, mientras acortábamos camino.
LA ISLA
Con menos de la luz justa, alcanzamos a visitar LA ISLA, una estación habitada por algún poblador en el medio de la nada, por supuesto sin rieles ni durmientes aunque bastante entera dentro de todo.
Imágenes de Estación La Isla
El final del día nos encontraría en OLTA, donde nos acomodamos para compartir una cena y alojarnos para seguir al día siguiente por las sierras del sur riojano, los pagos del Chacho Peñaloza.
Desayuno bien casero en la Hostería Recreo de la mano de su dueña, que nos atendió como si fuéramos sus hijos. Lugar modesto pero muy recomendable para un alto en el camino en esta zona no del todo turística.
Llenamos los tanques y salimos rumbo a Esquiú, donde empezaríamos a bajar hacia el sur para intentar el cruce de las Salinas Grandes; Pablo y Julio nos estarían esperando donde nuestra huella cortaba la RN60.
En este enlace, que desafortunadamente hicimos muy rápido, pasamos por el Paraje El Suncho, que fue el lugar donde falleció el venerable Fray Mamerto Esquiú, pero no lo visitamos como debíamos. Otra vez será.
El SunchoSalida de El Suncho hacia la RN60
Esta huella/ruta provincial nos comienza el mostrar el paisaje que rodea a las Salinas Grandes antes de dejar paso al omnipresente reino de la sal. Llaman la atención los enormes cactus cuyos brazos secos generan una leña difícil de imaginar para estas plantas; el paisaje es bastante más verde de lo que uno puede imaginar en las puertas de un desierto.
Efectivamente en la RN60 conformamos el multitudinario grupo de siete chatas sólo posible porque todos somos viejos amigos travesistas que nos entendemos de memoria y la coordinación sale sola.
Recorrido en Salinas Grandes
Desde la RN60 hasta Palo Santo el recorrido se desarrolla sobre una huella visible que contornea las salinas propiamente dichas, alternando lugares “altos” con profusa vegetación incluso arbórea y lugares bajos con sufridas plantas «salineras». Enormes cactus nos continúan acompañando aunque su tamaño va decreciendo a medida que nos acercamos a las salinas.
Enormes cactus nos marcan el caminoPrecarias tranqueritas de alambreLa vegetación tiende a tragarse la huellaLa huella se desdibuja…Al arrimar a la salina, los cactus se raleanPalo SantoUn remoto poblador de Palo Santo
En Palo Santo dejamos la huella visible y nos adentramos en la salina misma; seguimos una tenue huella que se borra a la vista cada año pero de algún modo conserva su compactación por el repetido uso algunos meses al año: es la conocida como la “Huella de los Cabritos”, que la cruza en sentido Norte-Sur.
Rumbo a la salina, la vegetación se achata
Esta «ruta» es (o era) usada por los crianceros del sur catamarqueño cuando arriaban sus animales para venderlos en el norte cordobés.
Realmente si uno no se aparta mucho de ella el piso es firme pero hay que estar atento a no perderla porque enseguida es fácil enterrarse.
A punto de pisar la salinaAsí es la «ruta»Ruta de los Cabritos a fullPor momentos levantamos polvo
Uno de los objetivos del viaje era reconocer puntos geográficos como algún inexplicable quiebre en la línea que divide a Córdoba de Catamarca (Mojón del Monte Negro) y también el Trifinio, lugar donde confluyen Córdoba, Catamarca y La Rioja.
Ubicar el Mojón del Monte Negro fue sencillo porque estaba no muy lejos de la huella consolidada. Fue sólo un hallazgo de geoposicionamiento ya que no encontramos absolutamente nada que lo materialice. Ni siquiera el supuesto monte.
Buscando el Mojón del Monte Negro
Este punto es un vértice que se fijó como parte la división política entre las provincias de Córdoba y Catamarca por un decreto de Onganía de 1968.
El otro objetivo era el trifinio Córdoba – Catamarca – La Rioja, que está en algún lugar de la salina, pero sin indicios de huellas consolidadas desde este lado. Se trataba de un desafío complejo ya que podíamos terminar encajados hasta los zócalos si no andábamos con cuidado. Había que recorrer unos 26 km en línea recta por el medio de la salina sin saber que consistencia podía tener el piso.
El intento sólo duró unos pocos kilómetros porque los que veníamos liderando a la caravana nos empezamos a enterrar irremediablemente y debimos avisar a los que nos precedían para que se detuvieran y nos ayudaran a salir del problema.
¿Y ahora qué hacemos?A trabajar para sacarlaLa Discovery no avanzaba másSe movía y se enterraba más y másLas huellas del rescate
Nos llevó un par de horas recuperar la Discovery después de traerla a malacate por más de 100 metros, ya que no se subía nunca a la capa de sal dejando unos profundos surcos como recuerdo que la próxima inundación borraría para volver a atrapar incautos.
Obviamente abortamos el intento y volvimos a la Ruta de los Cabritos, a disfrutar de la soledad infinita de las Salinas Grandes de casi 6000 km2 de extensión.
Soledad salineraSoledad salineraSoledad salinera
Sin problemas seguimos hacia el sur hasta que alcanzamos los bordes de la salina, un desierto de guadales y cactus más achaparrada vegetación espinosa donde aparecieron algunos humildes puestos que asombran porque es difícil imaginar vivir allí. Tener en cuanta que estábamos en invierno y hacía bastante calor…
Comenzaron a aparecer la huellas y antes de volver a la civilización decidimos conocer las ignotas Termas del Quicho, donde cuenta la historia que allá por 1987 en una perforación con la que se estaba buscando agua potable para la escuelita del lugar, de repente, desde más de 220 metros de profundidad, comenzó a brotar agua caliente a 39°C y nunca más se cortó, formando una laguna de aguas tibias que se popularizó como humildes y modestos baños termales naturales.
Una vieja bañadera, que todos se disputan, concentra el chorro cual brutal hidromasaje. Por supuesto aprovechamos para un relajante baño termal y sacarnos el polvo acumulado durante el día.
Desvío a las termasLa codiciada bañadera para hidromasajeTermas del Quicho a full
NOTA: esto fue hace seis años, actualmente en 2023 las han puesto en valor construyendo una pileta y algunas instalaciones para camping, ya que durante la pandemia se popularizó bastante como un lugar de escape para las poblaciones cercanas.
Estado actual (2023), ya no existe la laguna natural
Repuestos del esfuerzo del cruce las salinas sólo quedaban buscar un lugar donde alojarnos y entonces recalamos en Serrezuela, donde el nutrido grupo se acomodó como pudo en la poca oferta disponible. Mañana el noroeste cordobés desconocido.
Desde distintos puntos del país cada uno se las ingenió para arrimar a Recreo; en nuestro caso Claudio me pasó a buscar a las seis de la mañana por mi casa y arrancamos sin problemas por la AU9 haciendo una parada intermedia en ONCATIVO, primero para degustar los famosos y riquísimos sándwiches de salame y queso y después reponer combustible entrando a la ciudad. No pudimos cargar en la YPF que está sobre la AU9 porque la cola era infernal.
Sin parar cruzamos Córdoba, Jesús María y Deán Funes y mientras transitábamos al costado de la Salinas Grandes, siendo bastante temprano propuse desviarnos a curiosear una vieja estación abandonada, situación que no iba a ser novedosa para Claudio sabiendo que viajaba conmigo.
La estación en cuestión es TOTORALEJOS, un páramo en el medio de la nada al borde las Salinas Grandes, que a priori sólo podía tener razón de ser para reponer agua a las vaporeras.
A lo lejos, Totoralejos
Al acercarnos la sorpresa fue mayúscula: además de la estación en ruinas observamos cuatro enormes construcciones abandonadas y al acercarnos notamos que se trataban de viviendas colectivas. No había indicios de actividad alguna que pudiera requerir tanta gente viviendo allí y nos quedó la intriga.
Estación TotoralejosTotoralejos por la ventanaTotoralejos por la ventana
Recorrimos todas la zona prolijamente y no arribamos a ninguna conclusión que justifique el porqué de ese pequeño pueblo: no hay vestigios de galpones ferroviarios (¿talleres?), ni de instalaciones salineras y como lugar para vivir ni siquiera se lo puede pensar por lo que se capta a simple vista.
Barrio de viviendasViviendasViviendas Otro edificio vandalizadoMas construcciones abandonadas
Al regreso en casa, navegando por Internet, nos enteramos que efectivamente además de usarse como parada para recargar agua a las vaporeras (que se almacenaba en vagones tanque que se traían de otro lado ya que no hay agua en el paraje), existían talleres ferroviarios y se usaba como campamento de vía y obras, donde vivían unas 20 personas.
Un aljibeSemblanzas de la soledadDesolaciónAbandono
Les dejo un artículo muy interesante de la Voz del Interior con el testimonio del último habitante, Miguel Palacios, que desafortunadamente no tuvimos oportunidad de conocer personalmente:
La traza de la antigua RN60 antes pasaba al oeste de las vías y decidimos seguirla para ver si llegábamos hasta Recreo.
Ancha y consolidada se desarrolla en el medio dela salina pero a medida que nos alejábamos del caserío su estado empeoraba, como si la salina se la estuviese tragando.
Una alcantarilla destruida por un cruce de agua nos frenó en seco al comprobar la poca consistencia del piso. Estando solos y sin nada de donde agarrarnos con el malacate, decidimos desandar el camino y volver al asfalto por donde habíamos entrado.
Un zanja enel camino con piso muy flojoAtardecer sobre las salinas
Al cruzar el límite con Catamarca, consultamos al policía que nos detuvo a pedir documentación por las posibilidades de cruzar las Salinas Grandes por el medio y muy seguro nos dijo:
– Ni se les ocurra. Los últimos días varios incautos quisieron hacerlos y los tractores los están esperando para cobrarles tres o cuatro lucas por sacarlos (1 USD=17 pesos en ese momento)
Lo que no sabía el buen hombre es que con ese discurso nos había terminado de clavar la espina para intentar cruzarla como sea.
Llegamos a Recreo antes que el resto y nos ocupamos de alojarnos en el único lugar decente que encontramos, la hostería Recreo frente a la ruta, donde nos pudimos acomodar casi todos. Pablo y Julio, que venían algo demorados, al final se quedaron en Chamical para encontrarnos el domingo a la mañana en la entrada a la salina, sobre la RN60.
Hostería Recreo
La cena en un boliche frente a la plaza de Recreo estuvo espectacular con el agregado que el divertido dueño del boliche nos toreó toda la noche con que nos pagaba un chivo la noche siguiente si lográbamos cruzar la salina por donde le dijimos.
No es que no nos tenía fe, sino que calculó que no íbamos a desandar 200 kilómetros para cobrarle la apuesta. Pícaro el hombre…