Nueva versión del viejo sitio www.Lodelpampa.com.ar

Categoría: Travesias Grosas (Página 1 de 5)

EXPLORANDO LA OTRA 40: EL RIO ORO

Domingo 19 de Enero de 2020

Amaneció un día estupendo y no tardamos mucho en ponernos en marcha, bordeando la costa norte del lago Posadas.

Primero un inevitable desvío para los que no conocían pudieran disfrutar del Arco de Piedra y de una vista clara de los infinitos caracoles de la cuesta de la nueva RP41 al alejarse hacia el sur.

Elsa y Jorge se habían vuelto al pueblo de lago Posadas con el objeto de reparar la cubierta pinchada la tarde anterior. Quedamos en encontrarnos en el río Oro más adelante.

Luego cruzamos el istmo que divide el lago Posadas y el lago Pueyrredón cruzando el puente del arroyo que desagua el primero rumbo al Pacífico.

Claramente esta zona pertenece a la cuenca del Pacífico y nos encontramos al oeste de la divisoria de aguas y al este de la línea de las altas cumbres, es decir en uno de las tantas anomalías que se generaron con la confusa redacción del Tratado de Límites de 1881, que por suerte nuestro apreciado Perito Moreno supo manejar para que esta zona sea argentina.

El complejo lacustre Posadas-Pueyrredón-Cochrane tiene una geografía muy curiosa. Para empezar, a diferencia de casi todos los lagos cordilleranos se orienta casi norte-sur en lugar de este-oeste.

Sus contornos son muy particulares: penínsulas muy estrechas lo compartimentan formado tres lagos en lugar de uno y los estuarios de los ríos lo invaden claramente con sus sedimentos, algunos glaciarios y otros más aluvionales.

Hay una península que divide completamente el lago Pueyrredón del lago Posadas, la cual se atraviesa en vehículo y donde un corto canal permite el desagote del Posadas al Pacífico. Dos ríos desembocan a los lagos desde el sur: el Furioso y el Oro.

El estuario del río Furioso en la época de lluvias y deshielo baja con enorme cantidad de sedimentos y piedras; en verano está casi seco y si bien no tiene agua, es difícil cruzarlo por ese motivo.

La costa suroeste del lago Pueyrredón alberga varias estancias y la ruta cruza a través de ellas por viejas arboledas de álamos que las protegen del viento

El estuario del río Oro, que desagua en el Pueyrredón, a diferencia del Furioso arrastra sedimentos glaciarios del Monte San Lorenzo, que le confieren el clásico aspecto lechoso a sus aguas. Según los lugareños es tan o más salvaje que el Furioso cuando crece.

Un poco más allá del río, aparece una singular península, que a falta de nombre, la llamaré Península Suyai por el nombre de la estancia que luego nos dio permiso para recorrerla. Es una increíble lengua de tierra de unos dos kilómetros de largo que inexplicablemente se adentra en el lago. Tambien tiene una el río Furioso pero no es tan clara de ver desde la costa.

Hay otra península más , cuyo extremo es límite internacional y de alguna manera divide la cuenca entre los lagos Cochrane y Pueyrredón.

A poco de cruzar el río Oro, un desvío hacia la izquierda de unos pocos kilómetros nos lleva al famoso cañón del río homónimo, el cual es un espectáculo majestuoso con sus paredes verticales de más de 100 metros de altura que obligatoriamente nos detuvo un buen rato para su contemplación.

La buena noticia fue que la huella seguía hacia arriba y estaba en buenas condiciones, coincidiendo con lo que habíamos relevado en las satelitales. Lo que no sabíamos era adonde nos llevaba así que antes de seguirla tomamos contacto radial con Elsa y Jorge para avisarles de nuestras intenciones.

La huella estaba buena pero no es muy transitada y hubo que abrir y cerrar varias tranqueras durante su recorrido. Los paisajes eran impagables y debido a que estaba nublado, no podíamos ver todavía el imponente monte San Lorenzo, el gigante que domina la zona.

En general la huella discurre por los faldeos del valle del río Oro pero algunos tramos estaban medio derrumbados y en varias ocasiones tuvimos que bajar hasta la vera del río mismo, el cual mostraba  caudal y velocidad llamativos. Si más adelante había que vadearlo podíamos tener algún problema o al menos podíamos tener derecho a dudas.

Una tranquera nos anunció que nos estábamos metiendo en la estancia Los Ñirres y poco más adelante ocurrió lo que suponíamos: la huella se terminó contra el río y no se veía claramente por dónde seguía, es decir no había un vadeo claramente marcado aunque se veía un casco de una estancia del otro lado.

Todavía no se nos habían unido Elsa y Jorge, así que nos abocamos a estudiar por donde acometer el cruce, que no se veía muy fácil.

Mientras recorríamos a pie buscando algún indicio vemos venir una chata a los lejos y lo que primero que pensamos fue que nos venían a sacar de los fundillos.

Si bien no habíamos cruzado ninguna tranquera cerrada, era claro que estábamos dentro del alguna propiedad privada, así que como es habitual, salimos a parlamentar con la cola entre las patas…

Y acertamos. Era el dueño de Los Ñirres,  Don Mario Sar, pero lejos de sacarnos volando se interesó en nosotros ya que poca gente se aventura por allí y estaba deseoso que se conozca la comarca.

Mario no solo es el dueño de Los Ñirres sino que también fue el propietario del Hotel de Bajo Caracoles y lo conocía por supuesto a Eduardo Lada, así que no tardamos mucho en compartir anécdotas de viajes de tiempos pasados.

Por supuesto nos alentó a seguir adelante hasta el casco de su estancia, donde nos ofreció alojamiento y también los servicios de su nieto Leo, para guiarnos hasta bastante cerca de la base del monte San Lorenzo y llegar incluso hasta Chile por un paso no habilitado que implica vadear mas de diez veces el río Oro aguas arriba.

Sin embargo nos alertó que respetáramos mucho al río Oro, ya que suele cambiar muy rápido su caudal y en ese caso se vuelve muy peligroso. Nos indicó muy bien por donde cruzarlo (nada que ver con nuestras presunciones) y nos volvió a recordar que no dejemos de seguir los consejos de su nieto al regresar, ya que la situación podía cambiar radicalmente en pocas horas.

Si bien Elsa y Jorge no estaban, Don Mario se dirigía a lago Posadas, así que sin duda los encontraría por el camino y les daría las instrucciones. Para cruzar el río era cuestión que nos avisarán por radio para ayudarlos ya que el casco de Los Ñirres estaba cerca del vado.

Cruzamos sin problemas (porque teníamos el dato) y nos adentramos en una zona boscosa rumbo al casco de la estancia, que no tardó en aparecer. Allí nos recibió muy atentamente Leo y su novia, quien tanto o más orgulloso que su abuelo nos contó todos los detalles de la zona y no tardó mucho en convencernos que debíamos quedarnos allí a pasar la noche.

Mientras tanto recibimos el llamado radial de Elsa, los fuimos a buscar para colaborar con el vadeo y cuando nos volvimos a reunir en el casco, ya habíamos decidido hacer la excursión al San Lorenzo con la guiada de Leo.

Por supuesto nos alertó que siempre se corre el riesgo de no poder volver inmediatamente si el río se enojaba, pero a esa altura del partido no nos íbamos a achicar.

Y salimos las cinco chatas, primero por una huella entre los bosques que finalmente nos depositó en el ancho cauce del río Oro, el cual vadearíamos múltiples veces ya que el “camino” era remontando su cauce. Leo nos contó que días atrás una chata con gente inexperta se la llevó el río porque al no conocerlo se dejaron atrapar y tuvo que ir a auxiliarlos con un tractor.

Seguramente porque Leo conoce como la palma de su mano el cauce del río, la verdad es que no corrimos peligro alguno y nos llegamos sin problemas al Puesto Muñoz, último lugar con pobladores antes del San Lorenzo, en un lugar de ensueño.

La nubosidad no nos dejó ver el San Lorenzo en toda su dimensión pero lo poco que nos mostró de su entorno alcanzó para deslumbrarnos: no hay que olvidar que tiene una altura de 3706 msnm y que nosotros estábamos a poco más de 1000 y muy cerca de su base.

Paisajes de la zona cercana al San Lorenzo

Nos quedaba avanzar un poco más y poner los pies en Chile para coronar el esfuerzo de llegar hasta estos recónditos lugares. Ahora la huella se metía de lleno dentro de zona boscosa, muy angosta y con fuertes pendientes donde evidentemente hay muy poco tránsito vehicular. La idea era llegar al hito fronterizo y luego volvernos.

En una de las detenciones para tratar de ubicar el hito sobre los cerros, sentimos un seco ruido metálico proveniente de la chata de Elsa al arrancar. Inmediatamente vemos que la rueda trasera izquierda perdía su vertical como cuando se rompe un palier así que temimos lo peor: ¿cómo carajo la sacábamos de aquí con semejante rotura?

Raudamente nos arrimamos a verificar el desastre mientras Elsa se «fumaba un Camel» mientras nos informaba que no sabía que había ocurrido todavía sin bajarse de la chata.

Bueno, por suerte no había rotura de palier. Lo que había ocurrido es que se había terminado de salir el último bulón de rueda que le quedaba y obviamente la rueda quiso seguir su libre albedrío por ahí. Menos mal que fue casi con la chata detenida y en un lugar seguro porque podría haber sido muy complicado si ocurría en alguna cuesta de cornisa o vadeando el río.

¿Qué había pasado? Recuerden que la tarde anterior habíamos reemplazado de apuro una rueda pinchada, la cual no se ajustó del todo ya que Elsa iba a ir al pueblo a reparala y colocar la rueda original. La cuestión que no encontraron gomería abierta y la rueda sin apretar siguió su curso como si lo estuviera, hasta que decidió irse por su cuenta. Moraleja: pase lo que pase, apretar siempre apretar a full las tuercas, total siempre habrá tiempo para aflojarlas.

Utilizando la clásica de sacar una tuerca de cada una de las otras ruedas, recompusimos rápido la situación aunque algunos filetes de roscas se resistían un poco porque al andar flojas durante mucho tiempo se habían deformado un poco.

Pasado el susto seguimos derecho a la frontera y tuvimos a la vista el hito que buscábamos, obviamente en la parte alta de un cerrito.

Por supuesto no podíamos volvernos sin la foto de haber llegado a él, así que emprendimos la caminata hasta allí y lo logramos rápidamente. Desde la altura pudimos comprobar que del lado chileno la huella se transforma en un camino más transitable, ya que desde allí salen las expediciones que intentan ascender al San Lorenzo.

El regreso fue tranquilo aunque se notaba que con el final del  día el río Oro como consecuencia de la mayor temperatura de la tarde había acrecentado un poco su caudal subiendo algunos centímetros su nivel respecto de la ida. Nada preocupante pero coincidía con las apreciaciones que nos había hecho Leo antes de aventurarnos por esa zona.

Volvimos al casco de Los Ñirres, donde ya nos había conseguido preparar las ocho camas, pudiéndonos dar una ducha caliente completamente inesperada.

En la cocina económica, que estaba a todo vapor ya que la temperatura exterior había bajado bastante, por la noche Julio y Sonia nos deleitaron con un excelente pollo al disco que estaba para chuparse los dedos.

Un inesperado y fantástico día de descubrimientos había llegado a su fin.

EXPLORANDO LA “OTRA 40”: ENLACES DE IDA

17 al 25 de enero de 2020

PROLOGO

Este es uno de los tantos viajes anteriores a marzo 2020, que quedaron pendientes de escribir cuando se desató el tema pandemia cuando las preocupaciones pasaban por otro lado.

Fue el último viaje antes de la terrible situación que le tocó vivir a nuestra generación y que nos bloqueó por casi tres años. Nada fue igual después, empezando por muchos amigos que quedaron por el camino, empezando por la querida Raine Golab, compañera virtual de todos mis viajes.

Se trató de un recorrido muy interesante, del cual sin duda omitiré los detalles habituales porque cinco años es mucho tiempo para recordarlos. De todos modos lo intentaré. Vamos.

La apertura de un nuevo tramo de la RP41 al sur del lago Posadas fue un imán irresistible para elegir donde tomar una semana de vacaciones en mi querido sur.

El exitoso  y recordado intento de unir el lago Posadas y el Parque Nacional Perito Moreno allá por el lejano 2016, cuando todavía no había camino ni huella para vehículos de cuatro ruedas, nos proporcionó una poderosa razón para ir a ver por donde habían abierto el ahora camino público y si había coincidido o no con nuestra difícil incursión inicial.

Sobre esa base armamos un viaje que empezaría por investigar las nacientes del río Oro a los pies del gigante San Lorenzo, luego recorrería el nuevo trayecto desde el lago Posadas al Parque Nacional Perito Moreno, un par de días de descanso y algo de treking en dicho parque y luego intentaríamos “abrir” un paso directo hacia el sur hacia la zona de Tucu Tucu sin necesidad de salir hasta Las Horquetas para finalmente asomarnos a lo que alguna vez será el inicio de la gran aventura de llegar al lago San Martin por el oeste de la meseta de la Muerte.

Armamos un grupo de patagónicos fanáticos con Guillermo Loza y Elcira (Toyota Hilux), Julio Sastre y Sonia (Toyota SW4), Elsa Ons (Toyota Hilux), Jorge Cienfuegos (Toyota Prado) y el que escribe acompañado de su hijo, el flamante Dr. Pablo Juan Zerega en su viaje de egresado, con la Pampa 02.

Algunos quedamos en encontrarnos el sábado 18 por la mañana en Gobernador Costa ya que Guillermo y Julio saldrían de El Bolsón el mismo sábado y nosotros viajaríamos el viernes a la tarde después de una fugaz estadía por mi trabajo desde Puerto Madryn, donde hicimos noche el día jueves, que fue el día que utilizamos para viajar desde Florencio Varela. Elsa y Jorge viajarían desde Comodoro Rivadavia, ya que venían recorriendo la costa chubutense y se sumarían el sábado a la tarde directamente en Lago Posadas

El viernes por la mañana yo me dediqué a atender algunas cuestiones del laburo mientras  mi hijo anduvo caminando y disfrutando de una hermosa mañana de playa. Ya en ese momento empezaba a hablarse tímidamente de algo que podía ser una pandemia allá en la lejana China, en una cuidad, Wuhan que nunca habíamos escuchado antes.

Al mediodía nos fuimos para Trelew donde todavía me quedaba una breve reunión de trabajo y al final de la misma, ya liberado de todas las responsabilidades laborales, salimos hacia el lejano oeste chubutense.

En Gaiman nos detuvimos a saludar a mi amigo Eduardo Lada cuando nos enteramos que no iba a estar en la estancia La Oriental ya que se estaba recuperando de una dolencia física.

Como siempre, fue un placer compartir un rato con Eduardo y Sully (QEPD), lamentando no poder compartir la misma charla y el clásico asado en la estancia, mi lugar en el mundo.

Allí nos contó que justamente en la estancia iba a estar estaba su hija Rocío al mando, ya que un excéntrico magnate norteamericano, Gil Butler, que apadrina el Parque Nacional Perito Moreno iba a estar alojado con su comitiva inspeccionando que se hace con el dinero que dona para  su conservación y que normalmente no quiere que haya extraños merodeando mientras ellos permanecen allí. Cosas de los magnates.

No obstante iba a gestionar que aunque sea nos permitan acomodarnos en la zona de camping y por las duda nos encargó entregar un horno eléctrico que estaban esperando en la estancia como salvoconducto…

A eso de las tres de la tarde finalmente salimos con rumbo oeste sin destino prefijado. Sabiendo que debíamos encontrarnos a media mañana del día siguiente en Gobernador Costa, cualquier alternativa interesante para dormir por el camino la podíamos considerar sin problemas.

Sin apuro y disfrutando del paisaje se sucedieron Las Plumas, Los Altares, Paso de Indios y como no estábamos cansados, decidimos seguir derecho a Gobernador Costa pero lo hicimos por el desvío de ripio que lleva a José de San Martín, sin pasar por Tecka, atravesando las estribaciones norte de la Sierra Nevada.

Este camino es muy bonito, sube a un poco más 1000 msnm y hace entretenido y rápido el viaje, de modo que finalmente llegamos a destino, Gobernador Costa, casi de día.

Buscamos un hotel decente, nos alojamos y después, como no podía ser de otro modo, nos fuimos a cenar a lo de “El Petiso”, una legendaria  parrilla con menú fijo atendida por su dueño, el mismísimo Petiso, el cual te sirve lo que quiere sin preguntarte y la verdad que no es necesario, ni conveniente jajajajaja

Nos divertimos con una familia chilena que empezó a pedirle «variantes» del menú hasta que se hartó y les dijo amablemente que era lo que tenía o nada. Los chilenos se fueron enojados, sin entender de qué se trataba esto.

Como entrada te trae una olla de sopa donde te servís a voluntad y después vino de la casa acompañando un bife enorme con huevos fritos y salsa criolla, más papas hervidas y una ensalada. Todo en cantidades mayoristas.

Con todo esto no te queda lugar para postre, así que después de pagar una módica suma, nos fuimos derechito al sobre…

Sábado 18 de enero de 2020

El encuentro con los muchachos de El Bolsón se demoró un poco y se concretó cerca del mediodía así que con mi hijo nos dedicamos a retozar mientras recorrimos todos los rincones de Gobernador Costa mientras los lugareños ya nos saludaban como si hubiéramos vivido siempre allí. Al final recalamos en una especie de plaza con máquinas de ejercicio contra uno de los cerros y nos quedamos esperando allí, mateando y leyendo un poco con nuestras Kindle al solcito, que estaba precioso.

Al encontrarnos, cargamos combustible, compramos algunas cositas que faltaban para el pollo al disco previsto para la noche y salimos por la 40 con rumbo sur. Al pasar por Nueva Lubecka nos apuntamos que si teníamos tiempo a la vuelta había que encarar la RP23, una de las pocas chubutenses que todavía no recorrimos, la cual contornea y atraviesa la ignota Sierra Nevada, pasando por Buen Pasto.

Pasamos raudos por Rio Mayo, nos detuvimos en Perito Moreno para repostar combustible y continuamos a Bajo Caracoles, previa detención en la tranquera de la estancia La Vizcaína, puerta de acceso trasera del Parque Nacional Patagonia para verificar si tenía candado. Otro plan B por si acaso para el regreso.
(Fue Plan B pero cuatro años y medio después cuando fuimos a ver un eclipse solar)

En Bajo Caracoles dejamos la RN40 y tomamos la RP39 hacia el oeste rumbo a Lago Posadas, donde arribamos a media tarde.

Nos quedamos esperando a Elsa y a Jorge en la dirección de Turismo, donde hay señal de internet, verificando que habían salido de Perito Moreno no hacía mucho así que dejamos encendidas las radios para escuchar eventuales noticias al acercarse.

Al rato escuchamos a Elsa que habían roto una cubierta y que venían demorados, así que de algún modo nos quedamos tranquilos esperando. Tardaron bastante más de lo que suponíamos así que se nos complicó la ida acampar en la zona de la desembocadura del río Oro en la Estancia Suyai como habíamos planeado.

Era muy temprano para quedarse en el pueblo de Lago Posadas y muy tarde para corrernos hasta allá, sobre todo porque cayendo la noche nos perderíamos una parte de paisajes muy lindos .

Decidimos avanzar buscando algún lugar por el camino antes que nos sorprenda la oscuridad y eso ocurrió al acercarnos al mismísimo lago Posadas: una huella nos acercó a la costa del lago y pese al fuerte viento del oeste en su ribera, hallamos un razonable reparo entre los arbustos y hasta pudimos prender el fogón y cocinar algo la disco si mal no recuerdo.

Mientras nos acomodábamos, avisa Elsa por radio que había pinchado otra cubierta sobre la ruta, así que fuimos a ayudarla a cambiarla. Fue el inicio de una serie de problemas relacionados que más adelante contaremos: el apuro induce a cometer errores.

Arrullados por el viento y cansados de los largos enlaces del día, nos dormimos palpitando las aventuras del día siguiente en el río Oro.

MÁS SIERRAS Y MÁS SALINAS

28 de Julio de 2017

<< Ignotas sierras riojanas

Al día siguiente seguimos recorriendo la zona en modo norte sur, más recostados al oeste, sobre la parte mas alta del cordón serrano. Más o menos seguimos el curso de un arroyo con algo de agua y bastante arbolado, donde encontramos una sucesión continua de pobladores aislados.

Se fueron sucediendo paisajes muy bonitos, con mucha vegetación hasta desembocar en Villa Casana, un prolijo poblado bastante cerca de Tuani, pero al que accedimos después de un gigantesco rodeo.

Allí nos mencionaron la existencia de una cascada más al sur, que nos causó extrañeza por la escasez de agua en la zona de la cual tomamos nota y fuimos a ver. Como era de esperar era un modesto saltito de menos de un metro de altura, pero bueno, hay que ponerse en la perspectiva de la gente de la zona, que no tiene la suerte de conocer otras cosas.

Ahora dejamos la zona serrana para volver a la sal, a Pampa de las Salinas, donde teníamos previsto acampar. Pasamos por Chepes a repostar combustible y después a la pasada visitamos una de las estaciones ferroviarias adyacentes a ala RP143, REAL DEL CADILLO, la cual está ocupada pero nos mostró una interesante construcción de piedra.

Poco más adelante nos adentramos en el monte con el objeto de atravesar los Médanos Negros para llegar al salar de Mascasín y de allí ingresar por el norte a Pampa de las Salinas. Sorteando tranqueras y unos alambrados caídos pudimos avanzar bastante hacia el oeste pero un tenso y nuevo alambrado nos cerró el paso cuando todavía faltaba un buen trecho, así que abandonamos el intento después de mucho renegar con la vegetación y los arenales.

Volvimos al camino vecinal que hilvanando puestos nos llevó al poblado de Las Toscas y desde allí nos asomamos a la Pampa de las Salinas.

Como ya estábamos próximos al atardecer, buscamos un sitio adecuado sobre el borde mismo de las salinas sobre límite entre La Rioja y San Juan y armamos un maravilloso campamento mientras se preparaba una opípara cena enmarcada un en espectacular atardecer.

Al día siguiente, después de levantar el campamento, cruzamos la salina por su punta norte por una huella bien marcada que nos proporcionaba bastante seguridad, con destino a la «abertura» entre los médanos que limitan la salina por el oeste, la cual no es más que un río seco que las atraviesa en épocas de lluvias como afluente occidental de la salina.

Ya fuera de la salina, teníamos un objetivo difícil en las cercanías de Balde de Leyes, una curiosa formación vertical, que los motoqueros de Nestor Queralt bautizaron como «Pinga Parada» que hasta ahora sólo habíamos podido ver desde lejos.

Esta vez no fue muy diferente: si bien avanzamos bastante por ríos secos cada vez más estrechos, problemas en una de las chatas nos hicieron desistir dado lo tortuoso y lento de la aproximación.

Dejamos la zona ya que el tiempo para este viaje se comenzaba a acabar y al día siguiente teníamos que volver a casa.

Nos alcanzó el día para visitar la estación MASCASÍN y casi con la oscuridad sobre nosotros pudimos conocer EL CADILLO, un interesante trifinio en cuyo alrededor hay un pequeño pueblo con pobladores en tres provincias diferentes: Córdoba, La Rioja y San Luis. En las fotos siguientes podrán ver materializado el trifinio sobre el cruce de las dos calles centrales del pueblo.

Terminamos durmiendo en San Luis, en un lindo hotel sobre el dique La Huertita,

El regreso al Gran Buenos Aires lo hicimos por la AU55 de San Luis hasta Nueva Galia y luego por la RN 188, donde nos sorprendieron algunos importantes desvíos por las inundaciones a la altura de Rancul.

Así terminó este interesante viaje entre la sal y las sierras, allá por 2017, con lugares para volver en alguna otra oportunidad.

BUEN PASTO

03 de octubre de 2024

<< ANTES, EL ECLIPSE

Desayunamos en Rio Mayo alojados en el hotel AKATÁ, donde habíamos cenado muy bien la noche anterior.

El tiempo, ahora soleado y sin nubes, nos acompañaría en la aventura alternativa de asomarnos al lago Colhué Huapi, conocer el remoto Buen Pasto y luego intentar unir la RP23 con la RP24 cruzando el cordón de la Sierra Nevada.

Pesaba sobre nosotros la imagen del candado de la RP49c por lo cual el último objetivo era dudoso, pero igual encaramos con optimismo.

En la zona alrededor de Sarmiento hay muchos recorridos interesantes pero la mayoría de ellos requiere la autorización de los propietarios y la obtención de la llave de los candados. Se pueden intentar pero antes hay que hacer un largo trabajo de logística e investigación, que obviamente no habíamos realizado.

Por pura curiosidad, aunque sabíamos el resultado, antes de Sarmiento y sobre la RN26, arranca la llamada Huella del Medio, justo donde existía un viejo hotel demolido, de un nombre poco marketinero: Las Pulgas.

Esta huella era la antigua conexión de las carretas con la cordillera, pasando por Buen Pasto. Alejandro Aguado la ha descripto en muchos de sus posteos de Facebook y suena muy interesante ya que atraviesa varias viejas estancias con un enroscado desarrollo montañoso por la Sierra de San Bernardo.

Encontramos el arranque del sendero, pero justo allí una tranquera con una extraña cerradura con candado, anunciaba que se ingresaba al establecimiento Las Pulgas. Obviamente nos quedamos con las ganas.

Seguimos hasta Sarmiento bordeando el oeste del lago Musters y disfrutamos del verde del oasis generado por el pequeño delta del Río Senguerr al desaguar en el lago.

Cargamos combustible y nos largamos hacia el norte por la RP24, que bordea la cuenca seca del extinto lago Colhué Huapi.

Cuesta creer que la enorme extensión plana que se extiende hacia el este era un inmenso lago donde ahora sólo se ven grandes nubes de polvo arrastradas por el viento. Nos arrimamos a sus «costas» un par de veces para verificar de cerca lo que veíamos. Era así nomás…

Cuando se termina lo que queda del lago, se bifurca la RP24 y allí tomamos la RP23 hacia Buen Pasto y pronto apareció la costa norte del Musters en un neto contraste con su antiguo hermano de agua, ambos alimentados por el río Senguer.

La RP23 comenzó a internarse en la Sierra de San Bernardo para cruzarla y caer en el protegido y fértil valle de Buen Pasto. El típico paisaje patagónico de la meseta central de Chubut proporciona esa sensación inigualable de belleza y soledad que tanto me gusta.

Un remoto, pequeño y prolijo poblado con alrededor de 100 habitantes, a 914 msnm en plena meseta central patagónica, rodeada por la Sierra de Buen Pasto y la de las Hormigas. El clima tiene un gran rigor, muchas veces extremo; por el frío invernal, ciclos de sequías recurrentes y vientos intensos.

En lo personal este perdido pueblito tiene mucho significado porque era un recurrente tema de conversación con Raine Golab, ya que ambos nunca lo habíamos pisado. Me quedé siempre con las ganas de hacer un viaje con ella para conocerlo. No pudo ser.

El pueblo estaba desierto y pese a que recorrimos todas sus anchas calles de bloquecitos de hormigón, casi no vimos a nadie.

Dejamos Buen Pasto siguiendo la RP23 hacia el norte comenzando a costear la Sierra Nevada, dejándola a la derecha.

Por muchos kilómetros contemplamos consternados la enorme cantidad de guanacos y ovejas muertas que dejó el duro invierno de 2024. Muchos de ellos amontonados contra los alambrados que les impidieron seguir buscando el preciado alimento que pudiera mantenerlos vivos. Un panorama tan sobrecogedor que no nos animó a sacar foto alguna de la trágica situación.

Mas al norte, la Sierra Nevada justificó su toponimia, mostrando su pico más alto, que ronda los 1600 msnm, completamente blanco. A sus pies y a la orilla de una ignota laguna, paramos a almorzar y allí pudimos degustar los clásicos huevos con panceta de mi factura personal. No hay viajes del Pampa sin huevos con panceta.

Nos faltaba completar el objetivo de atravesar la Sierra Nevada por su extremo norte, uniendo la RP23 con la RP24 pero no sabíamos si era viable. Teníamos unos tracks pero eran algo difusos sobre las satelitales.

Si lo lográbamos, en pocas horas estaríamos en Paso de Indios muy temprano pero en caso contrario, estaríamos obligados a una larga vuelta por Gobernador Costa volviendo a la RN40 fugazmente, bien al oeste.

Apareció el desvío, poco transitado pero bien marcado y empezó la interminable apertura y cierre de tranqueras, donde Adriana lució sus conocimientos de tranquerismo. Encontramos primero varios puestos abandonados y luego a la vera de un cauce de un arroyo temporario con abundante agua, las primeras estancias en actividad, donde nos confirmaron que la huella era un camino vecinal público y que con paciencia llegaríamos a la RP24.

Siguió la incesante apertura y cierre de tranqueras y de este modo la enroscada huella nos fue llevando lentamente hacia la RP24. El objetivo inventado a último momento se había cumplido conociendo otra zona inexplorada de la meseta chubutense.

Recorrido del día

Era muy temprano para dormir en paso de Indios, así que decidimos llegarnos hasta Las Plumas y cenar y alojarnos en el Viejo Hotel

Llegamos a la tardecita y nos fuimos derecho a cenar, disfrutando de la despedida del viaje con la exquisita comida casera que sirve muy amablemente Marta.

Lo único que salió mal fue que cuando ocupamos las habitaciones no había agua para bañarse. Justo tuvimos la mala suerte que se quemó la bomba presurizadora central y pese a los esfuerzos de Marta y su esposo, no hubo forma de hacerla andar.

Pobres, ellos estaban mas preocupados que nosotros tratando de solucionar el problema y se deshacían en disculpas. Nos compensó con desayuno gratis por la mañana y todo quedó en una anécdota. Cosas que pasan.

Y así terminó el viaje del grupo de eclipsados, ya que al día siguiente cada uno siguió su propio rumbo. Nosotros pasamos por Puerto Madryn a visitar viejos amigos y desde allí volvimos a casa, parando a dormir en Macachín.

¡Otro viaje extraordinario con queridos amigos! 5516 km de felicidad y de bajo consumo. Bien la Ranger.

PD.: ¿Habrá otro eclipse que podamos ir a ver? Será en Patagonia en 2048, en una de esas llegamos… 🙂

PINTURAS RUPESTRES Y EL ECLIPSE

02 de octubre de 2024

<< VENIMOS DE PASO ROBALLOS

Salimos bien temprano de Estancia Suyai, sin saber muy bien todavía dónde sería el lugar adecuado para ver el eclipse.

El plan original que era ir a verlo en algún sitio de la línea de máximo oscurecimiento que corría aproximadamente entre Las Horquetas y San Julián, idealmente cerca de la estancia La María donde existen pinturas rupestres muy importantes; esta posibilidad se nos había diluido completamente ya que todos los pronósticos indicaban nubosidades entre el 60 y el 80% en esa zona y con estos números era un pecado haber hecho tantos kilómetros para no ver el eclipse.

Felizmente, los mismos pronósticos mostraban que más al norte, sacrificando un poco el porcentaje de oscurecimiento, la nubosidad bajaba hasta ser casi cero en Perito Moreno, límite para poder ver el anillo aunque sea un poco descentrado.

Nos encontramos de nuevo con el grupo en Lago Posadas y decidimos corrernos hasta Bajo Caracoles y allí decidir adonde dirigirnos. Ernesto había conseguido reparar a nuevo el tensor de la suspensión trasera y estaba otra vez en carrera.

Antes de salir nos anoticiamos que muy cerca del pueblo existían unas pinturas rupestres que podrían suplantar las que no veríamos en La María.

Recorrimos una precaria huella sin señalizar que arranca enseguida a la salida del pueblo hasta encontrar un imponente paredón donde dejamos las chatas y caminamos poco más de un kilómetro hasta ubicar la zona que nos habían informado. Costó encontrarlas pero al final lo logramos y valió la pena.

No son tantas como en la Cueva de las Manos pero hay una variedad interesante de formas y dibujos. desde el lugar se tiene una vista imponente del pueblo y del lago Posadas. La galería que sigue permite apreciar la afirmación anterior.

Cumplida esta misión nos dirigimos a Bajo Caracoles, donde Guillermo y Elcira nos esperaban con su motorhome. Antes de mediodía nos encontramos con ellos con lo cual el nutrido grupo de eclipsados se completó.

La novedad fue que contaban con una antena de Starlink, con lo cual teníamos acceso a Internet y podíamos tener datos online de la nubosidad.

Se confirmó que ir hacia el sur no era conveniente pero moviéndose un poco al norte había grandes probabilidades de éxito. La opción de la estancia La Vizcaína, que habíamos investigado ayer, se abrió como la mejor oportunidad ya que nos ponía en un sitio donde era posible ver el anillo con suficiente claridad.

Banda de visualización del eclipse: la línea central era el mejor lugar; finalmente lo vimos en el centro de la banda superior, cerca de la RN40

La caravana partió rauda hacia allí con el objeto de esperar el eclipse y de paso disfrutar de alguna de las comidas gourmet que Hugo había traído, tal como es su costumbre habitual.

Nos encontramos con Pedro, el dueño de la estancia, que estaba trabajando y salía para recorrer el campo y nos permitió establecernos al costado el casco al reparo del viento incesante.

Primero disfrutamos de un exquisito almuerzo con fideos y salsa boloñesa y después nos dispusimos a esperar el inicio del eclipse con máscaras de soldar, anteojos, trípodes y demás adminículos que cada uno había dispuesto al efecto.

A eso de las 16:30, a través de los filtros empezamos a ver como la luna empezaba a tapar al sol desde abajo hacia arriba. Lentamente lo fue cubriendo y a las 17:40 se pudo ver el espectacular delgado anillo concéntrico que buscábamos.

Si bien no se oscureció el día totalmente como si nos ocurrió en casos anteriores (La Rioja 2018 y Rio Negro 2021), se notó claramente la rara luminosidad que caracteriza a los eclipses, que genera esas extrañas sensaciones en quienes tuvimos la suerte de presenciarlos. La misión se había cumplido exitosamente!

El ciclo se completó unos 50 minutos después cuando la luna descubrió nuevamente el sol y todo volvió a la normalidad. Las siguiente secuencia de fotos muestra cómo fue evolucionando:

Lo novedoso fue que al tener Starlink, transmitimos en vivo el eclipse a todos nuestros amigos gracias al servicio generosamente prestado por Guillermo y Elcira 🙂

Levantamos campamento pero no pudimos despedirnos de Pedro y agradecerle su generosidad, pero le dejamos unas botellitas que seguro va a disfrutar…

En 2048 habrá otro eclipse del mismo tipo en esta misma zona, así que si llegamos vivos habrá otra oportunidad :). Por nuestra parte Adriana y yo tendremos apenas 89…

Nos quedaban unos días más en un itinerario que se había modificado debido a la nubosidad: el regreso por la costa había sido descartado, así que decidimos volver atrás y aprovechar para visitar el remoto pueblo de Buen Pasto y explorar la enigmática ruta P23 de Chubut, además de alguna otra sorpresa. Siempre guardo un as en la manga…

Terminamos yendo a dormir a la localidad de Rio Mayo, después de reservar hotel desde el medio de la nada gracias a Starlink.

Mañana sería el turno de conocer el postergado Buen Pasto

PASO ROBALLOS Y LAGO POSADAS

1 de octubre de 2024

<< VENIMOS DEL BOSQUE PETRIFICADO DE JARAMILLO

Con la incorporación de Adriana y Ernesto, la caravana de los eclipsados ya contaba con cinco vehículos, que partieron todos juntos hacia el sur con la idea de llegar a Lago Posadas, desde dónde en función de la nubosidad del día siguiente decidiríamos adonde dirigirnos.

El día sería un tranquilo paseo por los alucinantes paisajes que siempre depara la RP41 y de algún modo «descansar» del trajín de los días anteriores, ya que acumulábamos cerca de 3000 km en tres días.

RN40 hacia el sur, disfrutando de los paisajes coloridos del Río Pinturas hasta que pensando en las alternativas para el eclipse, entramos a preguntar si podríamos verlo dentro de la estancia La Vizcaína, donde alguna vez conocí al propietario y tiene buenos lugares para acceder a la meseta del lago Buenos Aires. Se acordó de los locos confluencieros del 2008 cuando hicimos LATITUD 48 y nos dijo que no tenía problemas en recibirnos. Ya teníamos reserva en ese lugar si hacía falta!

Pocos kilómetros después dejamos la RN40 y nos adentramos en la RP105, que te conduce por primero por paisajes de estepa, hasta encontrar el inmenso y aislado lago Ghío. donde las montañas hacen su aparición como prólogo del Paso Roballos.

La cantidad de nutridas manadas de guanacos en esta ruta es increíble. En todas las rutas patagónicas cruzar guanacos es algo común peronunca había visto tantos juntos.

Sólo en una manada que se nos cruzó contamos más de 100 ejemplares; seguramente la cercanía del Parque Nacional Patagonia, donde se encuentran protegidos, es un fuente inagotable de reproducción únicamente amenazada por la presencia de pumas, que indudablemente no alcanzan a balancear el número o tal vez se ocupan de las ovejas que son más fáciles de cazar.

El lago Ghío nos cautiva con su color turquesa y su vasta extensión a lo largo de la RP105. A medida que nos acercamos a la exquisita RP41, los paisajes se tornan aún más hermosos.

En el cruce de ambas rutas, nos reagrupamos y descubrimos que Ernesto tenía roto un tensor de la suspensión trasera. Aunque podía continuar, recomendamos que se dirigiera lentamente hacia Lago Posadas para repararlo y evitar riesgos. El resto del grupo seguiría hacia Paso Roballos y, posiblemente, subiríamos a la parte alta de la RP41 para experimentar la nieve que, en esta época del año, suele bloquear el camino. Sería la excusa perfecta para disfrutar de los paisajes de esta ruta escénica sin igual.

Efectivamente, llegamos hasta el Paso Internacional y en el regreso, cruzamos el río Roballos e iniciamos el ascenso. El clima, que había estado soleado, cambió repentinamente a nublado, comenzando con lloviznas y luego con aguanieve. No se veían huellas previas en el camino, señal de que nadie había pasado antes. La nieve acumulada desde el invierno se hizo presente a partir de los 1000 metros sobre el nivel del mar, y los bancos de nieve eran cada vez más grandes hasta que, al alcanzar los 1250 metros, ya no era seguro continuar sin asumir riesgos. Nos volvimos satisfechos.

Al descender, el clima volvió a cambiar y ahora fue el momento de las buenas fotos con el paisaje soleado.

la sorpresa fue un tremendo arco iris en el medio de las montañas que nos cautivó. Un regalo inesperado de la naturaleza.

No estábamos lejos de Lago Posadas y era temprano, así que optamos por la senda que te conduce directamente al istmo que separa el lago Posadas del Pueyrredón. Es una huella muy angosta y zigzagueante y muy entretenida que vale la pena hacer. El día se había vuelto soleado de nuevo.

Al llegar a La Angostura, nos dividimos. Adriana y yo habíamos tomado el compromiso de visitar a nuestros amigos de Suyai y eventualmente nos quedaríamos allí; los demás siguieron a Lago Posadas, donde tenían reserva de alojamiento y de paso se encontrarían con Ernesto. para ver si había solucionado su problema.

Quedamos en encontrarnos en Lago Posadas en la estación de Servicio a las 8:30 para decidir dónde veríamos el eclipse. Aquellos que se dirigieron directamente a Lago Posadas no pudieron resistirse a visitar el Arco de Piedra.

Aquellos que se dirigieron directamente a Lago Posadas no pudieron resistirse a visitar el Arco de Piedra; mientras tanto, nosotros optamos por quedarnos en Suyai, deleitándonos con un atardecer de ensueño y nos libramos de montar la carpa al encontrar justo un dormi disponible.

Fue un placer reencontrarnos con Roberto y su esposa, quienes, como siempre, nos brindaron momentos muy agradables de conversación. Siempre sentimos la necesidad de regresar a Suyai, otro de mis rincones favoritos en el mundo.

Aprovechando que teníamos internet estuvimos viendo adonde nos dirigiríamos mañana para ver el eclipse ya que por todos lados el pronóstico indicaba alta nubosidad, especialmente más al sur donde el oscurecimiento era máximo.

Mañana habría que decidir sobre la marcha, rumbo al eclipse.

LAS RP93 y RP49b&c y EL BOSQUE PETRIFICADO DE JARAMILLO

01 de octubre de 2024

<< VENIAMOS DE ACÁ

Nos levantamos temprano porque podríamos tener un largo día con complicaciones (lo que se cumplió) y entonces para las 8:30 estuvimos en orden de marcha. Esperábamos encontrar algo de barro en la RP93 porque la playa de la estación de servicio apareció toda encharcada y pensábamos esa podría ser la primera dificultad.

Siguiendo un tramo de la RN3 hacia el sur, tal como lo señalaba el GPS, tomamos la RP93 a través de una tranquera, la primera de muchas por abrir.

Aunque había llovido a unos 30 kilómetros al norte durante la noche en Fitz Roy, aquí solo quedaban rastros de una ligera garúa, lo que dejaba a nuestras huellas como las únicas visibles. Por lo menos, sabíamos que éramos los primeros en pasar ese día.

El primer tramo discurre por una extensión muy plana llamada Pampa del Tongoril y luego comienza a internarse por cañadones donde se encuentran escondidos cascos de estancias, a reparo del viento que aquí es amo y señor.

Cruzamos varios de ellos pero a medida que avanzábamos la calidad de la ruta se iba degradando hasta convertirse en una sendero precario y muy poco transitado, atravesado por cauces temporarios que lo deterioran permanentemente.

Esta ruta es rara vez transitada por turistas, ya que si bien conduce a través de un camino largo, agreste e incierto hacia el Bosque Petrificado de Jaramillo, al existir un acceso más directo y civilizado y directo por la RP49b, los turistas optan por este último.

Por lo tanto, su uso se restringe principalmente para llegar a las estancias y fue temporalmente transitada durante la construcción de la línea eléctrica de 500 kV cercana, evidencia de ello son los caminos secundarios que aún subsisten para acceder a cada torre, semejantes a cicatrices que se resisten a desaparecer.

¿Quienes se le animan? Nosotros!

Casi llegando a la RP49, un gran cauce de un rio seco había destrozado lo que quedaba de la RP93 y tuvimos que ingeniarnos un poco para atravesarlo, pero sin esfuerzos extraordinarios. Los paisajes empiezan a convertirse en alucinantes.

Ya en la RP49b, acceso natural al Bosque Petrificado de Jaramillo, nos encontramos con una perfecta ruta ripiada hasta el lugar donde están los guardaparques, en el acceso a la extensa Laguna del Bajo Grande, cementerio de los enormes troncos convertidos en piedra.

Por supuesto, nos detuvimos a conversar con el guardaparque, que nos impartió la charla introductoria y después fuimos a recorrer a pie el sendero que te conduce a la contemplación de los grandes troncos pétreos.

Adriana y yo conocemos el lugar desde 2006, pero siempre es agradable redescubrir estas cosas. Es ciertamente extraño pensar que hubo un bosque tropical en esta área, pero las evidencias son irrefutables.

Hay que tener en cuenta que sólo se puede acceder a una pequeña porción del parque a través de este sendero pero que el área protegida total es muy extensa y de momento es intangible. Según el guardaparque hay lugares donde se pueden encontrar hasta hojas petrificadas…

Otra vez se presenta la paradoja de vedar el acceso a todos para cuidarlo para las generaciones futuras que tampoco nunca lo van a poder ver, según este particular criterio conservacionista.

Toda esta gran depresión, el bajo de la Laguna Grande, que de vez en cuando se inunda, está dominado por el curioso cerro Madre e Hija, que hace las veces de guardián omnipresente de la zona.

Continuamos por la RP49b hacia el oeste con el objeto de salir a la RP12, pero a partir de aquí, si bien no es mala, no tiene el cuidado y mantenimiento del tramo entre la RN3 y el parque.

Realmente esperábamos algo mucho más áspero, ya que recordaba haber visto un cartel en la RP12 donde alertaba la peligrosidad del camino por curvas y fuertes pendientes además de la recomendación «SOLO 4×4». Nada que ver, cualquier vehículo alto lo puede transitar con precauciones normales.

Se trata de un típico camino secundario patagónico que primero asciende hasta salir del bajo, proporcionando una hermosa vista del parque hacia el este y luego transita entre pequeñas pampas y cañadones accediendo a distintas estancias, mientras manadas de guanacos se cruzan permanente y peligrosamente ante nosotros.

Llegamos a la RP12 completando el tramo b de la RP49; ahora subimos unos kilómetros hacia el norte con el objetivo de encarar el desconocido tramo c de la RP49 y de ese modo, unir la RP12 con la RP39.

Este tramo de 138 km no está en los mapas de la AVP aunque figura en el nomenclador vial con 74 km sin abrir. Por supuesto lo revisamos en las satelitales y la huella era visible en todo su recorrido y atravesaba a priori zonas muy interesantes con foco en la meseta El Pedrero; lo que no habíamos podido determinar era si las tranqueras tendrían candados y en que estado se encontraría la traza después del crudo invierno de 2024 con sus pesadas nevadas y posteriores deshielos. Pero, como buenos exploradores que somos, la íbamos a intentar de todos modos.

En el arranque, en la intersección de la RP12 y la 49c, casi fracasamos sin recorrer un solo metro: una tranquera con candado impedía el paso pero lo que había después era una ruta recién construida, bien enripiada y hasta con guardarraíles nuevitos: raro.

A simple vista, a unos 1000 metros se veía la estancia La Huella. Claudio y yo pateamos hasta allí para ver qué onda: No había nadie, ni siquiera perros aunque no lucía abandonada del todo.

Casi rendidos, se nos ocurrió recorrer los alambrados sobre la RP12 y a unos cientos de metros al sur encontramos una huella que permitía esquivar la tranquera sin romper nada.

Tal vez no era la mejor decisión teniendo por delante 138 km pero las ganas pudieron más y pisamos el inicio de la RP49c obviando la tranquera.

Los primeros diez kilómetros, como ya les expresé eran los de un ruta moderna recién abierta y en excelentes condiciones como esperando la inauguración pero paulatinamente se fue degradando a una huella de un solo carril, casi sin tránsito. Lo bueno era que se sucedieron multitud de tranqueras sin candado, lo que nos volvió optimistas respecto al futuro.

Lenta pero firmemente nos íbamos adentrando en geografías cada vez más interesantes y cambiantes ya que el precario sendero se desarrollaba zigzagueante por cañadones, esquivando pequeñas montañas de formas llamativas.

El plan era avanzar hasta un rato antes de anochecer y acampar en algún lugar remoto en el medio de la nada porque a ese ritmo no íbamos poder llegar a Bajo Caracoles ó Lago Posadas. Se preveía una noche de campamento con algunos grados bajo cero pero veníamos preparados.

Sin embargo, sucedió lo inesperado: después de casi 60 km, casi la mitad del recorrido, una tranquera con candado y un nuevo y tenso alambrado nos cortó la ilusión. Teníamos marcada en el mapa la estancia Cerro Argentino a unos cinco kilómetros más adelante pero siendo las 17:30, no era viable hacer esa caminata con resultado incierto.

¡Cómo extrañamos no haber llevado una bicicleta para poder hacer el intento!

Con la cola entre las patas, tuvimos que abortar el intento justo donde la huella prometía lugares impactantes. Pusimos en marcha el plan B, que era retomar la RP12 hasta Pico Truncado y de allí la RP43 hasta Perito Moreno.

Esto, si bien era más aburrido y cansador, no alteraba los planes del día siguiente, que eran llegarnos hasta Lago Posadas vía Paso Roballos.

Por otro lado, nos brindaba la oportunidad de deleitarnos con los paisajes asombrosos que revela la RP12 en esa región, cerca del desolado Puesto Policial Las Sierras. Al observar las geoformas multicolores, resulta sencillo visualizar castillos y palacios como los de los cuentos infantiles.

Estaba bastante despareja la RP12 al atravesar el valle del río Deseado pero llegamos sin problemas hasta Pico Truncado, desde donde hicimos las reservas de alojamiento en Perito Moreno, donde llegamos cerca de las 22:30.

En Perito Moreno estaban también Adriana y Ernesto, que habían sufrido una fuerte nevada (¿?) sobre la RN3 después de Garayalde y tuvieron que chapalear barro en la RP37 para llegar a Pampa del Castillo.

Cena rápida en el mismo hotel y a dormir para encarar el día siguiente, que sin bien era un tranquilo enlace, empezaba la preocupación por acertar donde habría poca nubosidad en los cielos para observar el eclipse.

Nos vemos en Paso Roballos y alrededores

ECLIPSADOS EN SANTA CRUZ

28 de setiembre al 05 de octubre de 2024

Una excelente excusa para recorrer rincones ignotos de Santa Cruz y Chubut

La noticia del eclipse anular del 2 de octubre de 2004 en la Patagonia encendió completamente mi entusiasmo para organizar un viaje centrado en ese fenómeno; las experiencias anteriores en La Rioja y en Río Negro habían sido excepcionales y nos habían marcado a todos.

Al compartir la idea en nuestro grupo de viajeros, rápidamente se sumaron media docena de interesados.

Así, nos dedicamos a buscar un sitio inusual y exclusivo (en el medio de la nada, por supuesto) para su observación y a diseñar una ruta que nos permitiera explorar algunas de las numerosas huellas y senderos aún desconocidos de las impresionantes provincias de Santa Cruz y Chubut.

Fuimos de la partida Elsa Ons, Hugo y Laura, Daniel y Claudio, Ernesto y Adriana, Sergio y Adriana y Guillermo y Elcira. Pablo y Marisa iban a venir pero problemas de salud los obligaron a desertar.

Les dejo el trailer de la expedición con algunas fotos representativas mientras escribo con más detalle lo que vivimos, intenso por cierto

No llegamos a armar una caravana al principio con todos juntos porque era un popurrí de situaciones individuales, pero acordamos encontrarnos en Bajo Caracoles el miércoles 3, bien temprano.

En particular, los que salimos el sábado 28 desde Buenos Aires y La Plata, nos agrupamos en San Antonio Oeste para cenar en el infaltable restaurante OLAF.

Desde allí, con un clima extremadamente variable y frío que alternaba entre sol, nubes, lluvia, niebla, viento y algo de nieve a lo largo de la RN03, concluimos el domingo por la noche en Fitz Roy. El alojamiento y la cena en la nueva estación de servicio YPF fueron excelentes. ¡Las habitaciones incluso cuentan con losa radiante!!

Lunes 1 de octubre: RP93-RP49B-BOSQUE PETRIFICADO JARAMILLO- RP49C

La aventura comenzó aquí, tomando la RP 93, siguiendo por la RP49B hasta el Bosque Petrificado de Jaramillo, continuando por la RP49B hasta la RP 12, el intento fallido de recorrer la RP49C hasta Bajo Caracoles y finalmente, un agotador regreso para pasar la noche en Perito Moreno. La idea era completar la RP49C acampando en algún remoto lugar de la meseta central pero no se pudo: una tranquera con candado nos lo impidió, cuando ya habíamos recorrido casi la mitad..

Martes 2 de octubre: EL PASO ROBALLOS Y EL LAGO PUEYRREDON

Un día de paseo por hermosos paisajes cordilleranos para arrimar a la zona del eclipse.

Bajamos por la RN40 hasta la RP105 , donde en su trazado pudimos contemplar el increíble y enorme lago Ghío antes de asomarnos al siempre sorprendente Paso Rodolfo Roballos con sus paisajes bellísimos.

Jugamos un rato subiendo por la RP41 rumbo a Los Antiguos hasta que la nieve acumulada del invierno nos frenó y luego nos dirigimos al sur parte por la misma ruta y parte por una sinuoso sendero que nos dejó en el istmo que divide el lago Posadas del Pueyrredón. Si todo iba bien, veríamos el eclipse en la zona pero…

Miércoles 3 de octubre: PINTURAS RUPESTRES Y EL ECLIPSE

Los pronósticos meteorológicos con alta nubosidad para la zona nos obligaron a salir a la RN40 y tener la posibilidad de buscar cielos sin nubes.

Antes de hacerlo, visitamos una desconocidas pinturas rupestres que se encuentran a pocos kilómetros del poblado de Lago Posadas. Luego nos dirigimos a Bajo caracoles donde Guillermo y Elcira nos sorprendieron con un Starlink a bordo de su camper, que nos permitía monitorear el pronóstico en cualquier parte.

Los lugares óptimos de observación del eclipse con la máxima cobertura de la luna sobre el sol eran hacia el sur, en la zona Las Horquetas, pero la nubosidad no bajaba del 60%. Por el contrario, hacia el norte sacrificando algo de cubrimiento, el pronóstico daba soleado.

Finalmente, nos instalamos en la estancia de un viejo conocido de cuando andábamos cazando confluencias y alía nos dispusimos a almorzar y a esperar el eclipse, el cual fue un éxito total.

Terminamos yendo a dormir a Rio Mayo abortando parte del plan de recorrer otras rutas más al sur que no conocíamos (RP79 y RP77).

Igual teníamos un as en la manga…

Jueves 4 de octubre: LA RP23, BUEN PASTO Y EL CRUCE DE LA SIERRA NEVADA

El as era conocer por fin la remota localidad de Buen Pasto y recorrer la RP23 entre el lago Musters y Nueva Lubecka. Cuando no faltaba mucho para culminar la tarea y llegar a la RN40, nos animamos por huellas que no están en los mapas a tratar de salir a Paso de Indios alcanzando la RP24, cosa que también logramos.

Fuimos a dormir a LAS PLUMAS donde en el Viejo Hotel tuvimos una anécdota inesperada…

Viernes 5 y sábado 6 de octubre: DE LAS PLUMAS A CASA

En LAS PLUMAS, concluidos los objetivos del viaje, cada uno se volvió a casa por donde mejor le quedaba. Adriana y yo pasamos a visitar amigos en Puerto Madryn y después terminamos durmiendo en Macachín. A la tarde del sábado estábamos en casa, muy contentos del viaje realizado, de haber podido ver el eclipse y de haber gozada de unos espléndidos días con buenos amigos.

LA SALIDA NORTE DE HUARACO Y REGRESO POR PAYUNIA

01 y 02 de abril de 2024

<< HUARACO DESDE EL SUR

Nos despertamos virtualmente congelados. La noche había sido muy fría y los termómetros de las chatas descendieron hasta -5°C a las 8:00 am.

Por suerte, mi espalda acusó poco recibo del porrazo de ayer y no sentí nada que un Actrón no pudiera solucionar. El día de manejo estaba asegurado.

El amanecer nos regaló imágenes indescriptibles, de colores cambiantes a medida que febo se iba asomando entre los cerros.

La bruma sobre las aguas insólitamente quietas debido a la falta de viento, creaba una atmósfera mágica que luego se fue diluyendo hasta convertirse en un día luminoso de sol mientras desayunábamos algo caliente para sacarnos el frío.

Todos estábamos ansiosos por transitar la parte final y desconocida de la travesía, que podía resultar en un gigantesco fracaso por la cantidad de kilómetros que tendríamos que desandar si algún obstáculo nos impedía completar el recorrido.

La gran duda era un zigzag muy vertical hacia el final, donde un pequeño derrumbe nos podía dejar «fuori».

La caravana arrancó rodeando Huaraco por el este, ya que por el oeste el pedrero era virtualmente impasable. Pablo, que había hecho el relevamiento satelital, tomó el comando y nos lideró por la huella, en muchos tramos bastante borrosa.

Huella muy entretenida, que primero trepa hasta casi hasta los 2600 msnm y después, por los filos desciende acompañando el profundo cañón del arroyo Huaraco; alterna tramos de estepa con afloramientos de lava volcánica, con impactantes visuales de la cordillera del Viento. Cada tanto se descuelgan otras huellas que conducen vaya a saber dónde y que serán objeto de algún futuro viaje.

El tramo final, donde el temido zigzag nos tenía preocupados, estaba en buenas condiciones pero las curvas son tan cerradas que requieren negociar varias maniobras para sortearlas.

Con gran alegría divisamos la RP53 con la satisfacción de haber logrado cerrar un nuevo circuito cordillerano alrededor del volcán Domuyo, que por la situación climática, apenas vimos fugazmente.

Un rápido tránsito hasta Barrancas donde reaprovisionamos combustible (hay que tomarse un tiempo porque el que atiende la estación tiene múltiples actividades y hay que esperarlo) y desde allí subimos por la RN40 hasta «La Pasarela», donde obligatoriamente tomamos unas fotos.

Luego nos metimos en la Payunia por la RP183, atravesando el yacimiento petrolero «El Fortunoso».

Luego tomamos las RP186 y RP180 bordeando la reserva natural de la Payunia y previa escala fugaz en Mina Ethel, seguimos hacia Agua Escondida y La Humada con destino final Santa Isabel, donde pasamos la noche y compartimos la última cena del viaje con el grupo.

Al día siguiente, salimos muy temprano hacia Buenos Aires y antes de caer la tarde, ya estábamos en casa.

Un finde XXL muy bien disfrutando con los amigos de siempre, a los que les agradezco la excelente compañía.

El norte de Neuquén, nunca falla.

Hasta la próxima

DE LAS OLLETAS A HUARACO POR LA RP68

31 de marzo de 2024

<< CAJÓN DE LOS NEVADOS

El domingo de Pascuas nos encontró en las estribaciones de la cordillera del Viento, con el objetivo de llegar a nuestra esquiva laguna Huaraco, un vieja aspiración no cumplida.

Desayunamos con una Rosca de Pascuas que habíamos traído para la ocasión y después empezamos el día haciendo un breve desvío yendo a visitar Las Olletas, donde un enorme piquete de chivos casi no nos deja pasar.

Las Olletas son unos pequeños geiseres en el cauce del arroyo Covunco , el cual corre en una profunda garganta tallada en la roca.

Desde donde se dejan los vehículos hay que caminar unos dos kilómetros por una angostita huella de herradura que te lleva hasta el lugar donde se encuentran estos continuos afloramientos de agua hirviente.

Un geiser con bastante presión y temperatura
Lindo para hervir el puchero….

Mientras disfrutábamos de estos fantásticos fenómenos naturales, nos alcanzó el rebaño de chivos y la caballada que habíamos sorteado más atrás.

El arreo cruzando el Covunco

Acá el espectáculo era más llamativo porque casi todos tenían que pasar por un angostito puente sobre el arroyo y el amontonamiento era monumental. Los increíbles perros que las guiaban trabajaban a destajo para que no se desordenaran.

Volvimos a las chatas para emprender la aventura de la RP68, que todos teníamos muchas ganar de conocer.

El día estaba gris y con pinta de empezar a lloviznar pero esto no iba impedir encararla. La RP68 fue abierta recientemente y conecta el norte neuquino en forma directa con Chos Malal sin pasar por Andacollo, cruzando el corazón de la Cordillera del Viento, muy cerca del Domuyo.

Su trazado es impresionante, ya que todo el tiempo, excepto cuando se transita la Pampa Ferraina, parece que vas volando en un avión sobrevolando los profundos cañadones por prolijos caminos de cornisa, que por ahora, por cuestiones de seguridad, sólo es recomendado para vehículos 4×4. Cuando la llovizna creció en intensidad, entendimos el porqué de la recomendación, ya que el piso es básicamente de tierra y se vuelve resbaladizo.

No llegamos hasta el final de la RP68 en Tricao Malal, porque nuestro objetivo era otro y después de vadear el río Curi Leuvú, tomamos un desvío a la izquierda que nos hizo pasar por la sorprendente laguna Palao, a los pies del cerro homónimo.

Esta laguna se mostró con un inesperado e intenso color verde esmeralda que se llevó las mejores fotos del viaje. El cerro Palao, parcialmente cubierto por la nubosidad mostraba que había recibido alguna suave nevada durante el día y nos presagiaba una noche bastante extrema.

Seguimos hacia adelante, torciendo hacia el norte con rumbo a la laguna Huaraco, ahora por una huella cada vez menos transitada y despareja, atravesando un terreno decididamente de origen volcánico.

Después de vadear el arroyo Poñihue, la última trepada nos depositó en la remota y desolada laguna Huaraco, donde teníamos previsto acampar.

El frío, la llovizna y el viento reinante no la hacían el mejor lugar pero a esta altura del día no teníamos opción. Encontrar un lugar con algo de reparo y despejado de piedras dio bastante trabajo pero al final nos conseguimos apiñar cerca de una pared rocosa donde pese al frío conseguimos calentar un explosivo guiso de lentejas que había traído Pablo que degustamos con voracidad.

Mientras tanto, la anécdota fue que mientras yo bajaba cosas de la caja de la chata, le erré a un escalón de piedra que había acomodado para subir y caí de espaldas al piso. Muy milagrosamente no me hice nada: podría haberme lastimado seriamente si alguna piedrita se interponía entre mi espalda y el suelo pero por suerte no pasó de un gran susto.

Un atardecer increíble despidió un intenso día mientras la bajada de temperatura se hacía sentir.

Mañana intentaríamos salir por una huella desconocida hacia Barrancas, cerrando el circuito.

SALIDA NORTE DE HUARACO >>

« Entradas anteriores

© 2025 Lodelpampa_new

Tema por Anders NorenArriba ↑