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Categoría: Travesias Grosas (Página 2 de 4)

MINA GONZALITO

13 de enero de 2024

Terminada la primera tanda de estaciones faltantes sobre la RN23 del tren Patagónico donde ahora sólo me faltan visitar dos estaciones y dos apeaderos entre Bariloche y San Antonio Oeste, era demasiado temprano para no hacer algo más antes de alojarnos en el puerto donde preveíamos una cena con mariscos en el reconocido restaurante Olaf.

No hay mucho entre Valcheta y San Antonio Oeste pero si uno busca, siempre algo hay.

Ese algo terminó siendo el recuerdo de un cartel sobre la RN3 que siempre me había llamado la atención y que por su posición geográfica siempre me había quedado pendiente por quedar a contramano de mis destinos: MINA GONZALITO.

Esta vez, con un «pequeño» desvío en Aguada Cecilio y Sierra Pailemán, pasar a asomarnos a la mina, quedaba más o menos en la ruta. Y allá fuimos.

La RP58 hasta Sierra Pailemán está muy buena, con mucho tránsito de camiones que traen piedra caliza para la planta de ALPAT que produce carbonato de sodio, desde una cantera que está reemplazando a la antigua cercana a Aguada Cecilio, todavía en operación.

El carbonato de sodio además de utilizarse para las industrias del vidrio, cerámica y jabón es el compuesto más demandado durante el proceso de producción del carbonato de litio a partir de salmueras, ya que es el insumo necesario para precipitar el litio. Esto tiene relación directa con la reciente rehabilitación del tramo ferroviario entre Carmen de Patagones y Bahía Blanca, ya que Tren Patagónico, está llevando este insumo hasta el norte argentino a través de la red, según se puede leer en el siguiente vínculo: https://www.bariloche2000.com/noticias/leer/litio-el-carbonato-es-una-gran-unidad-de-negocio-para-el-tren-patagonico/151523

Continuamos luego por un atajo desde Sierra Pailemán hacia Gonzalito, también utilizado para acceder al PCCA (Proyecto Conservación del Cóndor Andino, donde regularmente se hacen sueltas de cóndores, el cual ya no está tan transitado y hay que andarse con cuidado porque tiene muchas zanjas por cortadas de agua de lluvias.

Cuando este atajo se acerca a la RP61, que une la RN3 y Arroyo Los Berros, aparece lo inesperado, el abandonado y gigantesco proyecto minero Mina Gonzalito..

A diferencia de la mina La Angela que habíamos conocido el día anterior, esta quedó como lo dejaron al abandonarla, es decir que no se hizo remediación alguna, solo vandalismo artificial y erosión natural.

A simple vista, el área afectada era y es muy grande, apreciándose diques de cola secos, acopios de materiales, estructuras metálicas y tanques oxidados que el viento sacude y hace gemir lastimosamente.

Como me viene ocurriendo en todo este viaje, al estar improvisando destinos, no estaba al tanto al detalle de lo que se podía encontrar y termino haciéndolo en casa a medida que voy mirando las fotos. Al momento de la visita, no sabía ni siquiera qué minerales se explotaban aquí.

Les cuento que se trató de una mina que comenzó a operar en la década de 1950 extrayendo Plomo y Zinc, operada por una empresa denominada Geotécnica S.A., que obviamente desapareció cuando el negocio dejó de ser rentable, allá por 1982.

El yacimiento fue descubierto por un tal Gonzalo Corchado, luego Comisionado de Fomento de Arroyo Ventana, de donde supongo derivó el nombre del emprendimiento.

Al principio, durante los primeros años, solamente se extraía mineral a cielo abierto mediante tajos y socavones de hasta 9 metros de profundidad y a medida que se fueron agotando este tipo de reservas, se transformó en una explotación subterránea con chimeneas y piques de casi 200 metros de profundidad, con galerías horizontales de hasta 300 metros de desarrollo.

La cuestión es que en la década de 1960 la actividad subterránea se consolidó y entonces la necesidad de mano de mano de obra también, llegando a establecerse aquí, en este desierto infernal, más de 300 familias, conformándose de la nada en una población estable.

Se radicaron obreros bolivianos, chilenos, peruanos y del norte argentino, para llevar adelante la sacrificada labor. Expertos en minas llegaron desde distintos puntos del país, para sumarse a los extranjeros, conformando así un extraño y pintoresco pueblo multicultural.

Aquí en la mina, además de la extracción de los minerales, se hacía un primer procesamiento de concentrados de plomo y zinc, que explica las ruinas de instalaciones industriales dispersas por todo el predio, para luego ser trasladados a una planta de fundición en San Antonio Oeste.

El día que estuvimos allí hacía 37°C y pese a que por suerte no había viento, era difícil pensar establecerse para vivir aquí. Imaginen esto unos 70 años atrás, sin pavimentos cercanos (el asfalto de la RN3 llegaba lastimosamente a Bahía Blanca), sin comunicaciones, sin servicios de salud, sin agua potable y seguramente en condiciones durísimas de trabajo, no solamente por el esfuerzo y la paga, sino por las medidas de seguridad en el trabajo.

Sin embargo, en un grupo de Facebook «Mina Gonzalito somos todos», creado en 2022, el cual volvió a reunir a viejos pobladores y sus descendientes, pude leer muy interesantes testimonios donde todos recuerdan con cariño y nostalgia los buenos momentos que pasaron allí. Que diferentes son las perspectivas de las personas, según la vida que nos tocó llevar!

La gran cantidad de edificios, destechados y vandalizados, confirma la importancia de la población en su apogeo.

Todo lo anterior podría ser lo bueno de este emprendimiento, pero después de su cierre en la década de 1980, sobrevivieron los desastres ambientales, que aún permanecen como cicatrices abiertas, cuya arista visible inmediata es la cerrada oposición de las cercanas poblaciones de las provincias de Rio Negro y Chubut a los proyectos mineros. Mina Gonzalito es uno de los argumentos mas sólidos que esgrimen.

¡ Cuanto vale una explotación minera cuidadosa, controlada y sustentable y cuanto daño hace algo mal hecho!

Geotécnica creó ese pueblo y su partida lo hizo desaparecer, dejando el yacimiento con todos sus contaminantes al libre albedrío, con pozos abiertos que son un peligro, con estructuras a punto de caerse y cosas por el estilo. Remediación ambiental cero.

Transcribo parte de un artículo publicado en el diario Rio Negro hace un tiempo, que resume la situación

Pero Mina Gonzalito encierra muchos peligros reales hoy mismo: el pique, los químicos, los pozos. Hasta la inmensa cantidad de hierros y chapas herrumbradas son un riesgo concreto. Para el Derecho Civil, quien genera el daño debe prevenir sus efectos. O repararlos. Podrá decirse, como descargo, que cuando Geotécnica se retiró los usos y costumbres no incluían las normas actuales de seguridad y medio ambiente. O, tal vez, que está en una de las zonas de más baja densidad de la provincia. Hasta llama la atención que el camino que pasa por el medio de lo que fueron mina y aldea –y que vincula Sierra Pailemán con la Ruta 3– ni siquiera esté señalado en el mapa que el Estado de Río Negro entrega en las oficinas de Turismo. Aunque lo recorran cientos de personas cada año para asistir en setiembre a la suelta de cóndores, esa ceremonia ecologista por naturaleza. No está señalado ni con línea de puntos. Como si Mina Gonzalito no existiera. Como si, al obviarla, no correspondiera preguntar qué hicieron en los últimos 30 años los responsables del área de Medio Ambiente para exigir que se remedie el área, para prevenir que personas o animales sufran perjuicios. En otro país, Mina Gonzalito sería evidencia de un pasado del cual es posible aprender. Hasta podría ser un atractivo turístico, debidamente acondicionada con rejas que eviten caer en el pique o alambrados que demarquen las áreas peligrosas. Con cartelería que contara su historia, fechas, nombres, datos técnicos, que explicara de dónde vinieron y a dónde fueron las personas que habitaron en esas casas y se ganaron la vida trabajando en ese lugar. Aquí no. Está así, abierta, expuesta y a la vista. Con su soledad y su presencia humana. Como delatando las acciones. Y las omisiones

Diario rio negro

Lamentablemente el daño no fue sólo en el yacimiento, incluso el más grave fue en la misma ciudad de San Antonio Oeste, al depositar millones de kilos de material cargado de plomo y otros metales pesados cerca de la zona urbanizada y la ría.

Estudios realizados en 1995 revelaron niveles elevados de plomo, cinc y cadmio en la Bahía San Antonio. Diez años después, se descubrió que los mejillones de la ría contenían plomo, lo que llevó a la sospecha de contaminación en la población.

Se formó un equipo multisectorial para analizar la situación, y las pruebas realizadas en 200 niños en 2005 mostraron que casi el 20% tenía niveles de plomo en sangre superiores a lo aceptado por la OMS. A pesar de las promesas de remediación, en 2012 se encontró que más del 40% de los niños aún tenían niveles elevados de plomo. La promesa de remediación nunca se cumplió, dejando a la población afectada y las consecuencias de la minería irresponsable persisten.

Nos fuimos de este impensado destino, con la satisfacción de haberlo conocido y con el sabor amargo de su historia.

Ahora, a cenar y descansar en San Antonio Oeste. Pedí mariscos pero de haber sabido todo esto no hubiera elegido mejillones…

Nos vemos en la próxima, otra vez montados a los rieles del Tren Patagónico.

TRES ESTACIONES DESCONOCIDAS DEL TREN PATAGÓNICO

14 de enero de 2024

Después de la ajetreada noche del campamento en Somuncurá, amanecimos como en otra dimensión: una mañana esplendida, sin una sola nube y sin nada de viento, como para que disfrutemos de nuestros últimos de la meseta antes de bajar a Prahaniyeu y de allí dirigirnos a Los Menucos.

En Los Menucos repusimos combustible y comimos algo mientras nos aturdían los loros que se juntaban a miles en los árboles de la YPF del ACA.

Seguimos por la RN23 con destino final San Antonio Oeste pero teníamos que ver si continuábamos completando la colección de estaciones del Tren Patagónico, de las cuales nos faltan pocas.

Una de ellas es Teniente Maza, para la cual hay que tomar el camino a un emprendimiento minero de bentonita y al cruzar las vías, aparece el viejo apeadero, dónde sólo sobreviven el anden de material, unos contrapisos de alguna pequeña edificación, un aljibe pequeño y un poste del telégrafo.
Ni rastros de los carteles.

Teniente Maza recuerda a uno de los oficiales muertos durante la Campaña al Desierto. En planos topográficos del mayor Jacobo Wysoschi, publicados en 1877, figura con su nombre el fortín próximo a Guamini.

Otra más a la bolsa!

A la estación Musters alguna vez la había fotografiado desde lejos y siempre tuve ganas de ir a visitarla. Esta vez, pese al calor agobiante y después de revisar prolijamente los alambrados, concluí que no se podría arrimar con la chata y me decidí a ir caminado. Era poco más un kilómetro de puro desierto polvoriento, pero así son las cosas. Esta vez Adriana se quedó a esperarme con el aire acondicionado puesto…

Alguna vez fue un hermoso edificio de ladrillo a la vista, al que lo han vandalizado hasta donde pudieron. No obstante conserva esos sorprendentes detalles constructivos inexplicables en un lugar aislado como éste.

En su momento debe haber sido un buen homenaje a George Chaworth Musters, el viajero ingles que cruzó toda la Patagonia y autor del delicioso libro «Vida entre los Patagones». Hoy, en su estado mucho no lo enaltece.

Pajalta era la otra estación que tenía en la mira. Está pasando Valcheta hacia el este, muy cerca de la ruta pero no es fácil de distinguir porque sólo está el andén, algunos restos de escombros y lo que fue su nomenclador pero sin la leyenda. Encima un profundo cañadón separa el terraplén ferroviario de la ruta y dificulta el acceso. No obstante la encontramos y anotamos una más.

Segun Udaondo en su Nomenclador de Estaciones, el nombre se debe a que en la región donde la gramínea denominada paja, que tanto se usa para construcción de ranchos.

Si querés saber algo más de Pajalta, Jorge Castañeda, el reconocido escritor de Valcheta, te lo cuenta acá: https://www.masrionegro.com/2019/04/17/el-paraje-rionegrino-paja-altaun-punado-de-casas-dispersas-en-medio-de-un-paisaje-agreste/

El próximo episodio, pese al intenso calor reinante, sería en Mina Gonzalito

DE PASO DEL SAPO A SOMUNCURÁ: inventando caminos

13 de enero de 2024

Después de recorrer el Cañadón de la Buitrera, seguimos hacia el sur rumbo a Paso del Sapo, un pueblo de curioso nombre que no conocíamos, donde repostamos combustible y compramos algunos víveres.

El raro nombre es derivado del de un poblador costero apodado «Sapo», que vivía junto al vado por donde cruzaban el río Chubut con las carretas para seguir la travesía hacia Gastre, Gan Gan, Telsen y finalmente Puerto Madryn (actual RP4), en la época de la colonización galesa. Ahora hay un moderno puente de la RP13 que te lleva hacia el norte.

Lo que no teníamos definido era nuestro derrotero de regreso ya que podíamos ir por ruta fácil y conocida hacia Jacobacci (RP13 y RP76) o podíamos ir por Gan Gan por RP4, visitar un amigo en Pampa de Talagapa por RP67 y subir a Somuncurá por RP8 (todo conocido) o «inventar» un «camino» que me había comentado Raine Golab uniendo Gastre y la Mina La Angela para luego a través de la RP72 y la RP5 pasar por el Caín y asomarnos a Somuncurá por la RP8. Alguna vez lo había estudiado en Google Earth y por suerte esa traza no relevada estaba en Viajeros Mapas como reaseguro.

Si bien tenía el riesgo de que estábamos solos ya que seguro que por allí no andaría nadie ¿adivinen cual elegimos? Un poco de adrenalina no vendría mal para tomarle confianza a Pampa 03.

Al llegar a Gastre, donde volvimos a cargar combustible, tomamos el recaudo de preguntar si al menos alguien sabía de la existencia de esa huella.

Un ocasional transeúnte a la hora de la siesta, nos dijo que existía, pero que casi nadie la usa y no tenía idea de su estado. Perfecto, era lo que queríamos escuchar!

El primer tramo del sendero estaba bien marcado, con Adriana abriendo y cerrando de nuevo infinidad de tranqueras, enhebrando estancias dispersas; con el correr de los kilómetros se fue desdibujando, pero se podía identificar claramente con la ayuda del GPS.

Al pasar por la estancia Ñancuyique perdimos el rastro ya que parecía ser el lugar hasta donde se usaba regularmente la huella.

No obstante volvimos a encontrar la traza confiando en el GPS pero ahora ya estaba complemente en desuso; seguimos avanzando hacia el norte por un trazado zigzagueante que subía lentamente al acercarnos al paralelo 42, donde nos esperaba la RP72, en las proximidades de la mina abandonada «La Angela», la cual se nos había negado en 2007 cuando tratamos de llegar por la RP72 desde el oeste viniendo de Jacobacci por culpa de una tranquera con mil candados cuando andábamos cazando confluencias.

Por supuesto que antes de encarar la RP72 hacia El Caín, teníamos que ir a ver que había sido de esa tranquera y tal vez asomarnos, ahora si, a la mina abandonada.

Pasamos frente a un solitario puesto casi sobre la pretendida RP72, donde su morador nos miró con extrañeza desde una ventana. Claro, ¿Quién puede andar paseando por estos lares? Sólo el Pampa y señora…

Encontramos el desvío a la mina y nos asomamos a ver que onda. Algunas construcciones derrumbadas y vestigios de excavaciones pero, al menos desde la chata no se podía apreciar gran cosa.

Hace muchos años que se abandonó y la naturaleza va cubriendo las heridas que el hombre le propinó. Había muchas huellas que se adentraban en las serranías pero no me quise arriesgara estropear alguna cubierta con alpatacos o hierros o derrumbes inesperados.

Tan poco se veía que saqué una sola foto de una huellita interesante.

La historia de esta mina es controvertida. Explotaban oro, plata, cinc y plomo y la discontinuaron porque no era productiva. En marzo de 2021 la compró Patagonia Gold (titular del vecino proyecto rionegrino Calcatreu) porque parece que han descubierto que todavía tiene mucho para dar, a la espera que Chubut alguna vez facilite las explotaciones mineras. El siguiente newsletter que confirma esta operación: https://latin-metals.com/news-releases/patagonia-exercises-option-to-acquire-latin-metals-mina-angela-project-chubut-province-argentina/

Por otra parte en algunos reportes la dan como un ejemplo de saneamiento ambiental del cierre de una mina y en otros dicen que fue desastroso, a tal punto que afirman que el arroyo Maquinchao transporta todavía restos de cadmio.

Al regreso, cuando me puse a investigar por curiosidad, encontré mucha información, que de haberla tenido en el momento de la visita, seguramente me hubiera empujado a explorar más ya que en las fotos satelitales se puede ver que había mucho más adentrándose algunos kilómetros hacia el sur.

Hay muchos artículos en Internet, les dejo el que da un pantallazo bastante claro de este emprendimiento, que en su momento empleó 450 personas alojados en campamento: https://www.studocu.com/es-ar/document/universidad-nacional-de-catamarca/servicios-mineros/tpn0-1-cierre-y-remediacion-de-mina-angela/8691011

Salimos de la mina y nos fuimos a la tranquera, que estaba igual que quince años atrás, aunque ahora sin los candados. La RP72 ahora está expedita.

Estaba a menos de 200 metros de la confluencia 42°S 69°O, así que no quedó otro remedio que ir a registrarla de nuevo. La crónica del 2007, acá esta: 42°S 69°O en 2007 (éramos tan jóvenes)

Cumplido el ritual confluenciero, pegamos la vuelta y remontamos la RP72 hacia el noreste, la cual, salvo los primeros kilómetros donde es apenas una huella, a partir de la estancia Rucu Luan está en excelente estado.

Al llegar al cruce de la RP5 nos desviamos hacia El Caín, donde nos detuvimos a registrarnos para ingresar a Somuncurá.

El policía que nos atendió nos previno que estaban pronosticadas tormentas sobre la meseta y que tuviéramos cuidado. Tomamos nota pero eso no desalentó nuestra ilusión de hacer un campamento somuncuresco.

Seguimos por la RP5 hasta interceptar la RP8 que lleva a Prahuaniyeu, donde no paramos de abrir y cerrar tranqueras. No es la parte más dura de Somuncurá pero es una buena muestra.

Caía la tarde y había que buscar donde acampar; se veían cielos con tormentas a lo lejos, alternados con sectores completamente despejados. Parecía que todas estaban a gran distancia y que no nos iban a afectar, así que cuando vimos el único puesto arbolado de la meseta, nos arrimamos para ver si ese era el mejor lugar.

El lugar era ideal, un puesto abandonado con mucho verde y muchos árboles: una rareza.

Mientras elegíamos el mejor lugarcito, de la nada se desató un fuerte viento que hacía bramar los árboles como advirtiéndonos que no era un lugar seguro. Una rama sobre la carpa o sobre la chata podía ser una complicación o un disgusto innecesario, así que desechamos la opción, total, sombra no necesitábamos.

Volvimos un poco hacia atrás a un descampado que era como parte del cauce de una laguna seca y curiosamente el viento cesó: era la indicación de que era el lugar a elegir. Increíble la diferencia en unos cientos de metros. Somuncurá, «la piedra que canta» nos aconsejó de ese modo.

Armamos el campamento y cenamos algo frugal mientras anochecía en un silencio sepulcral, con paisaje cambiante de nubosidades que presagiaban lluvias pero alejadas de nosotros.

Al rato pasó una vieja F100 que se caía a pedazos, siendo el único vehículo que cruzamos desde que salimos de Paso del Sapo, descontando los que encontramos en Gastre y El Caín. Todo el día andando y un sólo vehículo!

Acampar en un lugar así en Somuncurá, con Adriana, fue una especie de vieja aspiración cumplida. Un lugar increíble en soledad total.

Al acostarnos, todavía con algo de luz, a lo lejos se veían algunos refucilos; el día no había terminado aún…

Al oscurecerse del todo, a través de la tela de la carpa, comenzamos primero a ver el resplandor de los refucilos, luego los relámpagos, a continuación truenos interminables y ensordecedores y por último la lluvia, no muy intensa pero magnificada al golpear el sobretecho de nuestra carpa. No hacía una hora que nos habíamos acostado y no pudimos pegar un ojo por un par de horas hasta que todo se calmó.

La preocupación no eran ni la lluvia ni los rayos pero sí que una granizada nos deje a Pampa 03 como picada de viruela.

A eso de las dos de la mañana, cesó de llover y nos dormimos como angelitos.

Somuncurá ya nos había puesto los puntos. ¿Queríamos adrenalina? Vaya si la tuvimos!

Y la pucha que valió la pena…

CAÑADÓN DE LA BUITRERA

<< LA CALDERA DE PIEDRA PARADA

11 de enero de 2024

La caldera de Piedra Parada todavía no nos iba a soltar así nomas porque nos tenía que hacer degustar la frutilla del postre, es decir el domo que le dio origen a su nombre y el famoso Cañadón de la Buitrera.

Ambos fenómenos naturales son producto de los procesos que describí en la entrada anterior y ambos fueron revelados por la erosión hídrica ejecutada a lo largo de los millones de años por el desagote de la laguna del Hunco y del propio río Chubut.

Entraremos en un mundo «vertical» ya que como podrán apreciar, casi todas las fotos están en ese formato: tanto la Piedra Parada como el cañadón son muy esbeltos para tomas horizontales.

Nos detuvimos frente a la Piedra Parada, que ya los galeses habían bautizado como «Standing Stone» en 1866 e hicimos la caminata a su alrededor para apreciarla desde todos sus ángulos y al estar tan cerca, tomamos conciencia de su verdadera magnitud: con su altura que ronda los 240 metros y su base de unos 100 metros de diámetro es algo increíble.

Esta roca es uno de los domos que se generaron después del colapso de la caldera y que estuvo sepultada por cenizas y agua, hasta que la paciente erosión del rio Chubut la sacó a la luz.

Luego, previo registro en la caseta de control del guardafauna, salimos a hacer la caminata por el cañadón de la Buitrera, que actualmente es un Área Natural Protegida de la provincia del Chubut y es la única zona de la caldera que reviste ese carácter.

El trekking de ida y vuelta, siempre por dentro del angosto cañadón, es de unos 10 kilómetros con baja dificultad. Sólo hay que llevar agua suficiente porque el arroyito no es de agua potable y en verano el calor aprieta mucho.

El guardafauna nos comentó que el grueso de las visitas no son para trekking sino que muchos jóvenes (y no tanto) ingresan para realizar escaladas por las paredes verticales.

El cañadón de la Buitrera mantiene aún una muestra de un arroyito que lo surca, que increíblemente fue el que produjo la erosión de este cañón con paredes verticales de alrededor de 100 metros de altura.

El recorrido es muy bonito y placentero y te hace sentir realmente muy chiquito frente a la naturaleza.

Casi sobre el final del sendero, una especie de «cueva» a la cual era fácil llegar, despertó nuestra curiosidad y nos arrimamos. No era una cueva, sino que era un angostísimo cañadón subsidiario del principal que no hubo otro remedio que investigar.

Nos adentramos unos doscientos o trescientos metros en un escenario sobrecogedor: ancho variable entre 6 y 10 metros y altura superior a los 50 o 60 metros te hacen sentir una hormiga. Si sufrís claustrofobia, no te conviene entrar, su traza serpenteante parece encerrarte y pensar en un pequeño derrumbe te puede perturbar mucho si sos temeroso. No es que sea probable, pero se te pasa por la cabeza…

Es muy parecido, en miniatura, al promocionado interior del volcán Malacara de la Payunia.

Al regreso ya había muchos escaladores practicando. Para los que no sabemos del asunto, se nos eriza la piel de sólo pensar que cualquier mínimo problema físico, te puede dejar colgando de una soga y un clavo a 30 o 40 metros de altura, siempre cuando estés atado. Nos pareció que alguno no toman siquiera esa chance.

Te quedas viendo lo que hacen deseando no ser testigo de algún accidente porque debe ser terrible, aunque al decir del guardafauna, por suerte son muy poco frecuentes.

Culminado nuestro trekking, el cual valió verdaderamente la pena, salimos con la única certeza que iríamos hasta Paso del Sapo; luego sería la intuición quien nos guiaría, quien sabe por donde…

LA CALDERA DE PIEDRA PARADA: con cariño dedicado a Raine Golab

10 de enero de 2024

<< HUELLA DE LOS RIFLEROS

Después de cargar combustible en Gualjaina, habíamos pensado en ir a Piedra Parada para acampar junto al río. Sin embargo al tomar la RP12, un desvío al nuevo puente Ubaldo Ongarato sobre el río Chubut que conduce al Paraje El Mirador nos tentó.

Este puente no existía en nuestra incursión anterior (estaba en construcción) y decidí ir a verlo con la oculta intención de ver si podíamos acampar en el centro de la caldera del volcán, en el Puesto de Alvarez, proyecto condicionado por el rumor de tranqueras con candado.

Cruzamos el nuevo puente y la primer tranquera estaba abierta pero confusamente anunciaba «peajes». Me acerqué al puesto próximo a preguntar y me confirmó lo del peaje pero era para acampar junto al río en su propiedad.

El puestero me aseguró que la huella vecinal hasta lo de Alvarez no tenía tranqueras infranqueables y entonces nos largamos a recorrerla.

Me acordé de mi querida amiga Raine Golab, que amaba este lugar y que de algún modo su recuerdo me empujó a visitarlo nuevamente; era fanática de la zona y recuerdo que me quedaron los borradores de una presentación sobre la caldera de Piedra Parada que íbamos a hacer juntos por Zoom durante la pandemia y que lamentablemente no pudimos concretar porque partió antes de este mundo para seguirnos desde algún lugar privilegiado.

Les resumo con mis palabras lo que pude entender de este complejo volcánico particular, ya que no es el clásico volcán cónico que aprendimos a dibujar en el colegio formado por la constante erupción de una chimenea central que derrama lava por sus laderas y así va creciendo en altura y volumen.

Estos volcanes, denominados estratovolcanes por su crecimiento en capas o estratos, son como los que se encuentran en la cordillera de los Andes, producto del apilamiento de más de 4.000 metros de lavas y cenizas.

Una caldera, si bien en su origen funciona como un estratovolcán, es el resultado del colapso del techo de la cámara magmática que expulsa la lava, es decir que se muere durante el parto.

De algún modo, la combinación del peso de la lava expulsada, la resistencia del techo de la cámara y el vacío del material expulsado de la cámara generan una implosión y que se forme, en vez de una prominente montaña, una gran depresión circular, rellenada parcialmente con los escombros del derrumbe.

La figura que sigue ilustra los procesos:

Después de la implosión, la actividad ígnea continua con la erupción de nubes ardientes (cenizas incandescentes mezcladas con gases y trozos de roca), que se esparcen por grandes distancias debido a su baja viscosidad. Al soldarse
dicho material incandescente, se forman las rocas denominadas ignimbritas, que quedan rodeando la depresión, formando una planicie más allá de los labios del cráter.

En la depresión es frecuente que se forme un lago por retención de aguas de lluvia. Aquí en Piedra Parada se llamó Laguna del Hunco.

Con posterioridad, en el lago empiezan a asomar pequeñas islas volcánicas que son el resultado de la efusión del magma que quedó como remanente en la gran cámara magmática subyacente. Esta actividad póstuma genera grandes volúmenes de cenizas, lavas y domos (erupciones de lava poco fluidas que no llegan a derramarse), que terminan por colmatar el lago.

Una vez agotado el suministro de magma, el sistema muere y queda expuesto a los procesos erosivos que pueden volver a desenterrar la caldera.
En Piedra Parada, el río Chubut cortó y erosionó a la caldera, generando los magníficos paisajes y exposiciones actuales.

Como referencia les comento que lo que les describí, ocurrió apenas hace 50 millones de años y a ese pasado es donde nos vamos a sumergir.

La huella nos llevó a volver a ver unos raros pliegues que habíamos detectado en 2015, los cuales siguen sin ser planchados…

Esta huella trepa hasta los 1200 msnm por el labio de la caldera volcánica para permitirte ingresar a su fascinante interior; es muy pintoresca y entretenida, revelando paisajes deslumbrantes a cada paso, especialmente en el descenso al cráter. El track lo tenía en el GPS por gentileza de Viajeros Mapas por lo que no había dudas de los desvíos, que hay muchos y te podés confundir con facilidad.

Tiene infinidad de tranqueras de todo tipo y Adriana aprovechó sus viejos conocimientos de tranquerismo y yo de su paciencia, para abrir y cerrar una tras otra. La foto es elocuente….

La huella está muy poco transitada y en algunos lugares seguro que Pampa 03 recibió sus primeras caricias no deseadas.

Finalmente, nos depositó en el centro de la caldera, donde se encuentra en un escenario privilegiado, el Puesto de Álvarez. No se puede creer la vista de 360° que este señor dispone todos los días desde su morada.

Les recuerdo que pese a ser camino público, las propiedades son privadas por lo que es indispensable solicitar permisos a los pobladores si uno piensa acampar, como era nuestro caso. Estaba cayendo la tarde y era el lugar exacto para un campamento; sin embargo, tuvimos la mala suerte que Don Álvarez no estaba en su casa y no nos animamos a quedarnos sin su venia, aunque descontábamos su aprobación.

El interior de la caldera es algo sensacional, al Creador se le fue la mano con la belleza y con la paleta de colores. Habiendo estado allí les aseguro que las fotos no alcanzan a reflejar mínimamente todos estos paisajes que fueron fruto de tremendas erupciones volcánicas.

Seguimos hacia adelante por la otra huella más al este que te saca de la caldera a las cercanías de la Piedra Parada, ahora si con la idea de pasar la noche junto al río.

Esta segunda huella es también alucinante, ya que es un muestrario perfecto de vulcanismo con geoformas de todo tipo y color a cada metro de recorrido, una invitación a «gastar rollos de fotos», muestra de mi edad cronológica.

Todavía con luz suficiente llegamos a Piedra Parada, donde consultamos al Guardafauna por lugares para acampar libremente y por el horario de acceso al Cañadón de la Buitrera, que caminaríamos mañana.

Nos aconsejó la ribera de enfrente, alejados de la RP12 pero junto al río Chubut,que nos arrulló con el murmullo suave de sus aguas corriendo.

Mañana sería otro largo e intenso día por la estepa y la mesetas, por lugares muy solitarios no convencionales, salvo el Cañadón de la Buitrera, temprano en la mañana.

LAGOS ENGAÑO y GUACHO, RP17 y LA HUELLA DE LOS RIFLEROS: de la cordillera a la estepa

10 de enero de 2024

<< LAGO VINTTER

Dejamos el lago Vintter, donde podríamos habernos quedado mucho más si no fuera por el tiempo tirano que rigieron estas breves vacaciones.

Teníamos que empezar a volver pero lo bueno es que era sin planes especiales, solo desandar para el regreso metiendo las narices en cualquier cosa que nos llame la atención o al menos en lugares donde Adriana no haya estado.

La RP 17 y la parte oculta de la Huella de los Rifleros eran algunas de esas cosas.

Para este primer día de retorno, la etapa inicial fue conocer el lago Engaño para el cual retomamos la RP44 hacia el norte, pasando por la naciente del río Corcovado, bordeando el lago Vintter por el este. Poco después del puente, un desvío señalizado a la izquierda te lleva al lago Engaño; la huella realmente es muy mala pero me permitió probar la baja de Pampa 03, atravesando interminables plantaciones de pinos nuevos. Estuve por esta zona hace como 25 años y el cambio es notable en sus tonos de verde.

Llegamos hasta la primer bajada al lago, que sin duda es un lugar para pescadores ya que había un campamento desierto con varias carpas y trailers para lanchas vacíos. Se veían las lanchas pescando en el lago, escondidas en caletas al reparo del viento.

La huella seguía hacia el lago Falso Engaño, pero no nos entusiasmó el paisaje como para seguir renegando con las piedras. Retornamos a la RP44.

Seguimos de nuevo al norte y ahora nos asomamos al lago Guacho, que ya conocíamos, pero para ver qué onda.

Con el acceso más amigable que el lago Engaño, tiene buenos sitios para acampar (no muchos cerca del lago) y el paisaje es mucho más bonito. No cambió mucho en los últimos años, pero se destaca que pese a estar accesible, está todo muy limpio y bien conservado.

Seguimos por la RP44 con rumbo a Corcovado, ascendiendo a más de 1000 snnm por esta pintoresca traza cordillerana, que a juzgar por la cartelería es brava en invierno, con mucha nieve.

En Corcovado paramos a comer algo al costado del río homónimo aguas abajo del viejo puente de metálico y su clásico tableteo. Como todos los ríos del sur, la copiosa nieve del invierno 2024 los dotó de mucho caudal. Debe estar muy buena la excursión de rafting.

Ahora fue el momento de conocer una ruta que siempre había postergado, la RP17 entre Corcovado y Tecka.

Ruta muy bonita, es una perfecta transición entre la boscosa cordillera y la estepa, con paisajes cambiantes en forma continua y de un ripio muy bueno que permite manejar tranquilo y apreciar el entorno, disfrutando de mates y buena música. En su tramo final acompaña al río Tecka en su devenir hacia el rio Chubut destacando un angosto puente sin baranda que puede ser muy peligroso en un viaje nocturno.

Ya en la RN40, el próximo objetivo era seguir completando la Huella de Los Rifleros de Fontana que por tramos venimos recorriendo entre Trelew y Trevelin.

El tramo turístico más conocido entre Tecka y Trevelin (RP34) ya lo conocíamos, al igual que los tramos entre Trelew – Las Plumas (RN25) y Paso de Indios – Paso Berwin (RP12) pero nos faltaba el sector entre Tecka y Paso del Sapo (RN40, RN25, RP 14 y RP12). También nos falta el tramo Las Plumas – Paso de Indios, que si bien sigue la actual RN25, lo hace por la margen opuesta del río que justamente cruzaron en Paso de Indios; todavía no encontré cómo entrarle…

El derrotero completo de los Rifleros galeses realizado allá por 1885, está relatado en detalle en el interesante libro Rocky Trip de Sergio Sepiurka y Jorge Miglione, que por supuesto recomiendo.

El tramo de nuestro interés actual va bordeando el río Tecka (RN40) , el río Gualjaina (RP14) y un tramo del río Chubut (RP12), el cual fue originalmente una de los primeras huellas utilizadas para alcanzar la cordillera con los viejos y pesados carros tirados por mulas. Luego con el tiempo esa ruta se fue rectificando, llegando a Tecka por Pampa de Agnia a través de la RP62 (actual pavimento)

Para acomenterlo subimos hacia el norte costeando el río Tecka hasta la intersección con la RN25 (ripiada) que lleva a Colán Conhué y de allí unos 23 km por dicha ruta hasta el río Gualjaina, el cual nos acompañaría siguiendo la RP14, sorprendentemente en muy buenas condiciones, sin serrucho, hasta el mismo poblado de Gualjaina, donde aprovechamos a reaprovisionar combustible.

Promediaba la tarde y ahora había que ir buscando un lugar donde acampar y se me ocurrió que un sitio interesante sería el interior de la caldera del volcán Piedra Parada o la costa del río Chubut, si teníamos la suerte de no encontrar tranqueras cerradas, como había oído por ahí.

Les adelanto que lo logramos, pero eso se los cuento en la próxima entrega.

DOS DÍAS EN LAGO VINTTER

<< SIERRA GRANDE, RIO PICO, LAGO TRES

08 y 09 de enero de 2024

Después de dos intensos días de viaje, nos merecíamos una pausa. Años atrás habíamos acampado en forma libre en las costas del lago Vintter y guardábamos un grato recuerdo del lugar pero sabíamos que ahora, como viene ocurriendo sistemáticamente, todos estos sitios se van cerrando con tranqueras y alambrados.

Es frustrante no poder acceder pero de algún modo hay que ponerse en lugar de los propietarios que muchas veces se ven invadidos por gente que no toma los recaudos mínimos para respetar la naturaleza de esos sitios y los obligan a que nos veden el acceso a todos: basura, fuegos mal apagados, cortar leñas de arboles vivos, molestar a los animales, etc.

En mi larga experiencia de años descubriendo lugares poco transitados creo que nunca tuve problemas para ingresar a ninguno pero si los tuve cuando comenzaron a popularizarse. Así pagan justos por pecadores y lamentablemente esto no tiene marcha atrás, una verdadera pena.

Salimos del lago Tres por la RP44 y más allá de las hermosos paisajes con plantaciones de pinos que ya conocíamos, nos sorprendió la cantidad de nieve en las montañas, más propia de fines de primavera que de entrado el verano. Por el camino de acceso confirmamos la presencia de los nuevos alambrados que impiden llegar al lago libremente.

La cuestión que sabiendo esto de antemano, habíamos averiguado opciones y recalamos en Cabañas Nikita, que posee algunas espectaculares parcelas para acampar en el medio del bosque de lengas y ñires, con un pabellón común con baños y duchas de agua caliente, un refugio techado y un fogón leña por parcela. Sin embargo lo mejor es la atención de la señora Gretel y de las hermanos Sergio («Pelado») y Fernando con sus esposas que te hacen sentir como en casa, con su cálida atención personalizada.

Les recomiendo visitar el sitio https://nikitalagovintter.com , donde podrán leer la interesante historia de Nikita y Gretel, matrimonio fundador de este paradisíaco lugar andino.

Originalmente era un lugar casi exclusivo de pescadores, pero con el correr del tiempo también se ha convertido en un excelente lugar para acampantes sin caña de pescar. Adriana y yo somos de esta clase de visitantes aunque debo reconocer que de origen fui pescador, lo que fue devorado por mi pasión por viajar y conocer, cuando me subí a un todo terreno, hace más 20 años.

Decidimos quedarnos un par de días, en lo posible sin mover la chata y aprovechamos para usar la vieja carpa doble para cuatro que usábamos cuando los chicos nos acompañaban: una suite en el bosque. Muchos años sin salir de su bolsa, merecía volver a ver la luz en un lugar como éste.

Como dije, el primer día fue de completo relax, dedicándonos a la lectura y a breves paseos por el bosque y la costa del lago.

El segundo día fue más intenso, ya que después de escuchar al «Pelado», nos envalentonó para hacer un trekking de unos 10 km al cerro El Riñón, la mayor parte por una empinada huella para vehículos dentro del denso bosque andino, lo cual parecía sencillo, pero las larguísimas pendientes continuas, ideales para los vehículos cansan unos músculos a la subida y te destrozan otros y las uñas de los pies a la bajada, frenando constantemente. Por senderos de trekking suele haber subidas más abruptas y cortas pero estas largas subidas sin fin te destruyen mentalmente porque parecen interminables.

El entorno es paradisíaco, la densa vegetación y los frescos arroyo de agua cristalina se disfrutan a cada paso y aunque agotador, el esfuerzo por recorrerlo es placentero.

Si bien es una huella automotor, es bastante estrecha y acechada por la vegetación por lo que para hacer con un vehículo hay que estar dispuesto a rayarlo un poco. Fue buena decisión no asomar a Pampa 03 aquí ya que no hubiera podido sustraerme a recorrerla y por otra parte, tampoco hubiera podido darla vuelta fácilmente una vez que la embocase; la parte final se vuelve embarrada y muy empinada, sin duda esto es para Pampa 02…

No obstante, como sarna con gusto no pica, llegamos casi hasta el final de la huella vehicular donde desde un mirador natural se tiene una espectacular vista casi 360° del lago y todas las boscosas laderas que lo circundan.

No seguimos hacia la cumbre de El Riñón porque la verdad no nos daba el cuero, pero indudablemente habrá otra vez en el futuro.

Cansados y felices, retornamos al campamento, donde nos dedicamos a descansar y a preparar el fogón para cocinar unos riquísimos penne rigate con tuco al disco.

La mañana del miércoles siguiente amaneció muy fría y desarmamos prolijamente el campamento para seguir con nuestra gira, que terminaría siendo mágica y misteriosa.

Cabañas Nikita, volveremos!

Seguimos con rumbo norte a la RP17 y a la huella de los Rifleros

SIERRA GRANDE, LA VIEJA RN 25 y RIO PICO

6 de enero de 2024

<< Introducción al viaje

Salimos temprano desde casa con rumbo sur con la idea de hacer poco más de 1000 km en el día apuntando a San Antonio Oeste o General Conesa.

Para variar un poco en lugar de usar las tradicionales RN 3 y RN 51 pasando por Bahía Blanca, innovamos por La Pampa, tomando la RN 35 y la RN 154 hasta La Adela; es un poco más largo (no mucho) pero realmente es muchísimo más tranquilo y descansado. Buena opción.

Este alargue terminó siendo un atajo temporal, ya que sin mucho esfuerzo nos llegamos hasta Sierra Grande, donde el hotel homónimo es una muy buena posibilidad ya que lo modernizaron un poco y no es muy caro.

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7 de enero de 2024

Siempre que pasé por Sierra Grande solamente había parado a dormir o a cargar combustible sin apartarme de la ruta. Nunca se me había ocurrido darme una vueltita por dentro el pueblo en la creencia que luego de su extinguido esplendor minero de HIPASAM era un pueblo desierto que no valía pena visitar.

Esta vez, tempranito a la mañana, después de desayunar y antes de retomar la ruta nos asomamos a su interior. Y fue una grata sorpresa porque lejos de parecer un pueblo abandonado parece tener algo de actividad y se lo ve bastante cuidado para lo que me esperaba.

No sé cual es su actividad actual pero evidentemente algo lo mueve. Tal vez el turismo de Playas Doradas o el turismo minero.

La idea era llegar a Rio Pico, donde un viejo compañero de aventuras nos iba a estar esperando con un motorhome para al menos compartir unos vinitos.

El camino era conocido: RN3, RN25, RP63, RN40 y R19 y como nos sobraba el tiempo para llegar a la tardecita como planeado, al pasar Las Plumas nos internamos al pasado por un desvío que se descuelga hacia el sur.

Todo aquél enamorado de la Patagonia que pudo recorrer la escénica ruta nacional 25 que atraviesa Chubut de este a oeste corriendo a la par del río Chubut pasando por Las Plumas, Los Altares y Paso de Indios se debe este desvío para conocer la vieja ruta que en lugar de acompañar al rio se adentraba  en la colorida estepa patagónica y atravesaba la ignota Sierra de los Guanacos.

La ruta aún existe y se la ha renombrado como ruta provincial 53 y les informo que está en muy buen estado y que aún conserva los típicos mojones de hormigón de las rutas nacionales que ya no se usan más.

A poco de dejar Las Plumas, un desvío a la izquierda señalizado con rumbo a El Sombrero te introduce de lleno en un típico paisaje patagónico como se solía ver hace 30 o 40 años cuando el asfalto era una rareza. Una cinta de ripio en muy buenas condiciones, serpenteante en el plano horizontal y vertical te muestra porque la modernidad esquivó esta traza, pero te proporciona el placer de manejar en solitario disfrutando de paisajes lunares.

Al atravesar la Sierra de los Guancos te eleva por una simpática cuesta  a 1000 metros de altura y te permite ver los amplios horizontes que delimitan la meseta de Canquel por el este. Pura Patagonia para fanáticos.

Un sinnúmero de vados secos te avisan que la debés evitar sí estuvo lloviendo y que tenés que tener cuidado de no comerte alguna “cortada” si pasás después de una lluvia reciente. Son los únicos recaudos que hay que tomar si decidís encarar este pequeña aventura de 150 km que te devuelve al asfalto en Paso de Indios.

En una de mis anteriores expediciones a la zona, tuvimos que salir bajo una terrible lluvia y si bien renegamos un poco, reconozco que nunca me había divertido tanto manejando en el resbaloso barro colorado de esta ruta.

En Paso de Indios retomamos la nueva traza y sin inconvenientes llegamos a Rio Pico, donde sin muchos inconvenientes encontramos a nuestro amigo Claudio y su esposa Gabriela, esperándonos para matear en la plaza del pueblo.

De allí decidimos acercarnos al Lago Tres, donde sabíamos del camping municipal «Arco Iris» que nos había acogido en el pasado con buenos sitios de acampe.

Armamos campamento, disfrutamos de una hermosa y extensa charla con nuestros amigos mientras picamos algo en los refugios que cada sitio dispone y nos fuimos a dormir con el deber cumplido.

Por la mañana, la belleza del lago Tres nos permitió sacar unas muy buenas fotos y luego levantamos campamento, nosotros partimos con rumbo al lago Vintter y Claudio con rumbo sur ya que seguirían hacia El Chaltén.

Nos vemos en LAGO VINTTER >>

VIAJE RELAMPAGO AL SUR

6 al 14 de Enero de 2024

Mis vacaciones formales pedidas con tiempo están previstas para marzo, pero un inesperado hueco en el trabajo me «obligó» a tomarme una semanita extra en enero. No tenía nada pensado especialmente ya que fue de improviso, así que pusimos rumbo a mi querida Patagonia sin muchos planes a hacer uno de esos intensos viajes relámpago (literalmente) que me caracterizan.

Pampa 03 tenía que empezar a sentir el rigor y convertirse en un correcaminos, como debe ser.

En el mapita pueden apreciar el recorrido que hicimos, donde en cada uno de esos puntos rojos tengo cosas para contarles de lugares invisibles para el turismo masivo con interesantes historias.

Sólo como anticipo les «resumo»: salimos de casa y dormimos en Sierra Grande, recreamos la vieja traza de la RN25, pasamos por Río Pico, acampamos tres noches en los lagos 3 y Vintter, descubrimos la bonita RP17 entre Corcovado y Tecka, conocimos la parte oculta de la Huella de los Rifleros, recorrimos por dentro toda la caldera de Piedra Parada, acampamos a orillas del río Chubut, nos caminamos todo el Cañadón de la Buitrera, pasamos por Paso del Sapo y Gastre, nos arriesgamos a una tortuosa y desconocida huella desde Gastre a El Caín, conociendo lo que queda de la mina Angela y marcando una confluencia, acampamos en plena meseta de Somuncurá bajo una fuerte tormenta de rayos y truenos, visitamos las estaciones Teniente Maza, Musters y Pajalta del Tren Patagónico, nos asombramos con la mina Gonzalito, descansamos en San Antonio Oeste, hilvanamos tres estaciones más del Patagónico de muy difícil acceso: Vicealmirante O´Çonnor, Liborio Bernal y General Nicolas Palacios y por último también visitamos las estaciones de Cardenal Cagliero, Desvío Salinera, José B. Casas y la sorprendente Stroeder. Finalmente nos alojamos en Coronel Pringles para volver a casa el día siguiente.

Intenso para sólo nueve días, no?

Pronto empieza la saga de blogs donde les cuento los detalles, por ahora les muestro un breve álbum de fotos.

SIERRA GRANDE, EX RN25 y RIO PICO

LAGO VINTTER

LAGOS ENGAÑO y GUACHO, RP17 y HUELLA DE LOS RIFLEROS

LA CALDERA DE PIEDRA PARADA

CAÑADÓN DE LA BUITRERA

DE PASO DEL SAPO A SOMUNCURÁ

TRES ESTACIONES DEL PATAGONICO EN LINEA SUR

MINA GONZALITO

MAS ESTACIONES DEL PATAGONICO ANTES DE VIEDMA

ESTACIONES AL NORTE DE PATAGONES

IGNOTAS SIERRAS DEL SUR RIOJANO

26 al 27 de julio de 2017

<< Canteras y arte rupestre

Primera actividad de la mañana fue ir a visitar la casa del Chacho Peñaloza, donde fue asesinado brutalmente, después de rendirse frente al enemigo.

Fue el 12 de noviembre del año 1863 durante la presidencia de Bartolomé Mitre y luego de matarlo, exhibieron su cabeza en una pica en la plaza de Olta.

La muerte del Chacho inundó de tristeza a La Rioja, debido a que el caudillo era una figura muy popular. Cosas oscuras de la historia, que según quien la cuenta y en que contexto se la encaja, se pasa de héroe a villano y viceversa.

La Discovery se venía quejando al pasar los cambios y finalmente se plantó. Y no hubo más caso. Mientras el resto del grupo se fue a pasear por los alrededores, de Olta, con Claudio nos abocamos a tratar de analizar el problema en la YPF de la RP76, el cual se reveló como una rotura de una selectora de plástico en la base la palanca de cambios.

Una ingeniosa reparación con «Perbond» y unos rezos esotéricos a San Land Rover nos pusieron en camino nuevamente y nos encontramos con el grupo en el dique de Anzulón para iniciar la recorrida de las sierras del sur de La Rioja.

Primero nos dirigimos a Desiderio Tello, donde pasamos a visitar la estación ferroviaria en desuso y abandonada a su suerte, como verán en el carrusel siguiente:

Luego ya nos adentramos por las huellas y caminos de tierra por el corazón del sur de las sierras riojanas.

Era un enigma lo que había allí adentro y la intención era conocerlas en profundidad por lo que le dedicaríamos un par días para meternos en todas las sendas que aparecieran.

Subimos hacia el norte pasando por ignotos caseríos como Chelcos, Árbol Barrido, El Cerco, El Quemado, Mollaco y Nacate, disfrutando de solitarios y novedosos paisajes y angostas huellas enroscadas, sin mucha dificultad.

Más fotos de este tramo en el visor:

Después de mucho deambular llegamos a la ruta que une Olta con Malanzán a la altura de Solca, habiendo completado el primer cruce sur-norte del viaje por esta zona desconocida de La Rioja.

Sobre esta ruta provincial hay formaciones rocosas muy curiosas, una suerte de Talampaya en miniatura, donde también se pueden encontrar petroglifos al costado mismo de la ruta. A la zona se la denomina Reserva Provincial Guasamayo y realmente es muy poco conocida pese a que es de muy fácil acceso.

Se destaca una formación icónica, una geoforma llamada El Loro, cuyo nombre al tallado ejecutado por erosión fue muy bien elegido.

A la tardecita llegamos a Malanzan, donde nos acomodamos como pudimos y disfrutamos de una cena grupal en el único boliche tipo pizzería donde cabíamos todos.

A la mañana siguiente seguimos hasta El Portezuelo , para visitar el dique homónimo, con bajo nivel de agua.

Desde allí volvimos a internarnos en el corazón de la sierra con el objetivo de llegar hasta Tuani, un caserío perdido en su interior, que era el ícono desconocido de esta parte del viaje. Pocos kilómetros después de dejar El Portezuelo atravesamos el pequeño poblado de Puluchan.

Seguimos recorriendo algunas huellas y cauces secos de ríos, con paisajes cada vez más agrestes e interesantes. Igualmente hay mucha población dispersa en estas sierras, corroborado por el populoso y respetable cementerio que encontramos en los alrededores de Puesto Salana, en el cual observamos muchos detalles llamativos, como por ejemplo una placa que recordaba, además de lo habitual, la hora del fallecimiento.

La huella a Tuani se desdibujaba y cuando conseguimos preguntarle a alguien, nos dijo que desde allí en adelante estaba abandonada porque había ocurrido un derrumbe y no se podía pasar. Nada mejor para intentar ir.

Efectivamente la huella no estaba pisada y después de unos kilómetros encontramos los restos del derrumbe. No era muy grave, corriendo una cuantas piedras con los malacates seguramente podríamos pasar. Y lo hicimos: el camino a Tuani estaba expedito, aunque aclaramos que desde el norte hay otra opción transitable.

Tuani es un caserío embutido en un angosto y bonito valle de un río seco muy pedregoso. El atractivo era investigar por qué habiendo poblaciones muy cercanas al sur, como Villa Casana, no había camino que las vinculara. Tal vez podríamos intentar algo.

Los pobladores nos explicaron que es una vieja aspiración porque los acercaría rápidamente a Chepes pero que solamente había una senda para caballos y caminantes por un vallecito paralelo al río.

Primero lo intentamos por el río pero era muy angosto y plagado de grandes piedras, imposible para chatas. La huella peatonal, si bien al principio era accesible para vehículos, al poco de andar también se hacía imposible. Abortamos, aunque creemos que debería ser la traza a abrir en el futuro. Posiblemente motos puedan pasar.

Nos volvimos por la misma huella que habíamos recuperado del derrumbe y nos encontramos con una tumba aislada construida de material casi sobre la huella que prácticamente había que esquivar y que no habíamos visto a la ida, algo muy extraño lo pienses como lo pienses: ¿La huella estaba antes o después de la tumba? ¿ Por qué la senda le pasó tan cerca o por qué la erigieron sobre el camino? Nada pudimos averiguar, la tumba no tenía identificación alguna.

Se nos hizo de noche cerca del cementerio de Puesto Salana, donde había un excelente lugar para acampar en el cauce de un rio seco cercano.

Medio lúgubre, pero nos alejamos lo suficiente para respetar la paz de los difuntos. Armamos un flor de campamento de varias carpas y compartimos en el medio de la nada, una cena y un fogón increíble con amigos.

También compartimos una pila de botellas…

CONTINUARÁ >>

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