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Mes: agosto 2023

GRANITO Y ARTE RUPESTRE EN EL NOROESTE CORDOBÉS

24 de julio de 2017

<< Ruta de los Cabritos

Desandamos la RP38 hacia el sur hasta Tuclame, desde donde nos internaríamos hacia las sierras de Serrezuela y Guasapampa, las que recostadas sobre el noroeste cordobés, marcan claramente un límite físico con los llanos riojanos.

Es una zona poco conocida que siempre nos llamaba la atención por su relieve montañoso toda vez que pasábamos raudos hacia el norte por la RP38.

Revisando los viejos mapas del IGM, las curvas de nivel nos resultaron llamativas por el paralelismo de las dos sierras y por el valle intermedio por donde desciende el río Guasapampa hacia el norte. No sabíamos que podíamos encontrar pero lo íbamos a averiguar.

El camino ripiado sale de Tuclame y se arrima a la sierra de Serrezuela y la bordea por el este pasando por Puesto Las Chacras y la cruza por un abra en Aguas de Ramón: la sierra de Serrezuela parece continuar hacia el sur hasta perderse a unas decenas de kilómetros.

Aguas de Ramon es un pequeño caserío a 400 msnm donde se destaca una humilde iglesia de la Virgen del Valle.

Es un viejo asentamiento que data de principios de siglo XX y cuya suerte estuvo ligada a los conflictos bélicos mundiales, debido a que en la zona existieron minas donde se extraía wolframio, material indispensable para la fabricación de armamento. Tuvo su inicio con la Primera Guerra Mundial y la extracción de mineral se extendió con marcadas irregularidades, hasta mediados del siglo XX con el final de la guerra de Corea. Algo parecido al famoso proyecto de Pueblo Escondido, en el Cerro Áspero, cerca de Merlo, aunque con menos desarrollo fabril.

Para quien le interese la minería del lugar, un antiguo informe geológico del año 1959 detalla lo que acabo de describir con mucho más detalle:

https://repositorio.segemar.gov.ar/handle/308849217/799;jsessionid=637D18AEE4A7B9EC4B99A213A13FBE29

Ahora el camino, no muy transitado por cierto, continua hacia el sur por un valle que discurre entre las sierras de Guasapampa y Serrezuela por donde desciende el intermitente río Guasapampa.

La zona tiene abundante vegetación y es muy pintoresca, atravesando diversos parajes y caseríos como Guasapampa y Totora Huasi. No es tan verde por la época del año, pero debe serlo en primavera y verano.

El primer poblado de cierta relevancia que asoma más al sur es LA PLAYA, una pequeña localidad de unos 200 habitantes. Desde allí habíamos detectado que se descolgaban unas huellas hacia el oeste que tal vez nos permitirían una vista aérea de los llanos riojanos o hasta bajar tal vez…

Cuando paramos a preguntar por la factibilidad de esas huellas, también nos enteramos que estábamos en tierras de canteras de granito y pinturas rupestres, una gratísima sorpresa que no esperábamos recibir.

Aprovechamos que era cerca de mediodía para hacer una picada en una especie de modesta plaza en el pueblo. Justo enfrente había una semiderruida construcción fabril que parecía ser un horno construido con bloques de granito y que por supuesto fuimos a curiosear.

Las huellas por las que consultamos existían pero posiblemente tendrían candados ya que se internaban en propiedades privadas; nos dirigimos a comprobarlo observando que el recorrido estaba plagado de bloques y piezas de granito por doquier; hasta los esquineros de los alambrados, las barandas de los puentes y los puntales de las tranqueras eran de piedra.

Cuando estábamos cerca del «balcón» a los llanos riojanos, una tranquera con candado nos cerró el paso y no había nadie para interceder. Restaba ver si podíamos acceder a las canteras y al arte rupestre, para lo cual al regreso comenzamos a preguntar a cada alma que encontramos.

Y en uno de los intentos, un gentil poblador, del cual lamentablemente no recuerdo su nombre, nos ofreció mostrarnos su cantera de granito y unas pinturas rupestres que se encontraban en su propiedad. Bingo!

No sólo nos permitió el acceso sino que nos explicó la metodología de extracción del granito, un trabajo muy duro, peligroso y artesanal, donde cualquier error te cuesta un accidente. Taladros, explosivos, maniobras con grandes bloques, todas acciones riesgosas.

Pinturas Rupestres en los bloques de granito

La trama que subyace a la explotación minera del granito en la pequeña localidad de La Playa parece ser compleja, de acuerdo a las fuentes que consulté.

Hace más de ocho décadas, en la sierra de Guasapampa y en la zona denominada La Charquina (justo en la tranquera que encontramos cerrada), se produjeron hallazgos arqueológicos que datan de miles de años, representados en pictografías, morteros y elementos que la transformaron en un tesoro histórico, cultural y antropológico.

Pero la actividad minera encontró otra riqueza: el granito. Y desde hace más de 20 años, la extracción de este material valioso que se comercializa a gran escala desde la región hacia todo el país es la principal actividad económica de La Playa y de la zona. El problema es que la explotación minera no cuenta con ningún tipo de autorización de la Dirección de Minería de la Provincia ni con un estudio de impacto ambiental que la avale. Ni hablar del proceso de degradación que sufrió en todos estos años el verdadero tesoro arqueológico de la región.

A su vez, la propiedad de las tierras donde se emplaza el pueblo, las minas y los campos cercanos están en un proceso judicial lento y arduo. Los descendientes de Domingo Díaz, quien aparece como propietario de estas tierras desde 1916, reclaman desde hace más de una década la propiedad de más de 10 mil hectáreas, en las que se ubican el pueblo y las canteras. Un verdadero intríngulis que no tengo idea que rumbo ha seguido en estos años.

Seguimos hacia el sur ya medio apurados para llegar a algún sitio donde alojarnos al atardecer que sea cercano a las sierras del sur riojano. Seguimos hacia el sur por el mismo camino, cada vez más poblado de palmeras Caranday hasta encontrarnos en Las Palmas, una localidad sobre el conocido Camino de los Túneles, que por supuesto toma su nombre de las numerosas palmeras de la zona.

Desde allí descendimos por los túneles (en esos años todavía el camino era de ripio) hacia los llanos riojanos, donde tomamos la ruta 20 hacia Chepes hasta cruzarnos con la traza abandonada del ferrocarril Belgrano entre Milagro y Quines, donde el camino que la costea podría permitirnos conocer alguna estación si la luz diurna lo permitía, mientras acortábamos camino.

LA ISLA

Con menos de la luz justa, alcanzamos a visitar LA ISLA, una estación habitada por algún poblador en el medio de la nada, por supuesto sin rieles ni durmientes aunque bastante entera dentro de todo.

El final del día nos encontraría en OLTA, donde nos acomodamos para compartir una cena y alojarnos para seguir al día siguiente por las sierras del sur riojano, los pagos del Chacho Peñaloza.

Ignotas sierras del sur riojano >>

LA RUTA DE LOS CABRITOS

23 de julio de 2017

<< Totoralejos

Desayuno bien casero en la Hostería Recreo de la mano de su dueña, que nos atendió como si fuéramos sus hijos. Lugar modesto pero muy recomendable para un alto en el camino en esta zona no del todo turística.

Llenamos los tanques y salimos rumbo a Esquiú, donde empezaríamos a bajar hacia el sur para intentar el cruce de las Salinas Grandes; Pablo y Julio nos estarían esperando donde nuestra huella cortaba la RN60.

En este enlace, que desafortunadamente hicimos muy rápido, pasamos por el Paraje El Suncho, que fue el lugar donde falleció el venerable Fray Mamerto Esquiú, pero no lo visitamos como  debíamos. Otra vez será.

Esta huella/ruta provincial nos comienza el mostrar el paisaje que rodea a las Salinas Grandes antes de dejar paso al omnipresente reino de la sal. Llaman la atención los enormes cactus cuyos brazos secos generan una leña difícil de imaginar para estas plantas; el paisaje es bastante más verde de lo que uno puede imaginar en las puertas de un desierto.

Efectivamente en la RN60 conformamos el multitudinario grupo de siete chatas sólo posible porque todos somos viejos amigos travesistas que nos entendemos de memoria y la coordinación sale sola.

Recorrido en Salinas Grandes

Desde la RN60 hasta Palo Santo el recorrido se desarrolla sobre una huella visible que contornea las salinas propiamente dichas, alternando lugares “altos” con profusa vegetación incluso arbórea y lugares bajos con sufridas plantas «salineras». Enormes cactus nos continúan acompañando aunque su tamaño va decreciendo a medida que nos acercamos a las salinas.

En Palo Santo dejamos la huella visible y nos adentramos en la salina misma; seguimos una tenue huella que se borra a la vista cada año pero de algún modo conserva su compactación por el repetido uso algunos meses al año: es la conocida como la “Huella de los Cabritos”, que la cruza en sentido Norte-Sur.

Esta «ruta» es (o era) usada por los crianceros del sur catamarqueño cuando arriaban sus animales para venderlos en el norte cordobés.

Realmente si uno no se aparta mucho de ella el piso es firme pero hay que estar atento a no perderla porque enseguida es fácil enterrarse.

Uno de los objetivos del viaje era reconocer puntos geográficos como algún inexplicable quiebre en la línea que divide a Córdoba de Catamarca (Mojón del Monte Negro) y también el Trifinio, lugar donde confluyen Córdoba, Catamarca y La Rioja.

Ubicar el Mojón del Monte Negro fue sencillo porque estaba no muy lejos de la huella consolidada. Fue sólo un hallazgo de geoposicionamiento ya que no encontramos absolutamente nada que lo materialice. Ni siquiera el supuesto monte.

Este punto es un vértice que se fijó como parte la división política entre las provincias de Córdoba y Catamarca por un decreto de Onganía de 1968.

El otro objetivo era el trifinio Córdoba – Catamarca – La Rioja, que está en algún lugar de la salina, pero sin indicios de huellas consolidadas desde este lado.
Se trataba de un desafío complejo ya que podíamos terminar encajados hasta los zócalos si no andábamos con cuidado. Había que recorrer unos 26 km en línea recta por el medio de la salina sin saber que consistencia podía tener el piso.

El intento sólo duró unos pocos kilómetros porque los que veníamos liderando a la caravana nos empezamos a enterrar irremediablemente y debimos avisar a los que nos precedían para que se detuvieran y nos ayudaran a salir del problema.

Nos llevó un par de horas recuperar la Discovery después de traerla a malacate por más de 100 metros, ya que no se subía nunca a la capa de sal dejando unos profundos surcos como recuerdo que la próxima inundación borraría para volver a atrapar incautos.

Obviamente abortamos el intento y volvimos a la Ruta de los Cabritos, a disfrutar de la soledad infinita de las Salinas Grandes de casi 6000 km2 de extensión.

Sin problemas seguimos hacia el sur hasta que alcanzamos los bordes de la salina, un desierto de guadales y cactus más achaparrada vegetación espinosa donde aparecieron algunos humildes puestos que asombran porque es difícil imaginar vivir allí. Tener en cuanta que estábamos en invierno y hacía bastante calor…

Comenzaron a aparecer la huellas y antes de volver a la civilización decidimos conocer las ignotas Termas del Quicho, donde cuenta la historia que allá por 1987 en una perforación con la que se estaba buscando agua potable para la escuelita del lugar, de repente, desde más de 220 metros de profundidad, comenzó a brotar agua caliente a 39°C y nunca más se cortó, formando una laguna de aguas tibias que se popularizó como humildes y modestos baños termales naturales.

Una vieja bañadera, que todos se disputan, concentra el chorro cual brutal hidromasaje. Por supuesto aprovechamos para un relajante baño termal y sacarnos el polvo acumulado durante el día.

NOTA: esto fue hace seis años, actualmente en 2023 las han puesto en valor construyendo una pileta y algunas instalaciones para camping, ya que durante la pandemia se popularizó bastante como un lugar de escape para las poblaciones cercanas.

Estado actual (2023), ya no existe la laguna natural

Repuestos del esfuerzo del cruce las salinas sólo quedaban buscar un lugar donde alojarnos y entonces recalamos en Serrezuela, donde el nutrido grupo se acomodó como pudo en la poca oferta disponible. Mañana el noroeste cordobés desconocido.

Granito y arte rupestre en NO cordobés >>

TOTORALEJOS

22 de julio de 2017

<< Todo empezó acá

Desde distintos puntos del país cada uno se las ingenió para arrimar a Recreo; en nuestro caso Claudio me pasó a buscar a las seis de la mañana por mi casa y arrancamos sin problemas por la AU9 haciendo una parada intermedia en ONCATIVO, primero para degustar los famosos y riquísimos sándwiches de salame y queso y después  reponer combustible entrando a la ciudad. No pudimos cargar en la YPF que está sobre la AU9 porque la cola era infernal.

Sin parar cruzamos Córdoba, Jesús María y Deán Funes y mientras transitábamos al costado de la Salinas Grandes, siendo bastante temprano propuse  desviarnos a curiosear una vieja estación abandonada, situación que no iba a ser novedosa para Claudio sabiendo que viajaba conmigo.

La estación en cuestión es TOTORALEJOS, un páramo en el medio de la nada al borde las Salinas Grandes, que a priori sólo podía tener razón de ser para reponer agua a las vaporeras.

Al acercarnos la sorpresa fue mayúscula: además de la estación en ruinas observamos cuatro enormes construcciones abandonadas y al acercarnos notamos que se trataban de viviendas colectivas. No había indicios de actividad alguna que pudiera requerir tanta gente viviendo allí y nos quedó la intriga.

Recorrimos todas la zona prolijamente y no arribamos a ninguna conclusión que justifique el porqué de ese pequeño pueblo: no hay vestigios de galpones ferroviarios (¿talleres?), ni de instalaciones salineras y como lugar para vivir ni siquiera se lo puede pensar por lo que se capta a simple vista.

Al regreso en casa, navegando por Internet, nos enteramos que efectivamente además de usarse como parada para recargar agua a las vaporeras (que se almacenaba en vagones tanque que se traían de otro lado ya que no hay agua en el paraje), existían talleres ferroviarios y se usaba como campamento de vía y obras, donde vivían unas 20 personas.

Les dejo un artículo muy interesante de la Voz del Interior con el testimonio del último habitante, Miguel Palacios, que desafortunadamente no tuvimos oportunidad de conocer personalmente:

http://archivo.lavoz.com.ar/2003/0629/portada/nota175146_1.htm

La traza de la antigua RN60 antes pasaba al oeste de las vías y decidimos seguirla para ver si llegábamos hasta Recreo.

Ancha y consolidada se desarrolla en el medio dela salina pero a medida que nos alejábamos del caserío su estado empeoraba, como si la salina se la estuviese tragando.

Una alcantarilla destruida por un cruce de agua nos frenó en seco al comprobar la poca consistencia del piso. Estando solos y sin nada de donde agarrarnos con el malacate, decidimos desandar el camino y volver al asfalto por donde habíamos entrado.

Al cruzar el límite con Catamarca, consultamos al policía que nos detuvo a pedir documentación por las posibilidades de cruzar las Salinas Grandes por el medio y muy seguro nos dijo:

 – Ni se les ocurra. Los últimos días varios incautos quisieron hacerlos y los tractores los están esperando para cobrarles tres o cuatro lucas por sacarlos (1 USD=17 pesos en ese momento)

Lo que no sabía el buen hombre es que con ese discurso nos había terminado de clavar la espina para intentar cruzarla como sea.

Llegamos a Recreo antes que el resto y nos ocupamos de alojarnos en el único lugar decente que encontramos, la hostería Recreo frente a la ruta, donde nos pudimos acomodar casi todos. Pablo y Julio, que venían algo demorados, al final se quedaron en Chamical para encontrarnos el domingo a la mañana en la entrada a la salina, sobre la RN60.

La cena en un boliche frente a la plaza de Recreo estuvo espectacular con el agregado que el divertido dueño del boliche nos toreó toda la noche con que nos pagaba un chivo la noche siguiente si lográbamos cruzar la salina por donde le dijimos.

No es que no nos tenía fe, sino que calculó que no íbamos a desandar 200 kilómetros para cobrarle la apuesta. Pícaro el hombre…

Ruta de los Cabritos >>

ENTRE LA SAL Y LAS SIERRAS

22 al 29 de julio de 2017

Un viaje a una zona muy poco conocida del norte cordobés y del sur riojano realizado hace seis años, cuya narración quedó postergada hasta hoy. Veremos que me acuerdo todavía…

Siendo pleno invierno, medios viejos que ya estamos, esta vez no le apuntamos ni a la cordillera ni a la Patagonia. No es que el frío haga mella en nuestro ánimo pero…

Eduardo Cinícola, que fue el promotor de este viaje, nos había propuesto un “cálido y placentero” paseo por los Médanos de ENCÓN, un cruce oeste- este de la zona de Guayaguas, para adentrarnos en las Salinas de Mascasín y en los Médanos Negros que la circundan, un enlace de trifinios (límites provinciales de a tres en Pampa de las Salinas, El Cadillo y Salinas Grandes) y un cruce de sur-norte de estas últimas buscando un perdido Mojón del Monte Negro para terminar con un paseo por los pueblos de El Alto de Catamarca.

La cuestión que Eduardo se bajó de la expedición y nos pasó el mando a los sureños Claudio Guanciarossa, Pablo Anastasio y yo, con lo cual sólo para contradecirlo, le cambiamos casi todo el recorrido, quitando algunas partes y agregando otras nuevas.

Así que decidimos entrarle primero a cruzar las Salinas Grandes con su trifinio y su Mojón del Monte Negro, recorrer las ignotas Sierra de Serrezuela y Guasapampa en Córdoba, para luego dirigirnos a Olta y de allí incursionar por las Sierras de Tuani con rumbo sur a Chepes. Posteriormente nos meteríamos en Médanos Negros y Mascasín para finalizar en Guayaguas a la búsqueda de una “famosa” Roca Parada que habíamos visualizado muy de lejos en otra expedición y que el inefable y querido motoquero Néstor Queralt nos refriega frente a las narices cada vez que puede…

Tan buena resultó la propuesta que Eduardo al final se volvió a subir a la expedición: no se podía perder tantos lugares novedosos.

La lista de participantes siempre fue larga desde el principio y después de las habituales subidas y bajadas, quedó la friolera de siete chatas, cantidad medio grande para andar por zonas que presumíamos en su mayoría llenas de tranqueras y propiedades privadas.

Pero a sabiendas que la unión hace la fuerza, sobre todo porque con más chatas hay más chances de comer y beber mejor, quedamos en encontrarnos el sábado a la noche en Recreo para dar inicio al periplo.

En realidad esta vez tenía la intención de viajar solo en la Pampa 02 para vivir de la experiencia «alone» pero sobre el final, recibí el generoso ofrecimiento de Claudio de ocupar la butaca derecha de la Babosa y no pude negarme, así que anclé a Pampa 02 en el garaje para que no se me venga sola a la travesía…

Los participantes fuimos:

  • Denis Garione y Eduardo Cinícola en la legendaria TLC negra
  • Hugo Berry Rhys y Rodolfo en la inmortal SW4 gris
  • Jorge García con Nacho Tirrito en la SW4 ex Nacho
  • Johan Arndt y Cristian en la SW4, la del freno con clavito
  • Pablo Anastasio y Marisa en la Costurera II
  • Julio Sastre y Sonia en inmaculada Sw4, lista para vegetación espinosa
  • Claudio Guanciarossa y el que suscribe en la Discovery Babosa

Les adelanto un puñado de fotos de lo que les voy a contar en sucesivas entregas:

Empezamos por TOTORALEJOS >>.

EL CANAL UNO

23 de octubre de 2022

<< Venimos del CANAL 5

Salimos temprano de Ayacucho porque hacia el fin del día todos teníamos que volver a casa y todos estábamos relativamente lejos.

El objetivo del día era acceder al nacimiento del Canal 1, donde justo confluyen los arroyos Langueyú y El Perdido y donde las fotos satelitales muestran algo curioso a descifrar; además, si lo lográbamos, era probable que pudiéramos recorrer su traza y salir «off rodad» hacia la Autovía 2, sin embargo, casi todo era incierto porque teníamos que meternos por dentro de campos privados, pero si no probábamos, nunca lo sabríamos.

Objetivo del día: el punto tripartito Langueyú-El Perdido-Canal 1

Siguiendo las vías del extinto ferrocarril Chas-Ayacucho subimos hacia el norte hasta que hicimos la primera parada en la estación SOLANET, que está habitada y donde nos tuvimos que conformar con sacarle fotos desde lejos.

Un poco más al norte encontramos el arroyo El Perdido, donde unas extrañas construcciones nos llamaron la atención. Y por supuesto las investigamos.

Por lo que pudimos deducir se trata de cámaras para medir niveles y caudales, por supuesto en desuso. Como de costumbre, es llamativa la magnitud de las instalaciones en el medio de la nada, que muestra que alguna vez las cosas se pensaron en grande.

Seguimos adelante y ahora nos detuvimos en el arroyo Langueyú, donde una frondosa arboleda esconde no solo el puente vial, sino también el puente ferroviario en desuso. Siendo la hora del mediodía y siendo tan hermoso el lugar, fue el elegido para almorzar, donde nos deleitamos con unos bifecitos al disco, que se habían postergado por el raid de ayer.

El sitio resultó un pequeño impensado paraíso, donde la naturaleza en su máxima expresión intenta retomar el control sobre la acción humana.

El mejor ejemplo es un árbol «comiéndose» los perfiles del robusto puente ferroviario de la traza abandonada. Una postal del «mundo sin humanos».

Poco más adelante llegamos a Langueyú, donde los que no conocían fueron a fotografiar el viejo almacén y su inmaculado surtidor a manija mientras que yo me ocupé de averiguar si podríamos entrar al Canal 1; las primeras tranqueras estaban abiertas pero no encontraba gente a quien preguntar qué seguía más adelante; al final apareció un puestero que me dio la buena noticia que podríamos seguir sin problemas y que también podríamos recorrer el canal de punta a punta, sin camino muy marcado, claro. Avisé por radio a los demás que se vengan.

Camino a la confluencia de los arroyos, empezaron a aparecer obras hidráulicas complementarias, como canales y puentes-compuerta parecidas a los que habíamos visto en el Canal 5, evidentemente fuera de operación a juzgar por su estado.

Bordeando este último canal secundario finalmente llegamos al objetivo que buscábamos, la confluencia de los arroyos Langueyú y El Perdido, donde nace el Canal 1, un punto verdaderamente muy singular, nada que ver con el humilde inicio del Canal 5.

Para empezar el lugar es muy bonito por culpa de una frondosa arboleda en sus alrededores y precisamente en el punto de concurrencia, hay una especie de dique que embalsa parcialmente los arroyos.

Allí se genera una pequeña cascada artificial con escalones para disipar energía y evitar la erosión, con bastante caudal en ese momento. El Canal 1 arranca con un cauce de considerable ancho y profundidad pese a que estábamos en una época de relativa sequía (tengan presente que esto fue a fines de 2022)

A partir de aquí, no hay mas huellas transitadas. La única posibilidad es avanzar por el cauce o por los terraplenes del Canal 1 buscando el terreno más parejo posible.

Aclaro que casi todos estos canales tiene un doble cauce: uno central, de unos pocos metros de ancho y más profundo por el que siempre circula agua y dos cauces laterales, de decenas de metros de ancho, limitados por los terraplenes para poder asumir los caudales propios de las inundaciones. Por estos cauces laterales estuvimos circulando.

Sección del canal

Se nota que muy de vez en cuando alguien sale hacia el este por aquí, pero les aseguro que es bastante tortuoso, a tal punto que desinflamos bastante los neumáticos para soportar los saltos constantes.

Hay alambrados que cruzan el canal, pero en todos los casos siempre había tranqueras de alambre que se podían sortear.

A lo largo de los 25 kilómetros de recorrido, volvimos a encontrar el mismo tipo de compuertas que habíamos visto en el Canal 5. No encontramos ningún puente hasta que llegamos al primer camino vecinal, donde había uno muy importante de construcción metálica reticulada.

Llegado a este punto, si bien teníamos ganas de continuar por este canal hasta la Autovía 2, no nos daban los tiempos, así que apuramos el regreso a través de caminos vecinales que nos depositaron cerca del famoso parador «Al ver verás» pero antes nos detuvimos a curiosear en la estación PARRAVICINI, donde había máquinas destinadas al cambios de vías que no podíamos dejar de ver.

La estación Parravicini

La grata sorpresa fue que lo que de casualidad se nos había negado el día anterior por unos minutos en Dolores, ahora de pura casualidad se nos brindó en Parravicini: justo venía un tren desde Mar del plata que además iba intercambiar el testigo con el jefe de estación.

Filmado por Andres Pino

Y aquí se terminó este recorrido por canales bonaerenses, que seguramente continuará apenas podamos. Hay todavía mucho por investigar.

EL CANAL CINCO

22 de octubre de 2022

<< FAIR

Después de un frugal almuerzo en la cabaña que alquilamos en Ayacucho, nos fuimos a recorrer el Canal 5 desde su origen hasta donde nos alcanzase la luz diurna.

Por caminos rurales nos fuimos arrimando al punto donde según los mapas nacía el canal. lo que siempre es algo interesante, al menos para los curiosos como nosotros. Debo decir que no fue gran cosa, porque el inicio de este canal que termina en la laguna de Mar Chiquita, es una modesta zanja que deriva el cauce del serpenteante arroyo Las Chilcas cuyo cauce alivia y rectifica a lo largo de más de 100 kilómetros.

El canal 5 en toda su extensión
Origen del canal 5

A partir del puente de la foto anterior, ya se puede circular por el terraplén del borde sur del canal, el cual nos depararía varias detenciones interesantes con sus puentes y compuertas.

Los puentes son de hormigón y cruzan desde los terraplenes externos y parecen exagerados pero están previstos para los casos para cuando el canal viene lleno. Como veremos van creciendo en altura y envergadura a medida que nos desplazamos aguas abajo.

El sistema de canales encierra la necesidad de evitar que cuando el mismo viene lleno no drene el agua a los campos circundantes potenciando las inundaciones pero por otro lado también tiene que tener la posibilidad de desagotarlos. Para ello se instalan compuertas automáticas y/o manuales para solucionar al menos parciamente la situación.

Las compuertas automáticas (nada de electrónica, sólo a través de contrapesos) permiten el ingreso de agua al canal si el nivel del canal es inferior al de los campos circundantes y por el contrario, si la situación es inversa impiden que el canal inunde aún más los campos. Las compuertas de accionamiento manual permiten decidir en forma arbitraria esta dualidad, lo que a veces generan conflictos entre jurisdicciones.

Lo que no resuelven estas compuertas es la posibilidad de desagotar campos circundantes si el canal viene lleno de aguas arriba, debiendo esperar a que baje el nivel para poder hacerlo. En algunos casos muy puntuales, para salvar esta situación se colocan bombas de gran caudal que trasvasan el agua del sector más bajo al canal pero naturalmente es muy costoso. Algo así se puede ver sobre la RP65 entre las lagunas de Alsina y Cochicó, donde en la época de la inundación de Epecuén, se bombeaba desde Cochicó hacia Alsina, en un intento de bajar el nivel de las aguas de las Encadenadas. Creo que también hay algo así en La Boca, para cuando el Riachuelo está muy alto y llueve mucho sobre la ciudad, llenando los reservorios que se encuentran bajo los taludes que lo bordean.

Estos pesados mecanismos de engranajes se encuentran al oeste de la Autovía 2, sobre la margen norte del canal, no muy lejos de su nacimiento. Realmente son una maravilla, una lástima que no estén operativos y abandonados a la buena de Dios.

Como todavía había luz, cruzamos la Autovía 2 con la intención de llegar al puente de hierro que se desplomó parcialmente debido a la corrosión salina por su proximidad al mar. Son casi treinta kilómetros donde se suceden puentes y compuertas como las que les mostré antes.

Recorriendo el terraplén norte del Canal 5
Desde lejos, el puente se ve algo raro pero no tan grave (salvo para mi que lo conocía de antes)
Al acercarnos, ya no se puede evitar notar el colapso: la calzada debiera haber estado casi recta…

Este puente se llama San José de Herrera y fue construido a principios del siglo XX con sus elementos fabricados en piezas desde Europa, como si fuera un mecano. Aquí se lo armó y remachó en caliente como muchos otros del mismo tipo que cruzan aún los canales.

Colapsó el 15 de abril de 2005 como resultado de la increíble corrosión que sufrió por acción del aire salino proveniente del mar, que si bien no está muy cercano (aproximadamente 35 km en línea recta), por algún motivo llega fácilmente hasta allí y se ensañó con la estructura. Cuesta creer como se han destruido los gruesos perfiles por acción del óxido, pero es real.

Al debilitarse los perfiles superiores y romperse, se quebraron los que soportaban la calzada y entonces, entre los cabezales del puente (sobre los terraplenes) y los pilares centrales a ambos lados del canal, la misma cayó en ambos lados sobre el fondo del canal, elevando la parte superior, convirtiéndolo en una llamativa montaña rusa.

Para cruzar el canal con rumbo a Vivoratá, un precario puente de madera fue erigido al costado ya que es muy peligroso intentarlo cruzarlo con vehículos en las condiciones que quedó.

La estructura inferior del puente: perfiles y hormigón

Andrés Pino nos deleita con sus videos logrados por su dron suicida:

Para regresar, quisimos salir directamente a la RP74 por un atajo cercano al puente para evitar desandar el mismo camino. Abrimos y cerramos mil tranqueras pero en la última, cuando teníamos la RP74 al alcance de la mano, tenía un candado y no pudimos salir.

Quisimos encontrar algún poblador en las cercanías para conseguir la llave pero fue infructuoso, así que tuvimos que repetir el recorrido de la ida hasta la Autovía 2, alargando muchos kilómetros el regreso a Ayacucho, donde descansaríamos para el día siguiente donde iríamos a descubrir el Canal 1.

CONTINUARÁ…

FAIR

22 de octubre de 2022

<< De DOLORES y LABARDÉN

Dejamos LABARDEN por un camino vecinal que se aleja momentáneamente del ferrocarril pero siguiendo el viejo acueducto Ayacucho-Dolores, cuyos respiraderos sobre la Autovía 2 son siempre tema de conversación y que ahora aparecen bordeando este camino.

Por supuesto paramos a tratar de ver algo más de cerca pero no nos pudimos sacar ninguna duda en el terreno porque estos «totems» son inaccesibles. Generalmente estas construcciones alojan válvulas automáticas combinadas de aire que permiten la eliminación de bolsones de aire que se generan por burbujeo y se acumulan en los puntos elevados y también permiten el ingreso de aire en el caso de vaciado. Otras veces en los puntos bajos de la cañería hay válvulas manuales de drenaje para vaciado y tomas de agua para ganadería. Las que se ven aquí y en la Autovía 2 parecen ser del primer tipo.

Este acueducto tiene más de 50 años y distribuye agua desde pozos que la obtienen en Ayacucho pasando por Fair, Labardén, Maipú y General Guido y Dolores pero llama la atención que no es posible conseguir información histórica fácilmente, de una obra tan trascendente.

Al llegar a FAIR nos encontramos con la estación con mucha actividad de obra en construcción, en consonancia con lo que nos habían informado en Labardén.

Maquinaria vial, pilas de durmientes nuevos y viejos y las vías destapadas recientemente hacen renacer la esperanza que alguna vez este ramal vuelva, aunque desde esta visita al día de hoy (agosto 2023) no hay fecha cierta de reinicio.

Pensar que este ramal se inauguró en 1885 y ahora en 2023, apenas si somos capaces de poner las vías en condiciones…

El nombre de la estación es un homenaje a Juan FAIR, vicecónsul de Inglaterra en Bs As y miembro del primer Directorio del Ferrocarril del Sud en 1861.

Con el advenimiento del ferrocarril, se generó un pequeño poblado cuyo epicentro eran la escuela y un boliche de ramos generales, que aún sobreviven.

En el almacén aún hay muchas cosas interesantes empezando por la amable atención de la dueña y por la cantidad increíble de reliquias de épocas pasadas, mezcladas con artículos actuales.

Se respira pasado…

Cancha de Bochas, aún en uso

Dejamos FAIR para dirigirnos a AYACUCHO a almorzar y después a ir investigar el Canal 5 para cerrar el día, que por suerte nos había perdonado climáticamente.

Seguimos en el CANAL 5 >>

DOLORES y LABARDEN

22 de octubre de 2022

<< Así empezamos

Salimos lloviendo de la estación de servicio y nos asomamos a los caminos que bordean el canal 9 y realmente estaban bastante embarrados. No hubiera sido un gran problema meternos porque se trata de huella sobre los terraplenes que bordean el canal donde hubiéramos podido andar pero al desembocar en caminos vecinales nos exponíamos a tener problemas con la policía por la «prohibición de circular hasta 72 horas después de una lluvia». Entonces cambiamos de planes y de algún modo haríamos el circuito en reversa, tratando que al menos la mañana discurra por sectores con asfalto esperando que la lluvia se desvanezca.

No estaba en los planes pero primero pasamos a visitar la estación de DOLORES

Esta estación a mi criterio es una de las más lindas por su estado de conservación, su entorno arbolado y porque está parcialmente sobre una curva, lo que le da un toque especial.

En el verano se destacan el denso follaje y la profunda sombra de los enormes y añosos plátanos de sus andenes, pero en el otoño y el invierno, las hojas secas la engalanan con su manto dorado. Siempre que puedo paso a sacarle fotos pero no tenía fotos después de una lluvia, de modo que esta fue una nueva experiencia.

Y las novedosas fotos salieron muy lindas!

La única pena fue que cuando estábamos mirando los horarios, resulta que unos diez minutos antes de nuestro arribo había pasado el tren rumbo a Mar del Plata y nos perdimos. Hubiera sido un hermoso bonus track.

Esquivando los caminos de tierra tomamos la Autovía 2 hacia el sur . Como anunciaba el pronóstico, la lluvia se fue replegando y al llegar a Maipú ya había cesado, a tal punto que optamos por ir Labardén por el camino de tierra más corto. Había un poquito de barro pero nada relevante, sólo lo suficiente para ensuciar las chatas. Unos kilómetros antes de Labardén, el camino de tierra se hizo de asfalto y en esas condiciones llegamos a la estación, que curiosamente está en las afueras del pueblo, lo que hace suponer que el poblado fue anterior al paso del ferrocarril. Sin embargo no es así, el tren llegó antes (1890) y el fundador del pueblo Gumersindo Giles, lo implantó a casi un kilómetro de las vías, dentro de tierras de su propiedad, vaya a saber porqué. No obstante el pueblo tomó el nombre de la estación.

Originalmente la estación se llamo Rodríguez, que era el apellido de quien había donado las tierras, pero por alguna desavenencia con el ferrocarril la donación se convirtió en venta de los terrenos y entonces se le impuso el nombre de Labardén, queriendo homenajear a Manuel José de Lavardén, pero por algún extraño motivo le erraron y apareció con b larga. Si bien se quiso subsanar la situación, nunca se logró corregir el error y la estación y el pueblo quedaron con el nombre cambiado.

La novedad fue al ingresar a la estación nos encontramos que se estaban reparando las vías y según nos dijo el cuidador del obrador de la empresa que estaba trabajando, lo estaban haciendo para restablecer el ramal hasta Tandil, en una primera etapa hasta Ayacucho.

Las vías al menos estaban destapadas y había montañas de durmientes descartados, lo que indicaba que se estaban cambiando. Ojala esto se concrete aprovechando el marplatense que pasa por Maipú como combinación.

Aclaración: esta visita fue en octubre 2022 y al día de hoy, agosto 2023, no hay noticias que esto se haya implementado…

Lo mejor vino después, cuando entramos al pueblo.

LABARDEN es una maravilla de tranquilidad, limpieza y orden. h

Hay muchas fachadas y ochavas restauradas y se conservan muchos elementos de épocas pasadas que da gusto ver. Nos recorrimos gran parte del pueblo llenándonos la vista de hermosas imágenes antes de continuar nuestro periplo rumbo a FAIR y AYACUCHO. Disfruten de las fotos.

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CANALEANDO POR BUENOS AIRES

22 y 23 de octubre 2022

Tiempo atrás, los días posteriores a la pandemia, Adriana y yo solos ya habíamos estado metiendo las narices por el Canal 15 y por el Canal 9.

Nos habían quedado muchas cosas pendientes y entonces el año pasado, en octubre 2022, se organizó una partida de amigos para ir a recorrer la zona de los canales alrededor de Dolores, sumando algunos pueblos y estaciones ferroviarias a la pasada.

El fin de semana que elegimos amaneció con lluvias pero el pronóstico decía que solamente se circunscribirían al sábado por la mañana, así que no postergamos la salida pese al riesgo de encontrar caminos embarrados no solo difíciles de transitar (eso era lo de menos) sino que además en la mayoría de ellos podría haber prohibición de circular para no estropearlos.

Si el clima y las condiciones no nos permitían andar, de todos modos nos juntaríamos con amigos a pasar un buen rato ya que al fin y al cabo teníamos reservada una cabaña en Ayacucho para el sábado donde un asado podía arreglar todo.

Fuimos de la partida Andrés Pino, Eduardo Sember, Eduardo Cinicola, Elsa Ons, Adriana y yo, aunque durante un buen rato del sábado Pedro Gutovnik, que andaba de gira por ahí, también se sumó.

Nos encontramos en la YPF que está antes de Dolores a desayunar, mientras la lluvia arreciaba y parecía que nos arruinaba el paseo.

La idea original era entrar por el canal 9 hacia el oeste hasta el Puente del 80 y después ir bajando, previo asomo al inicio del canal 1, hasta Labardén, Fair y Ayacucho, donde pernoctaríamos, y dejar para el domingo algo de los canales 5, 1 y 2 y después volvernos a casa. Justo la lluvia torrencial caía sobre la parte inicial del recorrido…

Empezamos por DOLORES y LABARDEN

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