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Mes: junio 2025

EXPLORANDO LA OTRA 40: EL RIO ORO

Domingo 19 de Enero de 2020

Amaneció un día estupendo y no tardamos mucho en ponernos en marcha, bordeando la costa norte del lago Posadas.

Primero un inevitable desvío para los que no conocían pudieran disfrutar del Arco de Piedra y de una vista clara de los infinitos caracoles de la cuesta de la nueva RP41 al alejarse hacia el sur.

Elsa y Jorge se habían vuelto al pueblo de lago Posadas con el objeto de reparar la cubierta pinchada la tarde anterior. Quedamos en encontrarnos en el río Oro más adelante.

Luego cruzamos el istmo que divide el lago Posadas y el lago Pueyrredón cruzando el puente del arroyo que desagua el primero rumbo al Pacífico.

Claramente esta zona pertenece a la cuenca del Pacífico y nos encontramos al oeste de la divisoria de aguas y al este de la línea de las altas cumbres, es decir en uno de las tantas anomalías que se generaron con la confusa redacción del Tratado de Límites de 1881, que por suerte nuestro apreciado Perito Moreno supo manejar para que esta zona sea argentina.

El complejo lacustre Posadas-Pueyrredón-Cochrane tiene una geografía muy curiosa. Para empezar, a diferencia de casi todos los lagos cordilleranos se orienta casi norte-sur en lugar de este-oeste.

Sus contornos son muy particulares: penínsulas muy estrechas lo compartimentan formado tres lagos en lugar de uno y los estuarios de los ríos lo invaden claramente con sus sedimentos, algunos glaciarios y otros más aluvionales.

Hay una península que divide completamente el lago Pueyrredón del lago Posadas, la cual se atraviesa en vehículo y donde un corto canal permite el desagote del Posadas al Pacífico. Dos ríos desembocan a los lagos desde el sur: el Furioso y el Oro.

El estuario del río Furioso en la época de lluvias y deshielo baja con enorme cantidad de sedimentos y piedras; en verano está casi seco y si bien no tiene agua, es difícil cruzarlo por ese motivo.

La costa suroeste del lago Pueyrredón alberga varias estancias y la ruta cruza a través de ellas por viejas arboledas de álamos que las protegen del viento

El estuario del río Oro, que desagua en el Pueyrredón, a diferencia del Furioso arrastra sedimentos glaciarios del Monte San Lorenzo, que le confieren el clásico aspecto lechoso a sus aguas. Según los lugareños es tan o más salvaje que el Furioso cuando crece.

Un poco más allá del río, aparece una singular península, que a falta de nombre, la llamaré Península Suyai por el nombre de la estancia que luego nos dio permiso para recorrerla. Es una increíble lengua de tierra de unos dos kilómetros de largo que inexplicablemente se adentra en el lago. Tambien tiene una el río Furioso pero no es tan clara de ver desde la costa.

Hay otra península más , cuyo extremo es límite internacional y de alguna manera divide la cuenca entre los lagos Cochrane y Pueyrredón.

A poco de cruzar el río Oro, un desvío hacia la izquierda de unos pocos kilómetros nos lleva al famoso cañón del río homónimo, el cual es un espectáculo majestuoso con sus paredes verticales de más de 100 metros de altura que obligatoriamente nos detuvo un buen rato para su contemplación.

La buena noticia fue que la huella seguía hacia arriba y estaba en buenas condiciones, coincidiendo con lo que habíamos relevado en las satelitales. Lo que no sabíamos era adonde nos llevaba así que antes de seguirla tomamos contacto radial con Elsa y Jorge para avisarles de nuestras intenciones.

La huella estaba buena pero no es muy transitada y hubo que abrir y cerrar varias tranqueras durante su recorrido. Los paisajes eran impagables y debido a que estaba nublado, no podíamos ver todavía el imponente monte San Lorenzo, el gigante que domina la zona.

En general la huella discurre por los faldeos del valle del río Oro pero algunos tramos estaban medio derrumbados y en varias ocasiones tuvimos que bajar hasta la vera del río mismo, el cual mostraba  caudal y velocidad llamativos. Si más adelante había que vadearlo podíamos tener algún problema o al menos podíamos tener derecho a dudas.

Una tranquera nos anunció que nos estábamos metiendo en la estancia Los Ñirres y poco más adelante ocurrió lo que suponíamos: la huella se terminó contra el río y no se veía claramente por dónde seguía, es decir no había un vadeo claramente marcado aunque se veía un casco de una estancia del otro lado.

Todavía no se nos habían unido Elsa y Jorge, así que nos abocamos a estudiar por donde acometer el cruce, que no se veía muy fácil.

Mientras recorríamos a pie buscando algún indicio vemos venir una chata a los lejos y lo que primero que pensamos fue que nos venían a sacar de los fundillos.

Si bien no habíamos cruzado ninguna tranquera cerrada, era claro que estábamos dentro del alguna propiedad privada, así que como es habitual, salimos a parlamentar con la cola entre las patas…

Y acertamos. Era el dueño de Los Ñirres,  Don Mario Sar, pero lejos de sacarnos volando se interesó en nosotros ya que poca gente se aventura por allí y estaba deseoso que se conozca la comarca.

Mario no solo es el dueño de Los Ñirres sino que también fue el propietario del Hotel de Bajo Caracoles y lo conocía por supuesto a Eduardo Lada, así que no tardamos mucho en compartir anécdotas de viajes de tiempos pasados.

Por supuesto nos alentó a seguir adelante hasta el casco de su estancia, donde nos ofreció alojamiento y también los servicios de su nieto Leo, para guiarnos hasta bastante cerca de la base del monte San Lorenzo y llegar incluso hasta Chile por un paso no habilitado que implica vadear mas de diez veces el río Oro aguas arriba.

Sin embargo nos alertó que respetáramos mucho al río Oro, ya que suele cambiar muy rápido su caudal y en ese caso se vuelve muy peligroso. Nos indicó muy bien por donde cruzarlo (nada que ver con nuestras presunciones) y nos volvió a recordar que no dejemos de seguir los consejos de su nieto al regresar, ya que la situación podía cambiar radicalmente en pocas horas.

Si bien Elsa y Jorge no estaban, Don Mario se dirigía a lago Posadas, así que sin duda los encontraría por el camino y les daría las instrucciones. Para cruzar el río era cuestión que nos avisarán por radio para ayudarlos ya que el casco de Los Ñirres estaba cerca del vado.

Cruzamos sin problemas (porque teníamos el dato) y nos adentramos en una zona boscosa rumbo al casco de la estancia, que no tardó en aparecer. Allí nos recibió muy atentamente Leo y su novia, quien tanto o más orgulloso que su abuelo nos contó todos los detalles de la zona y no tardó mucho en convencernos que debíamos quedarnos allí a pasar la noche.

Mientras tanto recibimos el llamado radial de Elsa, los fuimos a buscar para colaborar con el vadeo y cuando nos volvimos a reunir en el casco, ya habíamos decidido hacer la excursión al San Lorenzo con la guiada de Leo.

Por supuesto nos alertó que siempre se corre el riesgo de no poder volver inmediatamente si el río se enojaba, pero a esa altura del partido no nos íbamos a achicar.

Y salimos las cinco chatas, primero por una huella entre los bosques que finalmente nos depositó en el ancho cauce del río Oro, el cual vadearíamos múltiples veces ya que el “camino” era remontando su cauce. Leo nos contó que días atrás una chata con gente inexperta se la llevó el río porque al no conocerlo se dejaron atrapar y tuvo que ir a auxiliarlos con un tractor.

Seguramente porque Leo conoce como la palma de su mano el cauce del río, la verdad es que no corrimos peligro alguno y nos llegamos sin problemas al Puesto Muñoz, último lugar con pobladores antes del San Lorenzo, en un lugar de ensueño.

La nubosidad no nos dejó ver el San Lorenzo en toda su dimensión pero lo poco que nos mostró de su entorno alcanzó para deslumbrarnos: no hay que olvidar que tiene una altura de 3706 msnm y que nosotros estábamos a poco más de 1000 y muy cerca de su base.

Paisajes de la zona cercana al San Lorenzo

Nos quedaba avanzar un poco más y poner los pies en Chile para coronar el esfuerzo de llegar hasta estos recónditos lugares. Ahora la huella se metía de lleno dentro de zona boscosa, muy angosta y con fuertes pendientes donde evidentemente hay muy poco tránsito vehicular. La idea era llegar al hito fronterizo y luego volvernos.

En una de las detenciones para tratar de ubicar el hito sobre los cerros, sentimos un seco ruido metálico proveniente de la chata de Elsa al arrancar. Inmediatamente vemos que la rueda trasera izquierda perdía su vertical como cuando se rompe un palier así que temimos lo peor: ¿cómo carajo la sacábamos de aquí con semejante rotura?

Raudamente nos arrimamos a verificar el desastre mientras Elsa se «fumaba un Camel» mientras nos informaba que no sabía que había ocurrido todavía sin bajarse de la chata.

Bueno, por suerte no había rotura de palier. Lo que había ocurrido es que se había terminado de salir el último bulón de rueda que le quedaba y obviamente la rueda quiso seguir su libre albedrío por ahí. Menos mal que fue casi con la chata detenida y en un lugar seguro porque podría haber sido muy complicado si ocurría en alguna cuesta de cornisa o vadeando el río.

¿Qué había pasado? Recuerden que la tarde anterior habíamos reemplazado de apuro una rueda pinchada, la cual no se ajustó del todo ya que Elsa iba a ir al pueblo a reparala y colocar la rueda original. La cuestión que no encontraron gomería abierta y la rueda sin apretar siguió su curso como si lo estuviera, hasta que decidió irse por su cuenta. Moraleja: pase lo que pase, apretar siempre apretar a full las tuercas, total siempre habrá tiempo para aflojarlas.

Utilizando la clásica de sacar una tuerca de cada una de las otras ruedas, recompusimos rápido la situación aunque algunos filetes de roscas se resistían un poco porque al andar flojas durante mucho tiempo se habían deformado un poco.

Pasado el susto seguimos derecho a la frontera y tuvimos a la vista el hito que buscábamos, obviamente en la parte alta de un cerrito.

Por supuesto no podíamos volvernos sin la foto de haber llegado a él, así que emprendimos la caminata hasta allí y lo logramos rápidamente. Desde la altura pudimos comprobar que del lado chileno la huella se transforma en un camino más transitable, ya que desde allí salen las expediciones que intentan ascender al San Lorenzo.

El regreso fue tranquilo aunque se notaba que con el final del  día el río Oro como consecuencia de la mayor temperatura de la tarde había acrecentado un poco su caudal subiendo algunos centímetros su nivel respecto de la ida. Nada preocupante pero coincidía con las apreciaciones que nos había hecho Leo antes de aventurarnos por esa zona.

Volvimos al casco de Los Ñirres, donde ya nos había conseguido preparar las ocho camas, pudiéndonos dar una ducha caliente completamente inesperada.

En la cocina económica, que estaba a todo vapor ya que la temperatura exterior había bajado bastante, por la noche Julio y Sonia nos deleitaron con un excelente pollo al disco que estaba para chuparse los dedos.

Un inesperado y fantástico día de descubrimientos había llegado a su fin.

EXPLORANDO LA “OTRA 40”: ENLACES DE IDA

17 al 25 de enero de 2020

PROLOGO

Este es uno de los tantos viajes anteriores a marzo 2020, que quedaron pendientes de escribir cuando se desató el tema pandemia cuando las preocupaciones pasaban por otro lado.

Fue el último viaje antes de la terrible situación que le tocó vivir a nuestra generación y que nos bloqueó por casi tres años. Nada fue igual después, empezando por muchos amigos que quedaron por el camino, empezando por la querida Raine Golab, compañera virtual de todos mis viajes.

Se trató de un recorrido muy interesante, del cual sin duda omitiré los detalles habituales porque cinco años es mucho tiempo para recordarlos. De todos modos lo intentaré. Vamos.

La apertura de un nuevo tramo de la RP41 al sur del lago Posadas fue un imán irresistible para elegir donde tomar una semana de vacaciones en mi querido sur.

El exitoso  y recordado intento de unir el lago Posadas y el Parque Nacional Perito Moreno allá por el lejano 2016, cuando todavía no había camino ni huella para vehículos de cuatro ruedas, nos proporcionó una poderosa razón para ir a ver por donde habían abierto el ahora camino público y si había coincidido o no con nuestra difícil incursión inicial.

Sobre esa base armamos un viaje que empezaría por investigar las nacientes del río Oro a los pies del gigante San Lorenzo, luego recorrería el nuevo trayecto desde el lago Posadas al Parque Nacional Perito Moreno, un par de días de descanso y algo de treking en dicho parque y luego intentaríamos “abrir” un paso directo hacia el sur hacia la zona de Tucu Tucu sin necesidad de salir hasta Las Horquetas para finalmente asomarnos a lo que alguna vez será el inicio de la gran aventura de llegar al lago San Martin por el oeste de la meseta de la Muerte.

Armamos un grupo de patagónicos fanáticos con Guillermo Loza y Elcira (Toyota Hilux), Julio Sastre y Sonia (Toyota SW4), Elsa Ons (Toyota Hilux), Jorge Cienfuegos (Toyota Prado) y el que escribe acompañado de su hijo, el flamante Dr. Pablo Juan Zerega en su viaje de egresado, con la Pampa 02.

Algunos quedamos en encontrarnos el sábado 18 por la mañana en Gobernador Costa ya que Guillermo y Julio saldrían de El Bolsón el mismo sábado y nosotros viajaríamos el viernes a la tarde después de una fugaz estadía por mi trabajo desde Puerto Madryn, donde hicimos noche el día jueves, que fue el día que utilizamos para viajar desde Florencio Varela. Elsa y Jorge viajarían desde Comodoro Rivadavia, ya que venían recorriendo la costa chubutense y se sumarían el sábado a la tarde directamente en Lago Posadas

El viernes por la mañana yo me dediqué a atender algunas cuestiones del laburo mientras  mi hijo anduvo caminando y disfrutando de una hermosa mañana de playa. Ya en ese momento empezaba a hablarse tímidamente de algo que podía ser una pandemia allá en la lejana China, en una cuidad, Wuhan que nunca habíamos escuchado antes.

Al mediodía nos fuimos para Trelew donde todavía me quedaba una breve reunión de trabajo y al final de la misma, ya liberado de todas las responsabilidades laborales, salimos hacia el lejano oeste chubutense.

En Gaiman nos detuvimos a saludar a mi amigo Eduardo Lada cuando nos enteramos que no iba a estar en la estancia La Oriental ya que se estaba recuperando de una dolencia física.

Como siempre, fue un placer compartir un rato con Eduardo y Sully (QEPD), lamentando no poder compartir la misma charla y el clásico asado en la estancia, mi lugar en el mundo.

Allí nos contó que justamente en la estancia iba a estar estaba su hija Rocío al mando, ya que un excéntrico magnate norteamericano, Gil Butler, que apadrina el Parque Nacional Perito Moreno iba a estar alojado con su comitiva inspeccionando que se hace con el dinero que dona para  su conservación y que normalmente no quiere que haya extraños merodeando mientras ellos permanecen allí. Cosas de los magnates.

No obstante iba a gestionar que aunque sea nos permitan acomodarnos en la zona de camping y por las duda nos encargó entregar un horno eléctrico que estaban esperando en la estancia como salvoconducto…

A eso de las tres de la tarde finalmente salimos con rumbo oeste sin destino prefijado. Sabiendo que debíamos encontrarnos a media mañana del día siguiente en Gobernador Costa, cualquier alternativa interesante para dormir por el camino la podíamos considerar sin problemas.

Sin apuro y disfrutando del paisaje se sucedieron Las Plumas, Los Altares, Paso de Indios y como no estábamos cansados, decidimos seguir derecho a Gobernador Costa pero lo hicimos por el desvío de ripio que lleva a José de San Martín, sin pasar por Tecka, atravesando las estribaciones norte de la Sierra Nevada.

Este camino es muy bonito, sube a un poco más 1000 msnm y hace entretenido y rápido el viaje, de modo que finalmente llegamos a destino, Gobernador Costa, casi de día.

Buscamos un hotel decente, nos alojamos y después, como no podía ser de otro modo, nos fuimos a cenar a lo de “El Petiso”, una legendaria  parrilla con menú fijo atendida por su dueño, el mismísimo Petiso, el cual te sirve lo que quiere sin preguntarte y la verdad que no es necesario, ni conveniente jajajajaja

Nos divertimos con una familia chilena que empezó a pedirle «variantes» del menú hasta que se hartó y les dijo amablemente que era lo que tenía o nada. Los chilenos se fueron enojados, sin entender de qué se trataba esto.

Como entrada te trae una olla de sopa donde te servís a voluntad y después vino de la casa acompañando un bife enorme con huevos fritos y salsa criolla, más papas hervidas y una ensalada. Todo en cantidades mayoristas.

Con todo esto no te queda lugar para postre, así que después de pagar una módica suma, nos fuimos derechito al sobre…

Sábado 18 de enero de 2020

El encuentro con los muchachos de El Bolsón se demoró un poco y se concretó cerca del mediodía así que con mi hijo nos dedicamos a retozar mientras recorrimos todos los rincones de Gobernador Costa mientras los lugareños ya nos saludaban como si hubiéramos vivido siempre allí. Al final recalamos en una especie de plaza con máquinas de ejercicio contra uno de los cerros y nos quedamos esperando allí, mateando y leyendo un poco con nuestras Kindle al solcito, que estaba precioso.

Al encontrarnos, cargamos combustible, compramos algunas cositas que faltaban para el pollo al disco previsto para la noche y salimos por la 40 con rumbo sur. Al pasar por Nueva Lubecka nos apuntamos que si teníamos tiempo a la vuelta había que encarar la RP23, una de las pocas chubutenses que todavía no recorrimos, la cual contornea y atraviesa la ignota Sierra Nevada, pasando por Buen Pasto.

Pasamos raudos por Rio Mayo, nos detuvimos en Perito Moreno para repostar combustible y continuamos a Bajo Caracoles, previa detención en la tranquera de la estancia La Vizcaína, puerta de acceso trasera del Parque Nacional Patagonia para verificar si tenía candado. Otro plan B por si acaso para el regreso.
(Fue Plan B pero cuatro años y medio después cuando fuimos a ver un eclipse solar)

En Bajo Caracoles dejamos la RN40 y tomamos la RP39 hacia el oeste rumbo a Lago Posadas, donde arribamos a media tarde.

Nos quedamos esperando a Elsa y a Jorge en la dirección de Turismo, donde hay señal de internet, verificando que habían salido de Perito Moreno no hacía mucho así que dejamos encendidas las radios para escuchar eventuales noticias al acercarse.

Al rato escuchamos a Elsa que habían roto una cubierta y que venían demorados, así que de algún modo nos quedamos tranquilos esperando. Tardaron bastante más de lo que suponíamos así que se nos complicó la ida acampar en la zona de la desembocadura del río Oro en la Estancia Suyai como habíamos planeado.

Era muy temprano para quedarse en el pueblo de Lago Posadas y muy tarde para corrernos hasta allá, sobre todo porque cayendo la noche nos perderíamos una parte de paisajes muy lindos .

Decidimos avanzar buscando algún lugar por el camino antes que nos sorprenda la oscuridad y eso ocurrió al acercarnos al mismísimo lago Posadas: una huella nos acercó a la costa del lago y pese al fuerte viento del oeste en su ribera, hallamos un razonable reparo entre los arbustos y hasta pudimos prender el fogón y cocinar algo la disco si mal no recuerdo.

Mientras nos acomodábamos, avisa Elsa por radio que había pinchado otra cubierta sobre la ruta, así que fuimos a ayudarla a cambiarla. Fue el inicio de una serie de problemas relacionados que más adelante contaremos: el apuro induce a cometer errores.

Arrullados por el viento y cansados de los largos enlaces del día, nos dormimos palpitando las aventuras del día siguiente en el río Oro.

ASOMO AL CERCANO OESTE

23 de noviembre de 2024

Esta vez se trata de una vueltita corta que me había quedado en el tintero. En estos primeros meses de 2025 me han sucedido algunas cosas (buenas y malas) y entonces no me ocupé de mantener actualizado mis habituales reportes. Pero todo se comienza a enderezar, así que Dios mediante, me volverán a leer con más frecuencia en poco tiempo.

Sábado por la mañana, preparamos el equipo de mate y unos sándwiches y le apuntamos a conocer un poco más de una zona que pese a ser cercana siempre tuvimos medio olvidada.

La idea era ir un poco más allá de Mercedes siguiendo algunas estaciones del CGBA y al regreso visitar alguna más que se atraviese por el camino.

Transitamos tranquilos el Acceso Oeste y al llegar a San Andrés de Giles, nos metimos a visitar la ciudad antes de introducirnos por los caminos de tierra del CGBA; por supuesto terminamos en la vieja estación de GILES, fuera de servicio y convertida en una dependencia municipal.

Ciudad muy vieja, con calles angostas, con edificios muy llamativos y con un clima de mucha tranquilidad. Igual la idea era irnos al campo así que sólo fue para satisfacer la curiosidad de una ciudad que nunca habíamos pisado. Seguramente da par recorrerla con más detalle.

Salimos de vuelta a la RN07 y buscamos el camino rural que nos llevaría a LA VALEROSA, una estación muy especial por ser de una construcción muy diferente a sus lujosas hermanas francesas.

El camino rural atraviesa hermosos trigales en pleno crecimiento con una escuela rural muy bien cuidada en un cruce de caminos antes de arrimarnos al objetivo ferroviario que está muy escondido dentro de la vegetación.

Al cruzar la traza ferroviaria, como un cuchillazo generado por la cuadrilla que patrulla las vías desde ESPORA, aparecen las vías en el medio de la vegetación. Dejamos la chata sobre el camino rural y nos metimos a buscar a LA VALEROSA con mucha ansiedad y a unos doscientos metros apareció ante nuestra vista.

Es una humilde estación construida de madera, en muy buenas condiciones para los cuidados que recibe y es completamente diferente a las lujosas francesas del CGBA que engalanaban el ramal. Debe haber sido un agregado imprevisto.

Nadie la habita directamente pero hay una vivienda algo más alejada donde había gente que parecía estar viviendo allí, a la cual le solicitamos permiso para curiosear y fotografiar. Fueron muy amables y no tuvieron problemas en concederlo.

Retomamos viaje con rumbo a ESPORA, que es una de la estaciones emblemáticas del CGBA ya que allí aún hay una base ferroviaria de la Asociación Amigos del Belgrano que intenta mantener lo que queda del ramal. No hay población a su alrededor, ni siquiera se puede rodear la estación por su cuadro.

Un viejo trabajador ferroviario, que aún conserva su puesto, vive allí y es lo que evita que se la vandalice como le ha ocurrido a muchas de ellas.

Receloso al principio, ya que casi nos vetó el acceso, cuando se dio cuenta de nuestras buenas intenciones se abrió a dejarnos curiosear y no paró de contarnos anécdotas de su pasado ferroviario. Estuvimos casi una hora con él narrándonos historias de la estación y personales con una pasión destacable.

Nos contó cuando alguien vino a querer comprarle los parantes artísticos del alero de la estación y él se negó rotundamente y también cuando se fue en una travesía en tren al norte que fue toda una aventura. Por suerte está en buenas manos

Seguimos viaje hacia TUYUTÍ por intrincados caminos rurales que en algún caso nos metieron en propiedades privadas donde no fuimos bien recibidos pese a habernos detenido para eventualmente solicitar permisos. Nada importante.

TUYUTÍ es un paraje que alguna vez tuvo población. Hoy parece vivir gente en la estación y en la calle frente a ella se destaca una capilla de Nuestra Señora del Pilar semi abandonada. También hay una casa importante de llamativa construcción (parece una casa típica patagónica) que luce desierta pero en buen estado y también algunas ruinas de algún caserío que no existe mas. No nos detuvimos salvo a sacar fotos desde lejos.

La siguiente fue GOUIN, que si es parte un pequeño poblado rural estable que ha renacido con el turismo rural de fines de semana. Todo el pueblo tiene ofertas gastronómicas y es un muy lindo lugar para pasar el día. La estación fue convertida en un restaurante que permite degustar sus platos en el andén mismo.

Tengo entendido que fue cedida a un matrimonio de emprendedores que se ha encargado de revivirla para esta nueva actividad.

En este paseo estábamos en modo correcaminos así que después de recorrer las calles del pueblo seguimos viaje pensando en el regreso a casa, aunque por supuesto, siempre aparece algo más a la pasada.

Así que buscando como salir por caminos de tierra a la RN05, terminamos pasando por algunas estaciones del Ferrocarril San Martín a lo largo de la RP42. Una de ellas fue GENERAL RIVAS, uno de esos tantos lugares que sólo conocía por los carteles ruteros.

Prolijo y viejo pueblo, de curiosa forma triangular tipo queso Adler, donde estacionamos frente a la iglesia y una bonita plaza, para comer nuestros frugales sándwiches de viaje.

Luego visitamos su estación, muy bonita y activa para pasajeros con un tren diario que une Retiro con Junín.

Horarios de trenes Retiro – Rivas

Por último antes de montarnos en la RN05 y emprender el regreso a casa, costeamos las vías unos kilómetros más y pasamos por FRANKLIN, otro pequeño poblado desconocido para mi, también con la misma curiosa forma de triangular que Rivas pero más pequeño y menos poblado.

Y así cerramos el paseo del sábado, previo rauda pasada por SAN JACINTO (No intenté entrar porque había leído que no eran muy amistosos sus ocupantes)

Hasta la próxima

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