17 al 25 de enero de 2020
PROLOGO
Este es uno de los tantos viajes anteriores a marzo 2020, que quedaron pendientes de escribir cuando se desató el tema pandemia cuando las preocupaciones pasaban por otro lado.
Fue el último viaje antes de la terrible situación que le tocó vivir a nuestra generación y que nos bloqueó por casi tres años. Nada fue igual después, empezando por muchos amigos que quedaron por el camino, empezando por la querida Raine Golab, compañera virtual de todos mis viajes.
Se trató de un recorrido muy interesante, del cual sin duda omitiré los detalles habituales porque cinco años es mucho tiempo para recordarlos. De todos modos lo intentaré. Vamos.
La apertura de un nuevo tramo de la RP41 al sur del lago Posadas fue un imán irresistible para elegir donde tomar una semana de vacaciones en mi querido sur.
El exitoso y recordado intento de unir el lago Posadas y el Parque Nacional Perito Moreno allá por el lejano 2016, cuando todavía no había camino ni huella para vehículos de cuatro ruedas, nos proporcionó una poderosa razón para ir a ver por donde habían abierto el ahora camino público y si había coincidido o no con nuestra difícil incursión inicial.
Sobre esa base armamos un viaje que empezaría por investigar las nacientes del río Oro a los pies del gigante San Lorenzo, luego recorrería el nuevo trayecto desde el lago Posadas al Parque Nacional Perito Moreno, un par de días de descanso y algo de treking en dicho parque y luego intentaríamos “abrir” un paso directo hacia el sur hacia la zona de Tucu Tucu sin necesidad de salir hasta Las Horquetas para finalmente asomarnos a lo que alguna vez será el inicio de la gran aventura de llegar al lago San Martin por el oeste de la meseta de la Muerte.
Armamos un grupo de patagónicos fanáticos con Guillermo Loza y Elcira (Toyota Hilux), Julio Sastre y Sonia (Toyota SW4), Elsa Ons (Toyota Hilux), Jorge Cienfuegos (Toyota Prado) y el que escribe acompañado de su hijo, el flamante Dr. Pablo Juan Zerega en su viaje de egresado, con la Pampa 02.
Algunos quedamos en encontrarnos el sábado 18 por la mañana en Gobernador Costa ya que Guillermo y Julio saldrían de El Bolsón el mismo sábado y nosotros viajaríamos el viernes a la tarde después de una fugaz estadía por mi trabajo desde Puerto Madryn, donde hicimos noche el día jueves, que fue el día que utilizamos para viajar desde Florencio Varela. Elsa y Jorge viajarían desde Comodoro Rivadavia, ya que venían recorriendo la costa chubutense y se sumarían el sábado a la tarde directamente en Lago Posadas
El viernes por la mañana yo me dediqué a atender algunas cuestiones del laburo mientras mi hijo anduvo caminando y disfrutando de una hermosa mañana de playa. Ya en ese momento empezaba a hablarse tímidamente de algo que podía ser una pandemia allá en la lejana China, en una cuidad, Wuhan que nunca habíamos escuchado antes.
Al mediodía nos fuimos para Trelew donde todavía me quedaba una breve reunión de trabajo y al final de la misma, ya liberado de todas las responsabilidades laborales, salimos hacia el lejano oeste chubutense.
En Gaiman nos detuvimos a saludar a mi amigo Eduardo Lada cuando nos enteramos que no iba a estar en la estancia La Oriental ya que se estaba recuperando de una dolencia física.
Como siempre, fue un placer compartir un rato con Eduardo y Sully (QEPD), lamentando no poder compartir la misma charla y el clásico asado en la estancia, mi lugar en el mundo.
Allí nos contó que justamente en la estancia iba a estar estaba su hija Rocío al mando, ya que un excéntrico magnate norteamericano, Gil Butler, que apadrina el Parque Nacional Perito Moreno iba a estar alojado con su comitiva inspeccionando que se hace con el dinero que dona para su conservación y que normalmente no quiere que haya extraños merodeando mientras ellos permanecen allí. Cosas de los magnates.
No obstante iba a gestionar que aunque sea nos permitan acomodarnos en la zona de camping y por las duda nos encargó entregar un horno eléctrico que estaban esperando en la estancia como salvoconducto…
A eso de las tres de la tarde finalmente salimos con rumbo oeste sin destino prefijado. Sabiendo que debíamos encontrarnos a media mañana del día siguiente en Gobernador Costa, cualquier alternativa interesante para dormir por el camino la podíamos considerar sin problemas.
Sin apuro y disfrutando del paisaje se sucedieron Las Plumas, Los Altares, Paso de Indios y como no estábamos cansados, decidimos seguir derecho a Gobernador Costa pero lo hicimos por el desvío de ripio que lleva a José de San Martín, sin pasar por Tecka, atravesando las estribaciones norte de la Sierra Nevada.
Este camino es muy bonito, sube a un poco más 1000 msnm y hace entretenido y rápido el viaje, de modo que finalmente llegamos a destino, Gobernador Costa, casi de día.

Buscamos un hotel decente, nos alojamos y después, como no podía ser de otro modo, nos fuimos a cenar a lo de “El Petiso”, una legendaria parrilla con menú fijo atendida por su dueño, el mismísimo Petiso, el cual te sirve lo que quiere sin preguntarte y la verdad que no es necesario, ni conveniente jajajajaja
Nos divertimos con una familia chilena que empezó a pedirle «variantes» del menú hasta que se hartó y les dijo amablemente que era lo que tenía o nada. Los chilenos se fueron enojados, sin entender de qué se trataba esto.
Como entrada te trae una olla de sopa donde te servís a voluntad y después vino de la casa acompañando un bife enorme con huevos fritos y salsa criolla, más papas hervidas y una ensalada. Todo en cantidades mayoristas.
Con todo esto no te queda lugar para postre, así que después de pagar una módica suma, nos fuimos derechito al sobre…


Sábado 18 de enero de 2020
GOBERNADOR COSTA – RIO MAYO – PERITO MORENO – BAJO CARACOLES – LAGO POSADAS
El encuentro con los muchachos de El Bolsón se demoró un poco y se concretó cerca del mediodía así que con mi hijo nos dedicamos a retozar mientras recorrimos todos los rincones de Gobernador Costa mientras los lugareños ya nos saludaban como si hubiéramos vivido siempre allí. Al final recalamos en una especie de plaza con máquinas de ejercicio contra uno de los cerros y nos quedamos esperando allí, mateando y leyendo un poco con nuestras Kindle al solcito, que estaba precioso.


Al encontrarnos, cargamos combustible, compramos algunas cositas que faltaban para el pollo al disco previsto para la noche y salimos por la 40 con rumbo sur. Al pasar por Nueva Lubecka nos apuntamos que si teníamos tiempo a la vuelta había que encarar la RP23, una de las pocas chubutenses que todavía no recorrimos, la cual contornea y atraviesa la ignota Sierra Nevada, pasando por Buen Pasto.
Pasamos raudos por Rio Mayo, nos detuvimos en Perito Moreno para repostar combustible y continuamos a Bajo Caracoles, previa detención en la tranquera de la estancia La Vizcaína, puerta de acceso trasera del Parque Nacional Patagonia para verificar si tenía candado. Otro plan B por si acaso para el regreso.
(Fue Plan B pero cuatro años y medio después cuando fuimos a ver un eclipse solar)

En Bajo Caracoles dejamos la RN40 y tomamos la RP39 hacia el oeste rumbo a Lago Posadas, donde arribamos a media tarde.
Nos quedamos esperando a Elsa y a Jorge en la dirección de Turismo, donde hay señal de internet, verificando que habían salido de Perito Moreno no hacía mucho así que dejamos encendidas las radios para escuchar eventuales noticias al acercarse.




Al rato escuchamos a Elsa que habían roto una cubierta y que venían demorados, así que de algún modo nos quedamos tranquilos esperando. Tardaron bastante más de lo que suponíamos así que se nos complicó la ida acampar en la zona de la desembocadura del río Oro en la Estancia Suyai como habíamos planeado.
Era muy temprano para quedarse en el pueblo de Lago Posadas y muy tarde para corrernos hasta allá, sobre todo porque cayendo la noche nos perderíamos una parte de paisajes muy lindos .
Decidimos avanzar buscando algún lugar por el camino antes que nos sorprenda la oscuridad y eso ocurrió al acercarnos al mismísimo lago Posadas: una huella nos acercó a la costa del lago y pese al fuerte viento del oeste en su ribera, hallamos un razonable reparo entre los arbustos y hasta pudimos prender el fogón y cocinar algo la disco si mal no recuerdo.





Mientras nos acomodábamos, avisa Elsa por radio que había pinchado otra cubierta sobre la ruta, así que fuimos a ayudarla a cambiarla. Fue el inicio de una serie de problemas relacionados que más adelante contaremos: el apuro induce a cometer errores.
Arrullados por el viento y cansados de los largos enlaces del día, nos dormimos palpitando las aventuras del día siguiente en el río Oro.