HUCAL

La leyenda de HUCAL en pie

Cuando uno se asoma a esta perdida estación dentro del monte pampeano, nunca puede imaginar la importancia que tuvo en el pasado.

Solamente ver los talleres ferroviarios que albergó para atender de cuatro formaciones a la vez y dónde se reparaban las viejas calderas de vapor, le dan a uno una idea del movimiento que debió haber aquí.

Hay un barrio ferroviario con muchas casas, la mayoría destruidas y hasta todavía existe una pileta olímpica de natación, obviamente abandonada, que fue la segunda pileta publica habilitada en La Pampa construida en la década del 40.

Dentro de la cercana estancia HUCAL, origen del poblado y donadora de las tierras para el ferrocarril hay una impresionante capilla, en excelentes condiciones que no pudimos visitar por una tranquera con candado.

Y la estación está allí, con sus nomencladores y sus vías resistiendo el tiempo gracias a una asociación «Hucal Despierta» que se ha propuesta preservarla para promover actividades turísticas y culturales.

Una visita que vale la pena hacer para viajar en el tiempo…

COTITA

Mil veces pasé por RN35 y nunca me había dado cuenta que ahí nomás estaba la estación Cotita, que había visto en los mapas en alguna oportunidad. El monte de caldenes tapaba todo y la verdad creía que nada existía.

Como ahora andábamos con tiempo y curiosidad, nos internamos por una huella esperando no encontrar nada y grande fue la sorpresa de al menos encontrar el andén y los nomencladores, con el terreno limpio de de vegetación. Luego me enteré que un grupo de entusiastas ferroviarios había estado manteniendo el lugar y por eso era accesible.

El nombre “Cotita” surgió del apodo con el que fuera conocida Mariana Juana Cambaceres, hija del primer dueño de la estancia Hucal, en La Pampa.

Al organizarse dicho predio rural hacia fines del siglo XIX, a uno de sus campos se le asignó el nombre de “La Cotita”. Culminando la segunda década del siglo XX, sobre esas tierras había avanzado el cultivo de trigo y un ferrocarril pionero en la región las transitaba desde hacía más de veinte años, aportando la logística de transporte para llevar el cereal cosechado hacia el puerto de Bahía Blanca. Con esa función, se había conformado un desvío ferroviario hacia el límite noreste del campo La Cotita.

Por la magnitud que habían alcanzado sus instalaciones, se le otorgó la categoría de estación con el nombre de “Cotita” en 1919, obteniendo su habilitación pública oficial en 1920 para prestar servicio de cargas, pasajeros y telégrafo en el ramal ferroviario Bahía Blanca al Noroeste. El edificio de la estación fue construido con chapas de zinc y madera, teniendo como unidades anexas una pequeña casa con paredes de ladrillo, para el jefe de la misma, y dos galpones para el almacenamiento de granos. Nade de eso existe ahora.

Su población apenas llegó a superar los 40 habitantes, hacia mediados del siglo pasado. Los servicios de Cotita incluían, además de la estación ferroviaria, una escuela de nivel inicial, un destacamento policial, una herrería, dos silos para acopio de cereales y un comercio de ramos generales, propiedad de la familia Mondelo, que incluía venta de pan, carne y leña, expendio de combustibles líquidos y servicio de estafeta postal.

La información que resumí más arriba fue extraída de aquí

Nomenclador de La Cotita
El solitario andén
Al fondo, ahora que está despejado se puede ver la RN35, ahí nomás

AVESTRUZ

Saliendo de Guatraché hacia el este, al ingresar a la provincia de Buenos Aires por la RP76, a mano derecha un solitario y enorme tanque de agua de ladrillos, revela que hubo una estación ferroviaria.

Mirando el GPS descubrimos que se trataba de la estación AVESTRUZ, perteneciente al famoso ramal de «los bichos» (Tres Cuervos, Víboras, Avestruz).

Por supuesto desviamos por una huella precaria y nos acercamos, comprobando que además del tanque de agua, también existían todavía el andén y la plataforma de un galpón, seguramente desmantelado. No pasan más trenes por aquí hace rato.

La plataforma del galpón desaparecido

BORDENAVE

Siguiendo la RP76, nos salteamos Darragueira porque nos habíamos consumido mucho tiempo y no teníamos definido donde parar a dormir o acampar.

Sin embargo antes de tomar el desvío a Puán, donde podíamos llegar a recalar, se nos puso tan cerca la estación BORDENAVE, que no quedó otro remedio que ir a verla…

Por aquí si pasan trenes y la estación está bien conservada y se trata de una vivienda particular donde además funciona un restaurante-rotisería-heladería «Lo de Patricia»

Por lo que luego pude leer en Internet, Bordenave merece dedicarle más tiempo a una visita ya que este tranquilo pueblo tien varios atractivos que dejamos pasar: El Paseo de los Caldenes, la plazoleta Bautista Bordenave, la Capilla San Antonio y entre otros, también se encuentra el Paraje El Pincén.

Será para otra vez.

Estación Bordenave desde el sur
Nomenclador de Bordenave
Estación Bordenave, con su corralito de seguridad.
Galpón de cargas
Lo de Patricia, en el frente de la estación, hacia el pueblo

PUAN

Llegamos a PUAN con la idea de acampar al costado de la laguna, ya que era loque seinfería de lo que veníamos leyendo en Internet. Sin embargo nos encontramos con un bonito lugar para pasar una tarde y hacer un picnic, pero no para pasar la noche, ya que el parque municipal no está cercado y rodeado por el poblado, sin instalaciones para campamento.

Así que seguimos pensando ahora en Guaminí y Cochicó pero a la pasada se nos cruzó la estación, así no quedó otra que asomarnos a verla. Actualmente funciona como estación de cargas y comparte su funcionalidad como terminal de ómnibus.

Estación Puán, a través de las patas el tanque de agua
Estación con andén anulado por instalaciones de la terminal de ómnibus
Playon de estacionamiento en el frente de la estación
La locomotora 6612 «Gloria» haciendo maniobras