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Categoría: Historias desde los viajes (Página 2 de 2)

FAIR

22 de octubre de 2022

<< De DOLORES y LABARDÉN

Dejamos LABARDEN por un camino vecinal que se aleja momentáneamente del ferrocarril pero siguiendo el viejo acueducto Ayacucho-Dolores, cuyos respiraderos sobre la Autovía 2 son siempre tema de conversación y que ahora aparecen bordeando este camino.

Por supuesto paramos a tratar de ver algo más de cerca pero no nos pudimos sacar ninguna duda en el terreno porque estos «totems» son inaccesibles. Generalmente estas construcciones alojan válvulas automáticas combinadas de aire que permiten la eliminación de bolsones de aire que se generan por burbujeo y se acumulan en los puntos elevados y también permiten el ingreso de aire en el caso de vaciado. Otras veces en los puntos bajos de la cañería hay válvulas manuales de drenaje para vaciado y tomas de agua para ganadería. Las que se ven aquí y en la Autovía 2 parecen ser del primer tipo.

Este acueducto tiene más de 50 años y distribuye agua desde pozos que la obtienen en Ayacucho pasando por Fair, Labardén, Maipú y General Guido y Dolores pero llama la atención que no es posible conseguir información histórica fácilmente, de una obra tan trascendente.

Al llegar a FAIR nos encontramos con la estación con mucha actividad de obra en construcción, en consonancia con lo que nos habían informado en Labardén.

Maquinaria vial, pilas de durmientes nuevos y viejos y las vías destapadas recientemente hacen renacer la esperanza que alguna vez este ramal vuelva, aunque desde esta visita al día de hoy (agosto 2023) no hay fecha cierta de reinicio.

Pensar que este ramal se inauguró en 1885 y ahora en 2023, apenas si somos capaces de poner las vías en condiciones…

El nombre de la estación es un homenaje a Juan FAIR, vicecónsul de Inglaterra en Bs As y miembro del primer Directorio del Ferrocarril del Sud en 1861.

Con el advenimiento del ferrocarril, se generó un pequeño poblado cuyo epicentro eran la escuela y un boliche de ramos generales, que aún sobreviven.

En el almacén aún hay muchas cosas interesantes empezando por la amable atención de la dueña y por la cantidad increíble de reliquias de épocas pasadas, mezcladas con artículos actuales.

Se respira pasado…

Cancha de Bochas, aún en uso

Dejamos FAIR para dirigirnos a AYACUCHO a almorzar y después a ir investigar el Canal 5 para cerrar el día, que por suerte nos había perdonado climáticamente.

Seguimos en el CANAL 5 >>

CANALEANDO POR BUENOS AIRES

22 y 23 de octubre 2022

Tiempo atrás, los días posteriores a la pandemia, Adriana y yo solos ya habíamos estado metiendo las narices por el Canal 15 y por el Canal 9.

Nos habían quedado muchas cosas pendientes y entonces el año pasado, en octubre 2022, se organizó una partida de amigos para ir a recorrer la zona de los canales alrededor de Dolores, sumando algunos pueblos y estaciones ferroviarias a la pasada.

El fin de semana que elegimos amaneció con lluvias pero el pronóstico decía que solamente se circunscribirían al sábado por la mañana, así que no postergamos la salida pese al riesgo de encontrar caminos embarrados no solo difíciles de transitar (eso era lo de menos) sino que además en la mayoría de ellos podría haber prohibición de circular para no estropearlos.

Si el clima y las condiciones no nos permitían andar, de todos modos nos juntaríamos con amigos a pasar un buen rato ya que al fin y al cabo teníamos reservada una cabaña en Ayacucho para el sábado donde un asado podía arreglar todo.

Fuimos de la partida Andrés Pino, Eduardo Sember, Eduardo Cinicola, Elsa Ons, Adriana y yo, aunque durante un buen rato del sábado Pedro Gutovnik, que andaba de gira por ahí, también se sumó.

Nos encontramos en la YPF que está antes de Dolores a desayunar, mientras la lluvia arreciaba y parecía que nos arruinaba el paseo.

La idea original era entrar por el canal 9 hacia el oeste hasta el Puente del 80 y después ir bajando, previo asomo al inicio del canal 1, hasta Labardén, Fair y Ayacucho, donde pernoctaríamos, y dejar para el domingo algo de los canales 5, 1 y 2 y después volvernos a casa. Justo la lluvia torrencial caía sobre la parte inicial del recorrido…

Empezamos por DOLORES y LABARDEN

MERODEANDO EL OESTE DE CANQUEL

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Lunes 29 de mayo de 2023

Descansados y aseados después de pasar la noche en el remozado Viejo Hotel de Las Plumas, encaramos nuestra aproximación a la meseta de Canquel a través de la RP53 (ExRN25) pasando por el paraje El Sombrero.

A la altura del ex KM 1800 de la ex RN25 nos descolgamos hacia el sur. La idea era buscar otros accesos a la meseta por el oeste, diferentes al que ya conocíamos por La Florida y La Cascada por donde entramos la primera vez.

Cerro El Sombrero
El mojón del km 1800 de la ex RN25

Nos interesaba particularmente el que apuntaba a la estancia Tres Mallines (ex-Peña) ya que sabíamos que desde allí era posible recorrer toda la meseta de norte a sur para llegar a las estancias El Riscoso y La Esperanza, información brindada por nuestro amigo Gerardo Fernandez, quien nos acicateó que sería un desafío interesante para nosotros, ya que muy transitado no estaba.

Después de cruzar el zanjón El Calafate, al pie del Cerro de los Huevos, encontramos la huella que teníamos relevada en las satelitales, donde había un letrero bastante nuevo que indicaba el acceso a la estancia Las Quebradas, así que lo creímos posible.

Cerro de los Huevos
Cerro de los Huevos

Apenas nos metimos en la huella, nos dimos cuenta que hacía rato nadie la transitaba y en algunos tramos estaba verdaderamente complicada, pero lejos de desanimarnos eso nos entusiasmó. Pasamos varias tranqueras sin candado y cuando estábamos cerca de lo que supusimos era la estancia Las Quebradas, un grueso candado con un cierre bastante particular, nos frenó. En realidad según el IGM era la estancia Tres Mallines pero eso no cerraba con la información que teníamos. No lo pudimos corroborar por ahora.

El candado que nos frenó

La cercanía del supuesto casco, nos invitó a acercarnos caminando con la intención de encontrar algún alma y lograr permiso para atravesar la tranquera, ya que estábamos a solamente siete kilómetros de la ex-Peña, a partir de donde el camino estaría expedito.

Grande fue nuestra sorpresa al encontrar un gigantesco casco de excelente edificación, pero completamente deshabitado. Por lo que pudimos ver, hacía mucho que alguien no venía por aquí, lo que tronchó nuestra intención de seguir adelante. Sin permiso no íbamos a pasar por una tranquera con candado.

Se nos apareció el casco de la estancia
Casco de estancia Las Quebradas
El único «habitante»
Un hermoso e impecable galpón

Trajimos la mala nueva al grupo y no quedó otro remedio que recular y recalcular completamente la expedición. La opción elegida fue seguir más hacia el sur y tratar de llegar al conocido Rincón de López pero siguiendo alguna de las variantes desconocidas cercanas al omnipresente cerro Toro Negro.

El icónico y omnipresente cerro Toro Negro

Al llegar a un caserío disperso de construcción bastante reciente, pero para variar sin gente, cruzamos un arroyo donde las huellas se perdían, hasta que dimos con una muy incipiente que se dirigía al Rincón de López, que tenía toda la pinta de estar completamente destruida y por supuesto sin uso desde tiempo inmemorial.

La huella se internaba por el cauce de un arroyo seco bordeando por el este un cerro bastante importante. A cada paso esperábamos algún inconveniente insalvable pero si bien iba requiriendo algo de trabajo para los copilotos, sólo se trataba de diversión para los conductores.

Lentamente fuimos subiendo hasta las nacientes del arroyo donde finalmente salimos a la huella conocida cercana al puesto de Benjamín Salazar. Esta última huella este-oeste estaba recientemente repasada por una motoniveladora debido a que no hace mucho el MEF (Museo Egidio Feruglio) vino a retirar un fósil que descubrieron en la periferia de Canquel, al cual solo para nuestra referencia llamamos cariñosamente «Canquelosaurio», aunque ni idea de que se trata.

La huella perdida por el cauce seco, que cruzamos mil veces
En cada recodo esperábamos el «game over»
Finalmente llegamos a sus nacientes y el terreno cambió
Hermosas montañitas de tierra multicolor nos cercaban
Puesto de Benjamín Salazar

Así llegamos al bosquecito encantado del Rincón de López. Era temprano y era como para seguir adelante pero no pudimos escapar a su embrujo y tuvimos que armar campamento y quedarnos allí, al menos por una noche.

No hay manera de no caer en la tentación de pasar una noche aquí, al abrigo del viento, a la vera de un arroyito de agua cantarina y con leña asegurada para una larga noche de fogón.

Aprovechando la oportunidad, Elsa nos regaló un exquisito y sorprendente plato gourmet completamente impensado para el lugar: espaguetis a la carbonara, pero con ingredientes originales, empezando por el «guanciale» traído especialmente para la ocasión, un lujo.

Mañana sería otro día, después de una apacible noche en este increíble lugar.

Recorrido del día

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UN MORDISCO SUAVE A SOMUNCURÁ

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Viernes 26 de mayo de 2023

Como ya expresé otra veces, la meseta de Somuncurá me puede y como siempre, después del inevitable sufrimiento que sobreviene a una larga exposición a su influjo que te hace «prometer no volver nunca más», resulta que termino retornando, sucumbiendo a sus insondables misterios una y otra vez.
No soy el él único, a mi banda de queridos amigos viajeros les pasa lo mismo (hay algunas excepciones…)

Tal vez deberíamos seguir los consejos de Circe a Ulises y a su tripulación de taparnos los oídos para no escuchar los cantos de la «piedra que canta», a la postre las sirenas de Somuncurá. Pero es difícil tomar esa decisión, en cada visita siempre descubrimos algo nuevo que nos fascina y quedan cosas pendientes que nos hacen volver.

Igual de tanto ir algo aprendimos: la porción debe ser limitada para degustarla y no sufrirla. Somuncurá es como un tarro de dulce de leche de esos que vienen en envase de cartón: si te lo comés a cucharadas sin parar resulta que te empalagás y a continuación te termina haciendo mal, lo que no quita que después de un tiempo, al componerte, reincidís.

Por eso esta vez planeamos un «mordisco» limitado para no forzar las cosas, sobre todo porque era la primera parte de la travesía y no había que desanimarse para el resto del viaje.

La idea era recorrer todo el borde septentrional de la meseta, visitando rincones ocultos entre los «fiordos» que miran al norte, donde pequeñas poblaciones protegidas del incesante viento patagónico se han establecido a la vera de aparentes inocentes arroyitos que bajan de la meseta que permiten que se desarrolle una inesperada vegetación fuera de contexto.

Treneta, Yaminué, Laguna de Mendez, Tambelén, Comico, Liminiyeo y Prahaniyeu estaban en nuestro derrotero después de pasar la noche en el complejo Tunquelén, en Ezequiel Ramos Mexía con el objetivo de recalar a acampar o algo parecido en la estancia Talagapa, al norte de Chubut.

Por supuesto, no todo lo planeado se cumple y también aparecen eventos inesperados que nos hacen recalcular, como ya les describiré.

Mientras desayunábamos en Tunquelén, nos comentan que la huella que une dos de los poblados por encima de uno los dedos de la meseta estaba intransitable y entonces, para no hacer un largo rodeo desandando camino, debimos descartar pasar por Treneta y empezar por Yaminué.

Tunquelén, un buen lugar para parar en la RN23
Paisajes de la linea sur en Tunquelén

Asi fue como conocimos primero el encantador pueblito de Yaminué donde la tranquilidad matinal de un viernes feriado puente no pudo ser alterada por unos pocos forasteros sacando fotos. Apenas se asomó a la ventana alguien del destacamento policial pero al vernos inofensivos ni siquiera se nos acercó.
Era como estar en un pueblo desierto pero a su vez lleno de vida.

Yaminué a lo lejos, al pie de Somuncurá
Oasis de Yaminué
Puente sobre el arroyo Yaminué

Desde allí seguimos una huella hacia el oeste que a poco de andar y trepar nos puso encima de la meseta rumbo a la desconocida laguna de Mendez, una inmensa oquedad que debimos atravesar descendiendo hasta su fondo , donde encontramos un espejo de agua seco con un puesto deshabitado de cierta importancia.

Somuncurá puro, cerca de laguna de Mendez
Pinchaduras inevitables en Somuncurá
Laguna de Mendez, abajo y a lo lejos
Laguna de Mendez, completamente seca en esta época

Allí seguramente por impericia, perdimos la huella y anduvimos sobre una traza muy abandonada que nos sacó del fondo de la laguna hasta que dimos con la huella más transitada que bajando de la meseta nos depositaría en Tambelén y Comico, que ya habíamos visitado en otra expedición de años anteriores.

Huella abandonada buscando la salida
Huella abandonada buscando la salida
Bajada abandonada en dirección a Tambelén
Comico

No quisimos seguir por la RP66 y acercarnos a Los Menucos para ir a Prahaniyeu haciendo un largo rodeo rutero sino que nos metimos por una huella vecinal que según nuestro relevamiento previo nos sacaría cortando camino a la RP8 cerca del destino, pasando por Liminiyeo. Por supuesto la huella estaba al principio dirigiéndose al puesto cercano Chasicó pero el enlace a Lininiyeo estaba borrado ya que discurría por el cauce de un ramificado curso de agua.
Unos puesteros que venían arriando sus ovejas nos dijeron que esa huella estaba en desuso y que tenía unos zanjones profundos que no creían salvables fácilmente pero que si queríamos intentar no tenían inconvenientes. Ya imaginan lo que hicimos.

Zanjón camino a Liminiyeo, hubo que trabajar
Zanjón camino a Liminiyeo, en arreglo
Zanjón camino a Liminiyeo, Nada nos detuvo
Parecía que la tranquera a Liminiyeo no nos iba a dejar pasar
Pero pasamos

Efectivamente se nos cruzó un importante zanjón pero con esfuerzo lo sorteamos y pronto ingresamos a Liminiyeo, que a la postre es un importante casco de estancia.

De allí en más la salida a la RP8 fue sencilla y mientras devorábamos kilómetros, Darío propuso ir a visitar el sitio donde en 2011 cayó el avión con 22 ocupantes del vuelo 5428 de Sol Líneas Aéreas, lo cual nos interesó a todos ya que otras veces no habíamos podido dar con él. Darío conocía cómo llegar y fuimos.

Curiosamente, el cielo que se había mostrado despejado y con sol a lo largo del día, comenzó a nublarse rápidamente y a ponerse muy oscuro, como para darle marco al lugar trágico que visitaríamos.

Santuario que evoca a las víctimas del vuelo Sol 5428
Lugar sobrecogedor en el medio de la nada
La nevada al llegar al lugar del accidente
Allí dejamos nuestros respetos a las víctimas

Al encarar el desvío desde la RP8, se largó a nevar y al llegar al sitio del accidente, donde hoy hay un respetuoso recordatorio de las víctimas, la nevada arreció como dejándonos claro que allí el clima es el que manda. En silencio, sacamos unas fotos y dejamos nuestros respetos en tan sobrecogedor escenario.

Al dejar el lugar curiosamente la nevada se atenuó como si tuviese relación con nuestro asomo al lugar.

Destacó que a unos dos o tres kilómetros del sitio del impacto hay un puesto habitado, no quiero pensar el susto que se habrán pegado quienes vivían alli cuando en el medio dela noche sintieron el tremendo estrépito del impacto, allí en el medio de la nada.

Una reseña del accidente AQUÍ

De nuevo en la RP8, no nos tardamos en alcanzar Prahaniyeu donde quedé gratamente sorprendido por el progreso respecto a lo que recordaba de cuando pasé allá por 2006, cuando buscábamos confluencias. Lo mismo me pasó con la RP8, que ahora es una subida decente a la meseta en lugar del pedrero que recordaba.

Entrada a Prahaniyeu
Pueblito de Prahaniyeu, todo paz

Ya en la meseta, de nuevo el cielo se cerró y comenzó a nevar de menor a mayor, lo que complicaría nuestro campamento en Talagapa puesto que llegaríamos con bastante oscuridad a molestar en la estancia.
El espectáculo de la meseta nevada era increíble.

Increíbles paisajes de Somuncurá sobre la RP8

Al cruzar la RP5 que viene de El Caín pensamos que sería una buena idea ir a ver si había algún tipo de alojamiento en el poblado que evitará el campamento (recordaba que en 2015 había visto unas cabañas).

Las cabañas no existían más, ya que se convirtieron en viviendas permanentes del pueblo pero al consultar en la Comisión de Fomento, la Sra Marcela Nacleto, a cargo de la misma, enseguida nos ofreció muy amablemente pasar la noche en el salón de actos de la escuela, con calefacción, internet y baños, un lujo total. Quedamos muy agradecidos por su hospitalidad.

Mientras nos acomodamos en la escuela, el pueblo se vistió completamente de blanco, de algún modo engalanado para nuestra visita. Era la primera nevada del año y nosotros estábamos ahí.

Para cartón lleno nos recomendaron a una señora del pueblo, Mercedes para que nos cocinara algo y tuvimos el agrado de comer una exquisitas milanesas caseras con ensalada rusa mientras fuera nevaba copiosamante y los chicos del pueblo jugaban al fútbol sobre la nieve en la oscuridad.

Luego acomodamos las colchonetas y las bolsas de dormir en el enorme y calentito salón y pasamos cómodamente en forma completamente impensada una noche en El Caín, como si fuera un cinco estrellas.

Nevada en El Caín
El Caín bien nevado
La escuela donde nos alojamos en El Caín
El Salón de Actos de la escuela, nuestra espaciosa habitación de hotel cinco estrellas
También nuestro salón comedor

Por la mañana, ya eramos el comentario del pueblo y hasta nos fotografiaron para publicarnos en el sitio

Analizando nuestros próximos pasos
Así amaneció el patio de la escuela
El grupo completo en la calle principal de El Caín
Marisa Huentenao, la amable Guardia Ambiental de El Caín
El Caín por la mañana después de la fría noche
Fotaza en la despejada mañana de sábado después de la nevada, saliendo de El Caín

Nos vemos proximamente en la cima de La Buitrera…

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ESTACIONES PAMPEANAS Y BONAERENSES

HUCAL

La leyenda de HUCAL en pie

Cuando uno se asoma a esta perdida estación dentro del monte pampeano, nunca puede imaginar la importancia que tuvo en el pasado.

Solamente ver los talleres ferroviarios que albergó para atender de cuatro formaciones a la vez y dónde se reparaban las viejas calderas de vapor, le dan a uno una idea del movimiento que debió haber aquí.

Hay un barrio ferroviario con muchas casas, la mayoría destruidas y hasta todavía existe una pileta olímpica de natación, obviamente abandonada, que fue la segunda pileta publica habilitada en La Pampa construida en la década del 40.

Dentro de la cercana estancia HUCAL, origen del poblado y donadora de las tierras para el ferrocarril hay una impresionante capilla, en excelentes condiciones que no pudimos visitar por una tranquera con candado.

Y la estación está allí, con sus nomencladores y sus vías resistiendo el tiempo gracias a una asociación «Hucal Despierta» que se ha propuesta preservarla para promover actividades turísticas y culturales.

Una visita que vale la pena hacer para viajar en el tiempo…

COTITA

Mil veces pasé por RN35 y nunca me había dado cuenta que ahí nomás estaba la estación Cotita, que había visto en los mapas en alguna oportunidad. El monte de caldenes tapaba todo y la verdad creía que nada existía.

Como ahora andábamos con tiempo y curiosidad, nos internamos por una huella esperando no encontrar nada y grande fue la sorpresa de al menos encontrar el andén y los nomencladores, con el terreno limpio de de vegetación. Luego me enteré que un grupo de entusiastas ferroviarios había estado manteniendo el lugar y por eso era accesible.

El nombre “Cotita” surgió del apodo con el que fuera conocida Mariana Juana Cambaceres, hija del primer dueño de la estancia Hucal, en La Pampa.

Al organizarse dicho predio rural hacia fines del siglo XIX, a uno de sus campos se le asignó el nombre de “La Cotita”. Culminando la segunda década del siglo XX, sobre esas tierras había avanzado el cultivo de trigo y un ferrocarril pionero en la región las transitaba desde hacía más de veinte años, aportando la logística de transporte para llevar el cereal cosechado hacia el puerto de Bahía Blanca. Con esa función, se había conformado un desvío ferroviario hacia el límite noreste del campo La Cotita.

Por la magnitud que habían alcanzado sus instalaciones, se le otorgó la categoría de estación con el nombre de “Cotita” en 1919, obteniendo su habilitación pública oficial en 1920 para prestar servicio de cargas, pasajeros y telégrafo en el ramal ferroviario Bahía Blanca al Noroeste. El edificio de la estación fue construido con chapas de zinc y madera, teniendo como unidades anexas una pequeña casa con paredes de ladrillo, para el jefe de la misma, y dos galpones para el almacenamiento de granos. Nade de eso existe ahora.

Su población apenas llegó a superar los 40 habitantes, hacia mediados del siglo pasado. Los servicios de Cotita incluían, además de la estación ferroviaria, una escuela de nivel inicial, un destacamento policial, una herrería, dos silos para acopio de cereales y un comercio de ramos generales, propiedad de la familia Mondelo, que incluía venta de pan, carne y leña, expendio de combustibles líquidos y servicio de estafeta postal.

La información que resumí más arriba fue extraída de aquí

Nomenclador de La Cotita
El solitario andén
Al fondo, ahora que está despejado se puede ver la RN35, ahí nomás

AVESTRUZ

Saliendo de Guatraché hacia el este, al ingresar a la provincia de Buenos Aires por la RP76, a mano derecha un solitario y enorme tanque de agua de ladrillos, revela que hubo una estación ferroviaria.

Mirando el GPS descubrimos que se trataba de la estación AVESTRUZ, perteneciente al famoso ramal de «los bichos» (Tres Cuervos, Víboras, Avestruz).

Por supuesto desviamos por una huella precaria y nos acercamos, comprobando que además del tanque de agua, también existían todavía el andén y la plataforma de un galpón, seguramente desmantelado. No pasan más trenes por aquí hace rato.

La plataforma del galpón desaparecido

BORDENAVE

Siguiendo la RP76, nos salteamos Darragueira porque nos habíamos consumido mucho tiempo y no teníamos definido donde parar a dormir o acampar.

Sin embargo antes de tomar el desvío a Puán, donde podíamos llegar a recalar, se nos puso tan cerca la estación BORDENAVE, que no quedó otro remedio que ir a verla…

Por aquí si pasan trenes y la estación está bien conservada y se trata de una vivienda particular donde además funciona un restaurante-rotisería-heladería «Lo de Patricia»

Por lo que luego pude leer en Internet, Bordenave merece dedicarle más tiempo a una visita ya que este tranquilo pueblo tien varios atractivos que dejamos pasar: El Paseo de los Caldenes, la plazoleta Bautista Bordenave, la Capilla San Antonio y entre otros, también se encuentra el Paraje El Pincén.

Será para otra vez.

Estación Bordenave desde el sur
Nomenclador de Bordenave
Estación Bordenave, con su corralito de seguridad.
Galpón de cargas
Lo de Patricia, en el frente de la estación, hacia el pueblo

PUAN

Llegamos a PUAN con la idea de acampar al costado de la laguna, ya que era loque seinfería de lo que veníamos leyendo en Internet. Sin embargo nos encontramos con un bonito lugar para pasar una tarde y hacer un picnic, pero no para pasar la noche, ya que el parque municipal no está cercado y rodeado por el poblado, sin instalaciones para campamento.

Así que seguimos pensando ahora en Guaminí y Cochicó pero a la pasada se nos cruzó la estación, así no quedó otra que asomarnos a verla. Actualmente funciona como estación de cargas y comparte su funcionalidad como terminal de ómnibus.

Estación Puán, a través de las patas el tanque de agua
Estación con andén anulado por instalaciones de la terminal de ómnibus
Playon de estacionamiento en el frente de la estación
La locomotora 6612 «Gloria» haciendo maniobras

EL CRUCE SUR DE CANQUEL (buscando al dino Scarritia)

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Martes 30 de mayo de 2023

Conocemos bastante la meseta de Canquel, pero siempre tenemos cosas nuevas para descubrir o recorrer.

El cruce sur de este a oeste fue un anhelo que intentamos cumplir desde el inicio de nuestras incursiones a la zona. Llegar a la estancia La Esperanza era algo que por un motivo u otro no había podido ser. Ahora era la oportunidad.

En la noche, una ligera lluvia había sido suficiente para mojar las carpas, por lo cual desarmamos el campamento del Rincón de López, empacamos con todo húmedo y nos encaminamos a la empinada subida a la meseta.

La hermosa subida a la meseta desde el Rincón de López,

Ya en la larga cuesta

Al llegar arriba y sacar las fotos del paisaje que dejábamos atrás, nos percatamos que a poco de iniciar la subida, se descolgaba una huella bien marcada que seguía bordeando la meseta por abajo hasta donde se perdía la vista. Esa huella ya existía en 2015 pero apenas si se distinguía al principio; luego desaparecía. Concluimos que tenía que ver con nuestro imaginario «Canquelosaurio» y entonces bajamos para relevarla hasta al final.

A la izquierda de la curva, una huella que se descolgaba rumbo al Canquelosaurio nos tentó

Seguimos la huella que se dirigía en dirección al puesto Salazar contorneando la meseta, tal cómo nos había mencionado Benjamín Salazar hace unos años respecto a la ubicación del descubrimiento paleontológico.

La huella al Canquelosaurio

Llegamos al final de la huella y allí estaba: varias excavaciones a medio cerrar, multitud de pedazos de yeso y algunos pequeños fragmentos dispersos de huesos. Por supuesto no vimos el Canquelosaurio pero sentimos su espíritu en tan remoto lugar.

Lo que he podido averiguar, luego en casa por supuesto y através de internet, es que en esta zona se concentran fósiles de mamíferos terciarios, que el yacimiento se denomina Scarrit Pocket y que nuestro Canquelosaurio sería en realidad conocido como Scarritia y sería algo así como el de la foto que sigue, de un metro y medio de alto y dos metros de largo

Les resumo algo de lo que encontré:

Scarrittia sería descrito en 1934 por el paleontólogo americano George Gaylord Simpson a partir de material encontrado en las expediciones del Museo Americano de Historia Natural en la cantera fosilífera de Scarrit Pocket, también conocida como la Rinconada de los López y de la que deriva el nombre del género, en la Provincia de Chubut, Argentina. Esta sería la especie tipo, S. canquelensis, que sería también encontrada en otras localidades de la Patagonia Argentina. S. robusta, descrita en 1994 por Martín Ubilla y colaboradores, sería descubierta en Paso del Cuello, Departamento de Canelones, Uruguay. Es el único leontínido conocido de esqueletos completos y en buen estado de conservación.

Scarrittia mediría unos 2 metros de longitud, siendo un animal bastante grande y pesado en su ecosistema. Poseía un cuerpo y cuello relativamente largoscon una cola corta y unas patas robustas con tres dedos con pezuñas en cada una de ellas. En sus patas traseras la tíbia y el peroné fusionados, razón por la que habría sido imposible para el animal el girar estas hacia los lados. Su cráneo tenía un rostro corto y poseía unos 44 dientes poco especializados.

ESTAS CITAS FUERON EXTRAíDAS DE AQUI
El lugar daba indicios de algo especial, el yacimiento Scarrit Pocket

Extraños monolitos le daban el necesario halo de misterio
El final del camino. Ahora a caminar un poco…
Pedazos de yeso, pozos artificiales y pedazos de huesos fósiles dispersos atrajeron nuestra atención
Uno de los huesos fósiles que encontramos

Volvimos a subir la cuesta por segunda vez en un rato y al poco de andar estábamos en la estancia Tres Lagunas de nuestro viejo amigo Buty Myburgh y para nuestra sorpresa, lo encontramos de visita por allí, así que tuvimos la gratificante experiencia de charlar un buen rato con él, su hija y el puestero Agustín, enterándonos de los entretelones de la vida de la meseta.

Pura meseta de Canquel

Es triste escuchar como las explotaciones ganaderas se van apagando, fundamentalmente por la gran presencia de guanacos que se comen el alimento de las ovejas y por los pumas que atacan a las ovejas que sobreviven y también por la inviabilidad económica de los emprendimientos pequeños y medianos.

Una garra de puma que recuerdan su presencia

Nos alertó que el camino para pasar al pozo de Barragán estaba destruido pero creía que nosotros íbamos a pasar igual.

El grupo con el Buty y su hija en Tres Lagunas
Una de las tres lagunas cercanas que le ponen el nombre a la estancia
La casa del puestero Agustín

Nos despedimos del Buty y seguimos hacia el este; efectivamente la huella estaba muy rota por las lluvias pero nos las arreglamos para pasar igual y acceder al Pozo de Barragán, donde intentaríamos llegar al Puesto Pepino por abajo, ahora que se podía ingresar al pozo por un sendero recién abierto. Sin embargo, la misma lluvia que habíamos sufrido en el campamento había embarrado la bajada lo suficiente como para darnos cuenta que con la pendiente que tenía nos íbamos a tener que quedar a vivir allí abajo si nos metíamos allí. Decidimos ir igual al Puesto Pepino pero arrimando a campo traviesa desde el norte, hasta el borde mismo del acantilado y luego caminar un poco.

Pozo de Barragán
Puesto Barragán
La nueva bajada al enorme Pozo de Barragán, un corral natural

Quedamos a unos 800 metros de distancia y a 200 metros de desnivel, con una pendiente que para ir caminando no era exagerada. Dado que era cerca de mediodía, pareció buena idea ir a almorzar a Puesto Pepino y eso hicimos.

Copamos Puesto Pepino y a todos nos embargó la misma emoción de la primera vez. Nos volvimos a cansar de sacar fotos y admirar la sólida y prolija construcción de piedra. Esta vez pudimos notar que en el área hay un manantial que le da cierta lógica a la ubicación y que por otra parte esta muy protegida de los vientos y era difícil de acceder y detectar para los que no la conocían. Indudablemente era un refugio seguro.

El hueco donde se esconde el Puesto Pepino, al lado de un manantial

Sigue siendo un lugar mágico e inexplicable, donde aunque pasan los años, no logramos desentrañar su misterio. La vieja leyenda de Pepino, constructor de catedrales y su trágico desenlace, sigue vigente para nosotros y tal vez sea la razón de su magnetismo.

Nos quedaba el último objetivo del día, la estancia Buena Esperanza, para la cual necesitábamos recorrer buena parte de la meseta y luego volver a bajar a su vertiente este. Desde el Pozo de Barragán hasta el empalme de la huella que lleva a La Esperanza desde La Juanita es claro que no la transita nadie, casi me animo a decir que los últimos fuimos nosotros en 2016. De hecho el alambrado que delimita propiedades, tiene la tranquera pero la huella es muy difícil de encontrar en sus adyacencias.

Después de cruzarlo, la senda que viene de La Juanita y lleva a La Esperanza es clara y relativamente transitada. Zigzaguea entre pequeños cerros, hondonadas y bajos y se va «empedrando» a medida que nos acercamos al borde de la meseta para encarar la bajada a la estancia.

Un puesto camino a La Esperanza
Uno de los tantos pozos con agua en Canquel
Otro pozo importante que podría ser fruto de un aerolito. Al fondo el cerro Azul, el mas alto de la meseta

La bajada proporciona un hermoso paisaje del hueco donde se encuentra La Esperanza y es muy pronunciada y despareja; subirla no es imposible pero no es muy sencillo seguramente, en descenso es otra cosa.

El valle donde se encuentra La Esperanza. La arboleda al centro es el puesto La Buena Esperanza
Bajando a La Esperanza
El valle de La Esperanza
En el fondo del valle
La Esperanza a la vista, rodeada de lagunas
Una gran laguna o guadal al sur del casco de la estancia

Al final de misma aparece lo que el IGM llama Nueva Esperanza, que no es más que un puesto deshabitado pero muy arbolado, seguramente regado por alguna vertiente. Seguimos adelante dejando a un lado a una laguna seca hasta que vimos finalmente la ansiada La Esperanza, un lugar al que le habíamos intentado sin éxito un par de veces por el este. Allí, su propietario Gabriel nos iba a esperar con un cordero pero llegamos un par de días más tarde y nos lo perdimos…

Con el permiso de su puestero, Julio, acampamos cerca del casco y el cordero lo tuvimos que reemplazar por lo que quedaba del guiso de lentejas el cual fue convenientemente reforzado para que alcance. El clima nos regaló una noche perfecta, hasta para sacar fotos nocturnas increíbles.

Improvisado campamento al lado del casco de la estancia
Hermosas fotos nocturnas

Está muy linda la estancia, muy arbolada y mereció el esfuerzo de visitarla. Otro rincón de Canquel fue develado. Gracias Gabriel por permitirnos ingresar!

El día siguiente habría más cosas nuevas a descubrir y disfrutar.

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ESTACIONES FERROVIARIAS ENTRE MÉDANOS Y LA ADELA

En el derrotero hasta LA ADELA, nos encontramos con la grata sorpresa del excelente estado de conservación de NICOLÁS LEVALLE, la cual indudablemente está preservada por alguna organización pese a que no presta servicio alguno, salvo ver pasar trenes cargueros.

Desde la estación, salían desvíos salineros que llegaban al cargadero de vagones al cual arribaban por la vía de trocha angosta trenes con cargamentos de sal desde las salinas La Aurora y Las Barrancas.

Entre la década de los años 80 y 90 ambos cargaderos fueron sacados de servicio y se reemplazaron por camiones que cargan la sal en las respectivas salinas y la llevan a los distintos puntos de consumo.

Algunas referencias a estos ramales salineros se pueden leer cliqueando sobre el resaltado. (Al principio habla de Anzóategui, pero más abajo se refiere a las salinas cercanas a Levalle)

El desolado andén de Levalle pero en perfecto estado de conservación

Salimos satisfechos a la ruta en busca de la próxima estación y nos topamos con ALGARROBO , cuyo poblado se llama JUAN COUSTÉ. Es una tranquila localidad de unas 5000 almas con aspecto muy prolijo, con una estación bastante conservada, pero que no presta servicio alguno.

Buscando alguna referencia al motivo de la dualidad de nombre, encontré este curios artículo de un sitio uruguayo: http://viajes.elpais.com.uy/2021/04/27/habia-petroleo-pero-lo-olvidaron/

En el mismo, además de mencionar que Juan Cousté fue un importante hacendado de la zona que también fue Intendente del Partido de Villarino, lo que explica el nombre. Pero lo más curioso es que la zona estuvo envuelta en un aparente hallazgo de petróleo mientras buscaban agua para riego , que derivó en una serie de interesantes conflictos por permisos de cateo por algo que luego no tuvo entidad.

El nomenclador de ALGARROBO

Siguiendo nuestro recorrido ferroviario nos tocó la desolada MONTES DE OCA, donde salvo el nomenclador, el andén, algunos escombros y un enorme cactus, no hay nada más. Aquí nunca hubo poblado o al menos no hay vestigio alguno.

El camino de acceso a MONTES de OCA

Más adelante, «encontramos» por llamarlo de algún modo, lo que queda de GAVIOTAS, donde claramente se ha demolido casi todo, donde únicamente quedó claramente visible el enorme tanque de agua.

Los restos de GAVIOTAS

Por último, intentamos llegar a ANZOATEGUI, que si curiosearon el enlace de ramales salineros previo, notarán que también tuvo pasado ferroviario salinero.
No pudimos llegar porque una tranquera con candado, carteles disuasivos y una cámara de seguridad, sugerían no intentar entrar. No obstante logramos sacar unas fotos desde lejos que nos revelaron una arquitectura diferente al resto de las de las de este ramal, con esa sucesión de construcciones con techos a dos aguas perpendiculares a las vías. Escondido se alcanza a ver el nomenclador.

ANZOATEGUI, desde lejos

 

 

 

CUATRO ESTACIONES EN LA LINEA SUR

En todos mis viajes siempre hay algún tiempo dedicado a visitar estaciones ferroviarias que no conozco o volver a relevar algunas después de algún tiempo.
A las de de Línea Roca de la Línea Sur, despacito las voy conociendo a todas y en este último viaje, estuve en tres que nunca había visitado y en una donde renové los votos. No me quedan muchas más por conocer pero ya van a caer…

NENEO RUCA

Ya un par de veces me había quedado con las ganas de conocerla por cuestiones de tiempo, pero esta vez decidí no postergarla más. No está muy lejos de la RN 23, a unos 12 kilómetros, entre Pilcaniyeu y Comallo. Al desviarnos de la ruta, primero es una huella vecinal que va hilvanado estancias pero al cruzar las vías y apuntarle a la estación, pasa a ser una huella muy poco pisada que se interna en unas interesantes serranías junto con el terraplén ferroviario.

En un momento se atraviesa un especie de cañón bastante angosto al costado de las vías y luego el paisaje se abre en una gran planicie donde a lo lejos se divisa un tanque de agua. Al acercarnos, también alcanzamos a ver un nomenclador de madera y al llegar allí, también encontramos el borde de un andén de material mas escombros de lo que seguramente fue alguna dependencias ferroviaria. Llegamos NENEO RUCA

La soledad es suprema y realmente me dio mucho placer poder llegar hasta allí, donde seguramente alguna vez hubo actividad.
Al regreso, cuando publiqué unas fotos en facebook, un amigo me acercó un artículo sobre un importante accidente ferroviario entre un tren de carga y uno de pasajeros que había acontecido en las cercanías, cuya crónica esta aquí

Serranías por donde se accede a NENEO RUCA
El viejo tanque de agua sobrevive como puede, con medio techo
El anden donde alguna vez algún pasajero esperó el tren
El nomenclador, donde con mucha imaginación todavía se lee NENEO RUCA

EMPALME

Después de NENEO RUCA, seguimos viaje hacia el este; de aquí en más la mayoría ya las había visitado, pero el aspecto de EMPALME nos llamó la atención.

Allá por 2010, anduve por acá. Estaba nevando un poco y el edificio estaba completamente abandonado. Había leído no hace mucho, que con motivo de los viajes turísticos de La Trochita entre Ingeniero Jacobacci y Ojos de Agua, la iban a volver a utilizar. Con mucha alegría encontré que ahora se lo había puesto en valor y que efectivamente era una parada activa de este nuevo emprendimiento.

Su nombre original era Desvío Km 648, ya que allí se abren los ramales a Esquel y a Bariloche que entre este punto y Ingeniero Jacobacci comparten un riel, ya que son trochas diferentes.

Nueva estación Empalme
Parece mentira ver algo puesto en valor
Los dos viejos vagones son la cocina y deposito de la confitería que hay en el edifico principal
Estación Empalme con nuevo anden para La Trochita
Los viejos vagones de La Trochita siguen ahí, en el olvido, en una vía muerta
Álamo bandera en Empalme

PERCY SCOTT

El largo camino de la RN 23 lo fuimos transitando sin más problemas que una pinchadura de cubierta en Aguada de Guerra. No teníamos muchas expectativas de nuevas estaciones a visitar porque en el pasado, las que nos faltan siempre se nos negaron por tranqueras con candado. No obstante cada vez que pasamos cerca de alguna nos asomamos para ver si el candado no está.
Y esta vez, en una huella que acercaba a PERCY SCOTT, la tranquera no tenía candado!

Entramos y nos dejamos guiar por el GPS, que nos llevó a cruzar las vías y luego doblar hacia el este unos dos kilómetros. Pero por más que prestamos atención no encontramos indicio alguno de estación o apeadero, aunque sea unos escombros.
Quisimos creer que un insignificante ensanche del terraplén y unos postes de madera cerca del kilómetros 246 era lo que buscábamos, pero sabíamos que únicamente era para justificarnos. PERCY SCOTT no existía..

Al volvernos, con otra perspectiva, al cruzar las vías, unos 200 metros al oeste, lejos de la posición que nos marcaba el GPS había algo. Dejamos la chata sobre la huella con el entusiasmo renovado, fuimos a investigar.
Y entonces, con gran alegría, encontramos el andén; estaba ahí nomás pero con los datos equivocados casi lo perdemos. No hay mucho más, solamente encontramos los restos de un contrapiso sin siquiera escombros de alguna vieja construcción.
Pero la encontramos! Y Raine Golab, donde quiera que estés, supongo estarás satisfecha que lo logré: tantas veces hablamos de este lugar y finalmente apareció.

La huella después de cruzar las vías, donde divisamos algo
Nosotros sobre el andén, contentos con el hallazgo
Además del andén, este contrapiso es lo único que quedó.

CARMEN DE PATAGONES

El periplo de la RN 23 y posterior RN 03 nos puso en San Antonio Oeste frente al cruce con un carguero proveniente del yacimiento de caliza de ALPAT en Aguada Cecilio; por lo menos algunos trenes andan…
Como todavía no era muy tarde seguimos hasta Viedma, donde nos alojamos y pasamos la noche, previo a una riquísima cena en un restaurante de la Costanera, desde donde se podía apreciar la iluminada Carmen de Patagones.

Un carguero de caliza de ALPAT proveniente de Aguada Cecilio cruzando la RN 03
Carmen de Patagones nocturna, desde la costanera de Viedma
La iglesia de Nuestra Señora del Carmen, en Carmen de Patagones

Después de desayunar en el hotel, cruzamos por el viejo puente ferrovial y nos dimos una pequeña vueltita por el centro de la pintoresca Carmen de Patagones, que sin duda merece mucho más tiempo. Pero, por ahora, el interés era conocer la vieja estación ferroviaria maragata del confín de la provincia de Buenos Aires, que está bastante alejada del centro de la ciudad.
Enfrente de la estación se encuentra en una plazoleta la primera locomotora «LA Maragata» que llegó aquí hace más de 100 años, en 1922.
La estación esta en muy buenas condiciones y allí funciona el Centro de Formación Profesional N°401; se nota que la han puesto valor no hace mucho y la verdad que está muy linda, como si estuviera preparada para recibir tráfico pronto.
Había un rumor que el Tren Patagónico saldría de allí pero las vías no parecen haber sido usadas recientemente.

«La Maragata», Monumento Histórico Nacional, fue la primera locomotora que llegó aquí hace más de 100 años
Nomenclador de la estación, muy lejos de la estación, pero está!
La mítica estación de Carmen de Patagones
Andén principal de Carmen de Patagones, sin tráfico pero en muy bien estado edilicio
Andén principal de Carmen de Patagones
Andenes principal y secundario de Carmen de Patagones, parecen listos para recibir pasajeros

Tristeza de ver un andén así, vacío y abandonado en el confín de la provincia.

Que lindo sería ver pasajeros y trenes aquí

Visitas realizadas entre el 22 y 23 de febrero de 2023

EL INGENIO SAN LORENZO

Después de conocer el remoto y relativamente aislado pueblo de Guardia Mitre y de cruzar el río Negro en la balsa de Sauce Blanco ya estábamos satisfechos de haber alargado el regreso unos cuantos kilómetros para conocerlos. La balsa nos conectó con la ruta 250 a unos 50 km de General Conesa y nos dispusimos a retomar la ruta habitual de regreso, sin saber que íbamos a recibir una grata sorpresa, completamente imprevista.

Quince kilómetros antes de llegar a General Conesa, un enigmático puente ferroviario reticulado en el lado derecho de la ruta nos llamó la atención y recordé que Raine Golab alguna vez me lo había mencionado. El puente no disponía de terraplenes antes ni después y el cauce que atravesaba era caudal de agua muy pequeño que evidentemente no fluía desde hace mucho tiempo. Sin duda era parte del ramal ferroviario tendido entre General Conesa y Lorenzo Vintter que alguna vez había servido a un desaparecido ingenio azucarero que procesaba azúcar de remolacha. Una locomotora de trocha 75 centímetros rescatada de la Trochita, está expuesta desde hace unos años en la rotonda de acceso a General Conesa como recuerdo de ese extinto ramal.

Inexplicable puente desde la nada hacia la nada, hasta conocer la historia que lo incluye

Siempre a la pesca de estaciones ferroviarias, me fijé qué podía haber cerca. El Ferromapas del GPS me dio la noticia que había una estación a unos cuatro kilómetros al oeste, en el lado opuesto de la ruta donde estaba el puente.

Una tranquera desvencijada sin candado, con una huella sin tránsito sepultada por altos pastos me ofreció la posibilidad de ir en su búsqueda y sin pensarlo, nos metimos, medio a ciegas, a campo traviesa. Al atravesar una pequeña arboleda empezamos a pisar troncos caídos ocultos en el pastizal, pero seguimos.

Buscando la estación San Lorenzo
Transitando una «huella»

Una montaña de tierra oculta por la vegetación nos cortó el paso y me bajé a ver como esquivarla, pero al subir encontré detrás un profundo zanjón que no íbamos a poder sortear con la chata. Sin embargo, a la distancia divisé un puente de hormigón y no me quedó otra opción que ir a verlo a pie. Obviamente había sido construido antes del zanjón, posiblemente era parte del camino a la estación.

Al llegar al puente, un poco más alto que el terreno circundante, la vi: un tejado rojo con paredes blancas y arcadas. Había encontrado la que en su momento fue la coqueta estación San Lorenzo que me marcaba el GPS !

Se me ocurrió ir caminando pero observé un par de canales de riego que implicaban pasarlos nadando o algo así. Me conformé con el trofeo de un par de fotos con zoom.

Estación San Lorenzo

Al volver a la camioneta, Adriana había pescado señal de Internet y me refrescó lo poco que yo recordaba del ingenio azucarero. La historia, como les contaré más adelante, nos atrapó y decidimos ir en su búsqueda, sin duda del otro lado de la ruta, adonde apuntaba el otro extremo del puente.

Costó dar vuelta la chata en el berenjenal que nos habíamos metido sin darnos cuenta: los altos pastizales escondían zanjas a ambos lados del camino que complicaron la maniobra y casi nos caemos en una de ellas. No se quién nos iba a sacar de allí si eso pasaba.

Volvimos a la ruta y decidimos ir a buscar en sentido contrario siguiendo la dirección del puente, que apuntaba hacia el río Negro. Nos internamos por un camino vecinal algo al sur del puente, que rápidamente nos comenzó a mostrar construcciones abandonadas y semiderruidas, entre ellas una escuela.

Un par de kilómetros más adelante aparecieron lo que parecían instalaciones fabriles como fantasmas en el medio de la llanura.

Unos carteles, también en muy mal estado indicaban que efectivamente se trataba del ingenio San Lorenzo y que eran Patrimonio Histórico Provincial aunque su estado no lo denota.

Entramos y recorrimos con la chata unos senderos prestablecidos que discurrían entre las ruinas, con algunos carteles explicativos (muchos de ellos ilegibles y vandalizados), sorprendiéndonos de la magnitud de las instalaciones.

Del complejo fabril, solo quedan en pie dos enormes galpones, un edificio administrativo y las piletas de hormigón donde se volcaban las remolachas. El resto, solamente escombros dispersos y alguna que otra estructura que sobrevivió misteriosamente.

Recorriendo el ingenio San Lorenzo
Edificio Administrativo
Interiores del edificio administrativo
Piletas de lavado de remolachas
Galpones
Galpones

Luego de la visita, buscando en Internet nos enteramos de que lo que vimos era solamente lo que quedó después que se dinamitaran (sí, que se dinamitaran!) las instalaciones principales luego de un proceso de auge, infección de los cultivos de remolacha, paralizaciones, cupos de producción exiguos y extraños procesos de venta.

No es muy claro lo que ocurrió allí, pero lo que si es cierto es que en la década del 20 del siglo pasado, Benito Lorenzo Raggio y Juan Pegasano, se decidieron a reemplazar los nativos piquillín, chañar y jarilla para que la remolacha se convirtiera en una estrella fabril.

El proyecto arrancó con mucho entusiasmo pero bajo condiciones no muy favorables por parte de la infraestructura estatal.
Se inició en 1929, incluyendo la construcción de un ferrocarril de 107 kilómetros para evacuar la producción, finalizado en 1934 mientras se realizaban las primeros cosechas de remolacha y se realizaba la puesta a punto de la fábrica de azúcar.

El ferrocarril tuvo que ser financiado por el ingenio ante la indiferencia oficial y a cambio obtuvo únicamente créditos en los fletes ferroviarios, una de las causas concurrentes del cierre.

Tuvo su auge en 1935 con 5000 toneladas de azúcar producidas y cuando todo indicaba que se encaminaba a consolidarse económicamente, una infección en los cultivos de remolacha debido a un «virus filtrable» que técnicos llegados del exterior denominaron «marchitamiento amarillo», comenzó a menguar la producción hasta paralizarse completamente en 1939. Algunos atribuyeron la aparición de la peste a un sabotaje por parte de los cañeros del norte del país y otros, a causas naturales.

En los años de la peste, lo poco que se producía debido a las malas cosechas, se lograba con remolachas que provenían de Pedro Luro, Tres Arroyos y Balcarce, lo cual era completamente anti-económico por los costosos fletes.

En 1940 pareció recuperarse con cosechas locales, pero sólo fue un estertor agónico antes que en 1941 se la cerrará definitivamente debido a las deudas comerciales, vendiéndose las maquinarias checoslovacas a productores uruguayos y las instalaciones edilicias al Centro Azucarero Regional del Norte Argentino (entidad representativa de los ingenios azucareros de Salta y Jujuy) que, según testimonios, exigió la demolición de los mismos y el compromiso de no volver a establecer otro ingenio de remolacha en el lapso de diez años.

Si todo esto se debió al sabotaje de los “cañeros del norte” o simplemente fue un mal negocio establecido sobre premisas y condiciones que luego no se cumplieron, es difícil de discernir.

Parece muy cinematográfica la hipótesis de la infección artificial de los cultivos atento a que el tonelaje máximo de 1935 era apenas el 1.3% del tonelaje total del país, pero por otro lado el negocio parecía prometedor si se ampliaba la escala de producción extendiéndose la idea a otros sitios y es llamativa la condición de la demolición y la prohibición de establecer ingenios remolacheros. En fin, algo típicamente argentino, donde se mezcla la ficción y la realidad.

Hay muy buena y detallada información en el artículo extraído del sitio del Conicet «Producir azúcar en la Patagonia. El ingenio San Lorenzo, un malogrado proyecto de industrialización de remolacha azucarera (Río Negro, 1927-1941)\» publicado en la revista de la UNLP Mundo Agrario, diciembre2018, vol. 19, n° 42, e094. ISSN 1515-5994, escrito por Daniel Moyano y Susana Bandieri, cuyo link adjunto:

http://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/88049

También es interesante el siguiente video, que exhiben una teoría contrapuesta a la del informe de Moyano-Bandieri

Video de la historia del Ingenio San Lorenzo

Visitado 23 de febrero de 2023

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